Hoy prácticamente todos coincidimos: la información es, sino el que más, uno de los activos esenciales del mundo corporativo. Esta tiene una relación transversal con el funcionamiento y operar empresarial, en tanto permite comprender a los mercados y desarrollar y prestar productos y servicios; conocer y relacionarse con los clientes y otros stakeholders; así como vender, publicitar y exponer las marcas y los valores y principios corporativos. La información también permite mostrar a los propietarios, inversores, reguladores y al mercado en general, el desempeño de cada organización.
Tradicionalmente los datos publicados relativos al desempeño de las empresas se concentraban en información de naturaleza financiera. Este modelo tenía un fin particular: la exposición y explicación del comportamiento financiero de la organización en un período de tiempo determinado o coyuntural, para informar a los accionistas o socios (propietarios), inversionistas y, en casos particulares, a los reguladores.
En el caso dominicano, esta visión tradicional se ve traspuesta en nuestra normativa societaria. Por ejemplo, el artículo 39 de la Ley General de Sociedades Comerciales y Empresas Individuales de Responsabilidad Limitada 479-08, que establece los lineamientos de los informes anuales de gestión, se concentra en un criterio esencialmente financiero.
Sin embargo, así como ha cambiado la visión sobre el alcance y efectos del comportamiento corporativo desde una centrada en los propietarios –shareholder approach– hacia una de carácter integral que incluye a todos los grupos de interés –stakeholder approach-, de esa misma forma la naturaleza y función de las informaciones que las empresas comparten se ve impactada. En este contexto, en las últimas dos décadas se ha desarrollado un intenso movimiento que destaca la relevancia de no solo tomar en cuenta la información financiera, y de incluir otros ámbitos a los que se relaciona cada organización.
Múltiples marcos de acción con criterios de información no financiera han sido desarrollados en este ámbito, entre los que se destacan la Iniciativa Global de Reportería (Global Reporting Initiative), la Reportería Integrada (Integrated Reporting), los Objetivos de Desarrollo Sostenible (Sustainable Development Goals), los Principios de Inversión Responsable (Principles of Responsible Investment), el Consejo de Normas de Contabilidad de Sostenibilidad (Sustainability Accounting Standards Board), y el Grupo de Trabajo sobre Divulgaciones Financieras Relacionadas con el Clima (Task Force on Climate-related Financial Disclosures).
Es de este movimiento global que toma forma el llamado modelo de reportería ESG (por las siglas en inglés para environmental, social and governance); es decir, formatos en los que las organizaciones muestran cómo sus acciones impactan en ámbitos relevantes de la sociedad y que, por tanto, también implican importantes consecuencias para esta. En los últimos años ha sido masiva la acogida de las grandes empresas a este tipo de reportería, muchas de ellas reflejadas en los denominados reportes ESG o las memorias o informes de sostenibilidad.
El objetivo de la reportería ESG también se ha reflejado a nivel de normativa vinculante. Por ejemplo, el Parlamento Europeo y el Consejo de la Unión Europea aprobaron en 2014 la Directiva 2014/95/UE -que modificada la 2013/34/UE- sobre la divulgación de información no financiera e información sobre diversidad por parte de determinadas grandes empresas y determinados grupos. Estos criterios incluyen la publicación del llamado “Estado no financiero”. Esta Directiva ha sido la base de normas internas a nivel de los diferentes estados, como el Real Decreto-Ley 28/2017 del Reino de España, mediante el cual se modificó la Ley de Sociedades de Capital para incluir criterios de información no financiera y diversidad.
Desde el punto de vista práctico, la experiencia muestra que las empresas -como ciudadano corporativo- tienen un impacto que trasciende lo directamente económico. También es un hecho comprobado que hoy en día los terceros miran las corporaciones con diferentes prismas y por ello la información no financiera es esencial para captar inversión -incluyendo a través de la emisión de capital o deuda- o relacionarse con los grupos de interés (stakeholders). Esta atención por el desempeño ESG de las empresas se ha traducido también en procesos más profundos de auditoría y evaluación.
Los modelos de reportería ESG -cuya estructuración comentaremos en otro artículo- constituyen herramientas esenciales para conectar los postulados con las práticas, las ideas con las ejecuciones. Estos informes permiten medir con mayor precisión cuál es el real compromiso de la empresa con la sociedad y, sobre todo, su verdadero impacto.
En el caso dominicano, ciertas normativas de gobierno corporativo en el marco del mercado financiero muestran atisbos de esta tendencia. De igual manera, algunas de nuestras empresas ya están utilizando estos modelos de reportería. Las tradicionales memorias y los informes anuales de gestión deben tender a ampliar su alcance y mostrar un mayor radio de acción de las organizaciones. La autorregulación puede ser la base inicial. Las mejores prácticas globales cuentan con recomendaciones para todo tipo de mercado. El impacto de la ciudadanía corporativa debe informarse y, como expresa un famoso estudio, who cares wins.