Es injusto que dominicanos motiven el proyecto de cambio de nombre de Peravia  por “Provincia Máximo Gómez”, mas aúpan la iniciativa de sacar al general Pedro Santana del Panteón Nacional. Y se oponen, como perros rabiosos, a que los familiares de Rafael Leónidas Trujillo Molina construyan en San Cristóbal un museo para traer desde España el féretro y recuperar los objetos personales del dictador.

Olvidan que el “generalísimo” Gómez  es grande para los cubanos, no para los dominicanos. Por el contrario, en su juventud se le tenía como borrachón, mujeriego: Fue acusado de actos delictivos, incluyendo la violación de una joven. Se le consideraba como “un españolizado”, que era el término despectivo con que los nacionalistas calificaban de “vende patria” o traidores a los que, siendo dominicanos, sirvieron al gobierno colonial español.

Y que a pesar de estallar la Guerra Restauradora, se mantuvieron del lado de España. Otros, como el general Gaspar Polanco, que perteneció a la caballería española, se unieron a las huestes nacionalistas. Gómez nació el 18 de noviembre de 1836 en Baní, Peravia. Peleó contra su patria natal, en su condición de comandante de las reservas dominicanas del ejército español. Tenía 29 años cuando en 1865 huyó a Cuba.

Posteriormente, también traicionó a España y se unió al ejército libertador cubano con el grado de sargento.  El periodista investigador Pedro María Archambault explica que en las negociaciones de retirada los españoles trataron que los dominicanos que les eran fieles se fuesen con ellos, de permanecer en el país sus vidas corrían peligro.  Gómez fue un traidor a su patria y, por tanto, no merece que una importante avenida capitaleña lleve su nombre. No se lo merece.

“El libertador” Simón Bolívar tiene una historia de grandeza en la lucha por la independencia de cinco países. Trató de crear una federación de naciones con el nombre de “La Gran Colombia”. Pero (el “pero” es que lo daña) el título de “libertador” no se aplica para República Dominicana, negó la ayuda que le solicitó Núñez de Cáceres al proclamar la Independencia Efímera. No merece que el país rinda honores y varias calles y plazas tengan su nombre.

En el caso del insigne Abraham Lincoln, reconocido por la emancipación de los negros esclavos, tampoco merece la alta distinción de que una de las principales avenidas de la capital lleve su nombre. Cuando República Dominicana luchaba por reconquistar su independencia pidió su ayuda, solicitando que las autoridades norteamericanas reconozcan el Gobierno Restaurador de Santiago. Lincoln se negó rotundamente.

Diantre, ¿Cuál es el afán de honrar a los forasteros y desterrar a los verdaderos defensores de la Patria?