Las sustancias psicoactivas son atractivas para población infantil, joven y adolescente que transita del consumo de alcohol a drogas ilícitas fácilmente buscando “sensaciones más fuertes” y mantenerse en el “coro”.

La inserción en el consumo de drogas ilícitasal igual que el consumo de alcohol presenta una diversidad de canales en los que se mezclan distintos tipos de relaciones y espacios que han sido analizados por diferentes estudios entre los cuales se destaca un estudio que realizamos para ONUSIDA y el IDCP con usuarios y usuarias de drogas (Vargas 2013). En este estudio se identifican elementos como los siguientes:

  • Redes de amigos y amigas.
  • Inserción en consumo a través de parejas”.
  • Centros de reclusión como espacios de inserción en consumo de drogas
  • Inserción en consumo en estratos medios marcada por fiestas privadas y relaciones de amistades.
  • Consumo de drogas a través del trabajo sexual.
  • Familiares que introducen a las personas entrevistadas en el consumo.

 

El estudio muestra que “gran parte de la población entrevistada se inserta en el consumo de sustancias psicoactivas en su infancia o en su adolescencia. En menor grado la juventud y aún menos en la adultez.

La inserción en la infancia está vinculada a las redes de amigos y amigas, a relaciones de pareja y a familiares que inciden en el consumo. El peso que tienen los grupos de pares en niños, niñas y adolescentes como grupo de referencia y de modelaje social se muestra en estos patrones de inserción, se busca imitar la conducta de amistades, parejas y familiares o simplemente “probar””.

El consumo de drogasilicitas se mantiene en el ocultamiento, la ilegalidad y el tabú. Estos elementos favorecen el incremento de su consumo convirtiéndolas en más atractivas. “Lo prohibido atrae” más aún en la población masculina que se forma para “desafiar” y “transgredir”, nuestra cultura machista refuerza en niños, adolescentes y jóvenes de sexo masculino las prácticas de transgresión de normas y de riesgo. Estas transgresiones los convierten en más “machos” y más “tigueres” por tanto con mayor capacidad de competir con sus pares. La competencia entre pares de sexo masculino es cada vez más agresiva y transgresora favoreciendo su inserción a temprana edad en el consumo de alcohol y las drogas.

La situación de ocultamiento favorece que el consumo de drogas en niños, niñas, adolescentes y jóvenes se mantenga fuera del control de familias, centros educativos y estado.

Las familias cometen el grave error de no conversar con hijos e hijas sobre las drogas ni sobre lo que ellos están viviendo en su contexto social sin escandalizarse. Las familias se escandalizan y reprimen a sus hijos e hijas lo que genera más apego a las prácticas de consumo y a buscar apoyo en grupos de amigos y amigas o en parejas, que a veces consumen también.

Las drogas ilícitas al igual que el alcohol tienen una alta conexión con la recreación, el placer y el sexo. La ausencia de orientación y alternativas de recreación sin estos componentes en la infancia y adolescencia genera más atractivo en ello.

La presencia de un machismo asociado al consumo de alcohol en el que muchos hombres fomentan que sus hijos desde su niñez consuman favorece el paso a las drogas. Ambas sustancias tienen motivaciones similares, búsqueda de aceptación en grupo de pares, asociación entre diversión-consumo y consumo-mayor placer sexual.

Familias y centros educativos no cuentan con herramientas para ofrecer orientación, acompañamiento, prevención. La prevención ante el consumo de todo tipo de sustancias psicoactivas legales e ilegales (cigarrillo, tabaco, alcohol y drogas ilícitas) no se ofrece como parte del currículo educativo ni está sustentada en un estudio profundo de sus causas.

El estado, los gobiernos locales, el sistema educativo, los medios de comunicación y los grupos empresariales deben invertir en la prevención y rehabilitación del consumo desde políticas sociales y de salud pública.

Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY