La “miedología” fue definida por la Transnational Foundation for Peace and Future Research (TFF), con sede en Suecia, en un informe titulado “Detrás de la cortina de humo: un análisis de la destructiva agenda la de guerra fría en China y por qué debe detenerse”, como un instrumento del que Estados Unidos echa manos para justificar sus movimientos geopolíticos de dominación y expansión. Este instrumento está integrado por lo que Jan Oberg, director de esta entidad, ha denominado Complejo Militar-Industrial-Mediático-Académico (MIMAC) y que opera fuera de las tomas de decisiones democráticas abiertas, …consta de élites estrechamente conectadas con un interés común en designar a un país tras otro como una amenaza para el mundo de los Estados Unidos y a OTAN”. Es, diríamos, aquello que en la despedida de su administración -en 1961, el presidente Dwight Eisenhower, llamó el Complejo Militar-Industrial, detallado de manera más precisa como la industria armamentista promotora de una política militarista para diseñar y sostener acciones de carácter imperialista que el mandatario estadounidense circunscribía al enfrentamiento de su país con la Unión Soviética, y del que se beneficiaba esa industria.

Pero lo que Eisenhower limitaba a la confrontación con su rival en la Guerra Fría, George F. Kennan, autor de la denominada doctrina de la contención, dada a conocer mediante el famoso “telegrama largo” publicado en 1946, en el que planteó la necesidad de contener a los soviéticos para que el comunismo no se expandiera, había justificado el Complejo de la siguiente manera: “Si la Unión Soviética se hundiera bajo las aguas del océano, el Complejo Industrial-Militar estadounidense tendría que seguir existiendo, sin cambios sustanciales, hasta que inventáramos algún otro adversario. Cualquier otra cosa sería un choque inaceptable para la economía estadounidense”.  Y, en efecto, ha sido así, tal y como lo plantea el informe referido, pues el Complejo evolucionó para hacerse cada vez más complejo e involucrar a otros sectores de la sociedad, como el Congreso, el mundo financiero, las academias y los medios de comunicación, exactamente como lo había descrito Juan Bosch en su tesis “El Pentagonismo, sustituto del imperialismo”, publicada en 1966, en la que plantea que el concepto imperialismo se sigue utilizando por inercia intelectual, porque este no existe debido a que el capitalismo sobredesarrollado engendró una fuerza descomunal que no necesita de colonias fuera de su territorio porque sus propios ciudadanos son colonizados y explotados para mantener viva la industria de la guerra con enemigos reales o creados en todo el mundo.

Bosch describe el papel de cada uno de los estamentos involucrados en el pentagonismo que, como afirma Oberg describiendo al MIMAC, no es parte de la estructura jurídica, pero se vale de todo medio de que dispone el Estado para justificar sus acciones ante la sociedad, para justificar el financiamiento de un presupuesto militar que desde hace más de diez lustros comenzó a superar el destinado a la administración civil, para justificar las posibles pérdidas de vidas estadounidenses y preservar “el prestigio pentagonista” recurriendo al argumento de que la guerra no se hace para conquistar territorios coloniales, que no se actúa con propósitos imperialistas, lo que resulta cierto, pero oculta el hecho de que “un pequeño grupo de banqueros, industriales, comerciantes, generales y políticos -al servicio de los cuales están académicos y medios de comunicación- está haciendo la guerra para obtener beneficios rápidos y cuantiosos, que se traducen en acumulación de capital y por lo tanto en las inversiones nuevas con las cuales vuelven a aumentar sus beneficios”.

Entonces, para el escritor y expresidente dominicano “la verdad que sirve para ocultar la verdad fundamental es a su vez un instrumento de propaganda para seguir la guerra del pentagonismo”. La manipulación propagandística es de tal dimensión que se les hace creer a los jóvenes que podrían morir en uno de esos conflictos bélicos necesarios para mantener la dinámica del Complejo, que la incursión armada en esos países es para beneficiar a los atacados. “Y esto es muy importante porque para llevar a los hombres a morir y a matar hay que ofrecerles siempre una bandera moral que endurezca sus conciencias y los justifique ante sí mismos”, martilla Bosch.

Oberg, en su análisis sobre la “miedología” dice que esta consiste en mantener atemorizados a los ciudadanos para que acepten, como explicó Juan Bosch en “El pentagonismo, sustituto del imperialismo”, gastos con sumas astronómicas para destruir a otros en lugar de, con esos recursos, ayudar a resolver los problemas “reales” que enfrenta la humanidad. Entonces afirma que “no existe una correlación entra la fuerza militar y la paz”, destacando que Estados Unidos está en guerra permanente sin que terminen las supuestas amenazas que alega,  y refiera que la “seguridad y paz” militar de la Organización del Tratado del Atlántico Norte no ha logrado imponer la paz desde 1949, al tiempo de lamentar que el mayor problema de la Tierra hoy día es el militarismo, en el que incluye el “nuclearismo”, para agregar, a propósito de esta realidad, que éste -el militarismo- es el indicador del declive de todo imperio -aquí podría estar funcionando la inercia intelectual a que hizo referencia Bosch tras asegurar que el imperialismo desapareció al finalizar la Segunda Guerra mundial-, razonamiento que lo lleva a coincidir con Paul Kennedy, pues entiende que la militarización “hasta la muerte económica”, sumado a las derrotas bélicas, le conduce al irrespeto por parte del resto de países; es decir, que comienza a perder su autoridad moral y, consecuentemente, su autoridad política y liderazgo, entonces sabiéndose débil recurre desesperadamente a la propaganda para desacreditar en el plano internacional a quien entiende el responsable de su situación, aunque la causa esté, y casi siempre está, en una asumida prepotencia que les lleva a cometer cadenas de errores.

Lo descrito es lo que ocurre exactamente entre Estados Unidos  y China; pues mientras los estadounidenses “avanzan” en su progresivo declive, los chinos ascienden con seria amenaza de desplazarlos, lo que provoca la reacción del que se siente en desventaja y activa sus estrategias para frenar al “rival” desde la implementación de una guerra comercial, la articulación de una ofensiva militar -como la Aukus que pone en riesgo las ya melladas tradicionales relaciones políticas con Europa-, hasta el diseño de una estrategia diplomática que pretende aislar al gigante asiático; todo lanzado desde imponentes plataformas mediáticas que impactan seriamente en el imaginario de los ciudadanos del mundo que se nutren de los medios de comunicación occidentales incorporados al Complejo para demonizar mediante el maniqueo -a veces descarado, a veces sutil-, esquemas de ofertas informativas que divide el planeta entre malos y buenos, entre los que respetan los “valores democráticos”, “los derechos humanos” y “las libertades”, sin brindar la oportunidad al público de enterarse de las verdades que se ocultan detrás de sus pantallas de televisión, cabinas de radio o portadas de periódicos, que suelen presentar, para ser más creíbles, males estructurales como si fueran episódicos: la crisis postelectoral, el asesinato de George Floyd, los pobres de California, el aumento del tope de la deuda; en fin.

Lo burdo y panfletario se expone ante los ciudadanos de a pie; lo sutil es captado -como panfleto- por los intelectuales y políticos profesionales, y genera conflictos internos a los periodistas que, trabajando en los medios occidentales, deben redactar y servir información de esta categoría, donde las verdades por lo general resultan no serlas, las mentiras se conciben para ocultar verdades inconvenientes, o donde verdades y mentiras se mezclan para condicionar un hecho positivo, como denunciara Javier en aquel hilo de tuits al que hicimos referencia y en el que anunció su renuncia del medio para quien trabajaba para no renunciar a la ética en el ejercicio de una profesión que por su alcance masivo tiene el poder de guiar el destino de una comunidad, un país y hasta el mundo.

Las opiniones de Oberg a que hemos hecho referencia se publicaron en una entrevista que sirvió Global Times el 18 de octubre de 2021, y de ella podemos destacar la revelación que hace sobre un informe de la TFF que desmiente las acusaciones de que en Xinjiang se violan los derechos humanos de la minoría musulmana. Afirmó que ese informe fue enviado a más de 20 importantes medios de comunicación, pero no fue tomado en cuenta como sí las denuncias sin evidencias, porque “la estrategia de la MIMAC es el silencio…la prensa libre incluye también la libertad de ser ignorante y promover solo una narrativa políticamente correcta, pero a menudo falsa”. Indica sin titubeo que los medios de comunicación occidentales inventan información errónea y noticias falsas para difamar a China porque son un elemento del Complejo-Industrial-Militar-Mediático-Académico que opera con efectividad en su tarea de confundir a la ciudadanía, pero advierte que “las mentes independientes” están atentas igual que “los nuevos medios, como los buenos libros, blogs y Vlogs” que “dan forma a la escena de los medios”. Y remacha: “La gente descubrirá que fueron engañados”.