Creo tener una posición ecuánime frente a los casos ventilados en la Justicia: pretendo no prejuzgar y esperar el desarrollo de la dinámica propia, humana al fin y al cabo, de un Tribunal formado por humanos. A partir de los resultados, entonces aplicar mi criterio y conciencia críticos.
La injusticia aquí se ha centrado en la desafortunada decisión del Juez Moscoso Segarra de “no ha lugar” en el caso del Senador Félix Bautista y compartes, y me remito a la opinión de la comentarista televisiva Leila Mejía Roldán, dónde señala que dicha sentencia hace que se cierre la puerta para que se dilucide la verdad y, en cierta medida, se haga justicia. Aunque ella no lo mencionó, coincide con otro descargo en el juicio al Exalcalde de San Francisco de Macorís de una acusación de prevaricación y manejo inadecuado de fondos públicos. Para ver el comentario televisivo de Leila Mejía, ir al siguiente enlace: http://informativodominicano.com/lo-mas-esperado-leila-mejia-se-traga-a-felix-bautista-al-juez-alejandro-y-a-leonel-fernandez
Vale la reflexión de la injusticia para vernos en el espejo del gigante de América Latina, Brasil, ya que en un enjundioso artículo, la escritora Eliane Brum denuncia una corrupción cruel que padece Brasil: la corrupción del alma, y disponible en el enlace siguiente del periódico El País, de Madrid, España: http://internacional.elpais.com/internacional/2015/03/31/actualidad/1427816607_563216.html
Voces parecidas a las de aquí, que quieren cercenar el Código de niños, niñas y adolescentes y hacer imputables a nuestros infantes responsables penalmente a más temprana edad, cuando casi todo Brasil calla ante la discriminación en la muerte de jóvenes negros a manos de policías blancos (como ahora mismo se está denunciando y reclamando en los Estados Unidos y tema de las discusiones sobre Derechos Humanos en las conversaciones entre el Departamento de Estado gringo y la Cancillería cubana). En Brasil mueren al año 30,000 jóvenes violentamente, siendo la Policía Militar responsable por el 95% de estos asesinatos que pasan como “enfrentamientos”. Cito algunos datos horrendos: “Al menos un 61% de las víctimas que la policía mata son negras. Y más de la mitad son menores de 24 años. Por su parte, un 79% de los policías que mataron son blancos. El factor racial es determinante: las acciones de la policía se cobran tres veces más víctimas negras que blancas. Las muertes se naturalizan: solo el 1,6% de los autores fueron acusados como responsables de los crímenes. Es la policía militar la responsable de un 95% de la letalidad policial en el estado de São Paulo.”
Igual como Eliane argumenta que la conciencia brasileña se ha corrompido al tratar de crear “nuevas” amenazas mientras se masacra sobre líneas abiertamente racistas a la juventud pobre; aquí estamos indignándonos con la manipulación de una Justicia cuando aceptamos las tropelías cotidianas al imperio de la Ley en múltiples desaciertos sociales por parte de las mismas autoridades que deben cuidar su observancia.
Es la misma corrupción del alma nacional que señala Eliane cuando el cáncer lo señala en el Congreso que hace leyes con la intención de no cumplirlas, iniciándose así la degradación de la sociedad toda. Tal vez necesitemos, como en Brasil, crear una Comisión de la Verdad para aclarar las víctimas producida durante la democracia por los “veladores de la Ley”.