La pandemia del COVID – 19 a nivel global ha iluminado las zonas más oscuras de nuestro modo de habitar, como los espacios domésticos en contextos de autoconstrucción e informalidad, la escala barrial con desafíos pendientes en función de constituirse como una célula coherente para satisfacer necesidades básicas de proximidad y la desigualdad e inequidad presentes en nuestras ciudades, este virus que se propaga rápidamente de persona a persona y parece nutrirse de condiciones muy propias de la vida urbana como la conectividad (global y local) y el desarrollo frenético de las actividades humanas en el territorio.
Otras condiciones urbanas importantes que se desprenden de lo anterior como la globalización, que definitivamente, nos ha acercado en su sentido más tangible la escala planetaria, así como la aglomeración de personas que puede orientarse en alta densidad, hacinamiento, insalubridad y la socialización recreativa no controlada hasta llegar a reorientar y pausar sectores como la educación, el empleo y el transporte por citar algunos.
El sector salud sin duda es el más afectado en esta pandemia que se encuentra en una fase reactiva y carga sobre sus espaldas el peso de poder seguir controlando la expasión del virus en la población mundial, mientras intenta aunar esfuerzos importantes de todos los sectores – desde la población general a los sectores más especializados como la academia, la farmacéutica o la robótica y la Big Data – para evitar el colapso de las infraestructuras de salud con el objetivo de salvar vidas y mantener un equilibrio saludable cada vez más fragil por las condiciones pre existentes en las que nos encontró el COVID -19.
El ministerio de Salud Pública de la República Dominicana, a traves de sus boletines especiales enfoca los datos sobre el avance del virus desde la escala provincial a partir del boletín número 1 y es hasta el boletín número 36 donde inician los primeros indicios en desagregar a la escala municipal y solo en el caso específico de la provincia de Santo Domingo, con las constantes llamadas de atención por parte de la prensa nacional en conocer la situacion a la escala barrial. Tres ideas de mejora se derivan de este manejo de la información territorializada de la pandemia en nuestro país:
1. La importancia de la información territorial a los niveles de mayor desagregación posible que nos permitan conocer la realidad y gravedad de la pandemia allí donde vive la gente, el barrio, y adoptar medidas Ad-Hoc más eficientes y pertinentes.
2. La oportunidad de reforzar un sistema de datos abiertos gubernamental que genere confianza en la institucionalidad transparentados a toda la sociedad.
3. La capacidad de reconocer el beneficio social de la recopilación y análisis de la información puesta al servicio de nuevas reintepretaciones por otros sectores desentralizados del gobierno central, como los gobiernos locales así como la academia y el sector privado, para seguir aunando esfuerzos contundentes.
Iniciaremos esta desescalada desconociendo los datos concretos de nuestros barrios más populosos, allí donde conviven el hacinamiento, la insalubridad y la desesperanza en pocos metros cuadrados, donde la superación de las debilidades fundamentales en el acceso al agua potable, la energía electrica, el alcantarillado sanitario, la vivienda digna y el espacio público quedan como eternos pendientes.
Sobretodo inicaremos la desescalada y la nueva convinvencia con el COVID -19 sin hacer particular hincapié que las medidas dictadas deben ser diseñadas en el territorio de manera particularizada por sectores, se debe establecer una estrategia de ordenación y adecuación de los espacios públicos de mayor tránsito como paradas de autobuses, estaciones de metro, calles y aceras, plazas y parques, que conforman los espacios de breve permanencia y de transición que nos conducen a nuestros destinos y hacen de la ciudad un espacio más democrático pero tambien espacios potenciales a la maximización del virus, si no se abordan con el debido control y diseño.
Priorizar estructuras sociales de apoyo para familias con infantes, niños y niñas en edad escolar para reintegrarse a sus empleos de manera efectiva, con especial atención a madres solteras y familias monoparentales, sobre quienes pesan grandes presiones para cuidar y sustentar a sus familias.
Estos meses debieron ser clave para planificar y comenzar a implementar una plataforma urbana que nos permita orientar y aprovechar los espacios públicos existentes para esta desescalada, con pequeñas intervenciones urbanas flexibles y escalables a traves del diseño urbano, adecuaciones de vías para la bicicleta y nuevas movilidades alternativas, peatonalizaciones piloto, urbanismo táctico para respetar las distancias físicas, artefactos urbanos para mercados u otros espacios vitales y normativas orientadas a encaminarnos a ciudades más humanas y saludables, a lo largo y ancho del globo algunas ciudades ya están capitalizando la transición post COVID – 19 para hacer las transformaciones necesarias más allá de la pandemia.
República Dominicana, ¿Qué esperamos?