El 5 de diciembre del año 1492 llegó por la parte noroeste de nuestra isla el navegante Cristóbal Colón. Desembarcó en el cacicazgo de Marién y fue recibido por el cacique Guacanagarix con bombos y platillos, fue entonces cuando se instauró un modus vivendi en lo que hoy se llama República Dominicana, "El Complejo de Guacanagarix". Esto con el tiempo se ha ido modernizando y es que, a excepción de haitianos y chinos, ser extranjero aquí vale más que un título de PhD de cualquier universidad de prestigio del mundo. Es común ver a ciudadanos de otras naciones en nuestras escuelas, hospitales, hoteles, medios de comunicación e incluso en el sector público. Son alabados por dominicanos que creen que al estar al mando de esos ciudadanos son mejores profesionales y se les otorgan posiciones para las cuales no están capacitados, sin darse cuenta de lo irresponsables que son y muchas veces quebrantando reglamentos e incluso las propias leyes dominicanas. Se les permiten toda clase de barbaridades, desde faltar al trabajo cobrando su sueldo, hasta cuestionar las políticas de nuestro gobierno sin importar el presidente de turno, todo esto sin recibir ninguna sanción. Evidentemente ellos no tienen la culpa de esas preferencias que les son concedidas, porque a quién le dan pan, que no coma; pero, lo interesante del caso es la ingratitud de esos extranjeros y su accionar antes, durante y después de recibir estas dádivas.
Se presentan exponiendo lo que fueron en sus respectivos países -sin ninguna prueba que pueda sustentar lo que dicen- se ponen a la orden, dan algunas sugerencias y adulan al encargado. Conseguido el objetivo, son los más inconformes del trabajo, se burlan y convierten en blanco, con sus comentarios mal intencionados, a las personas que los han beneficiado y como el torero, después de lidiar con el toro, se preparan para darle la estocada final a quien una vez les sirvió y ya no necesitan, pasando al olvido que en muchos casos, cuando son vistos por algunos de estos extranjeros, es con una mirada por encima del hombro.
En cierta forma entiendo y creo que puedo justificar a Guacanagarix, (aunque los hubo que se opusieron y le dieron la batalla a los visitantes), porque si nos trasladamos al Siglo XV, cuando llegaron los españoles en esas embarcaciones procedente del mar, con utensilios que eran desconocidos por nuestros aborígenes, hombres totalmente diferentes en cuanto a la tez, me imagino que pensó que era la llegada de los dioses. Pero en pleno Siglo XXI, en donde la tecnología está presente y eso nos hace un mundo más pequeño teniendo toda clase de información, teniendo acceso a la internet, ya hasta en los teléfonos celulares y los populares "Bibi", basta con poner el nombre de cualquiera en uno de los servidores sin importar nacionalidad, religión o ideología política y se puede ver todo lo referente a la persona, comprobando si lo que dice es verdad o no.
Se dice que el hombre es el único animal capaz de tropezar dos veces con la misma piedra, en esta tesis los dominicanos, con relación al "Complejo de Guacanagarix", somos prueba fehaciente. Viendo como otros compatriotas han puesto en práctica este modelo y cuales han sido sus consecuencias, siguen sus pasos y terminan acabados como los que lo preceden. Y lo mejor del caso es que muchos de ellos que se han opuesto a ese tipo de discriminación contra los dominicanos, ya que se vieron afectados en algún momento, son los que ponen en manifiesto su regocijo con dicho método.
Con esto no quiero que piensen que soy chovinista ni mucho menos xenófobo, ya que los extremos no son nada bueno, sino que con esto se cometen muchas injusticias y un servilismo a causa de personas que, consciente o inconscientemente, con su ignorancia y falta de respeto a sus posiciones dan prebendas a personas que a la larga no han hecho ni hacen nada en beneficio del país.
"Ningún pueblo ser libre merece si es esclavo, indolente y servil"
Emilio Prud’homme.