En la actualidad los principales servicios públicos ofertados por el gobierno central atraviesan por un proceso de deterioro, obligando a la sociedad a buscar alternativas que suplan las necesidades que se presentan a diario, repercutiendo tanto en el bolsillo como en la calidad de vida de cada ciudadano. Esta necesidad de subsistencia prevalece en las mentes de los dominicanos forzando a blindar de manera personal e individual los servicios mínimos necesarios para así garantizar niveles de vida aceptables.
Hoy en día se evidencia la proliferación de colegios privados en lugar de escuelas públicas, el auge de las clínicas privadas como una alternativa ante el descalabro de los hospitales públicos, el uso del vehículo privado en lugar del transporte colectivo; además del incremento de empresas destinadas a satisfacer las demandas aun no satisfechas en la población. Este modelo, cuyo objetivo principal consiste en la autosatisfacción individual de los problemas y necesidades personales, se ha colectivizado por todo el territorio dominicano; disminuyendo las posibilidades de gerenciar estrategias mancomunadas para una sociedad tan segregada.
La reputación que exhiben los principales servicios públicos, ha deteriorado la imagen de lo colectivo; aquellos que utilizan una OMSA, asisten a un hospital o envían sus hijos a la escuela del estado, lo hacen porque no poseen los medios económicos necesarios para satisfacer esta necesidad por otras vías. Esta situación debe alertar a los encargados de gestionar la administración pública; a fin de reflexionar sobre nuevas estrategias que transformen el actual modelo de servicios ofertados a la ciudadanía.
La salvación al estado en que nos encontramos tiene su base en una vuelta a la colectividad de los servicios; desarrollando una política de participación público-privada en la que se fortalezcan las ofertas de alcance masivo en lugar de las restringidas; siempre permitiendo la libertad de que puedan co-existir otras opciones, en medio de un sistema que busque satisfacer con eficiencia las necesidades de los que menos pueden.
Una vuelta a la colectividad de los servicios repercutiría en una disminución de los costos marginales para el estado, una mejoría sustancial de la calidad de vida y una vuelta a la confianza de la población en las instituciones dominicanas; tal y como lo sugirió el intelectual francés Jaques Attali a través del Informe de la Comisión Internacional para el Desarrollo Estratégico de la República Dominicana.
De no encaminar la nación por nuevos rumbos, estaríamos confinando la mayoría del pueblo dominicano a una existencia tortuosa e incierta, repercutiendo tanto en la cohesión social como en la estabilidad de la nación.