No es que sumen el 99% de la población, como parodian sus similares en EEUU, pero los indignados en República Dominicana provienen de todos los sectores que componen el conglomerado nacional.
No solo en la Capital y sus zonas aledañas. Los indignados dominicanos están en todos los confines del territorio nacional. Desde Barahona hasta Nagua; desde Higüey hasta Dajabón, y desde la Capital hasta Puerto Plata, para citar puntos extremos de la geografía nacional, hay indignación de la gente por las tantas cosas que se están haciendo mal en este país, o que simplemente nunca se han hecho, o porque hay demasiadas cosas que afecta a la inmensa mayoría.
Por lo visto, lo que se hizo en el Parque Colón hace un par de semanas no fue más que un ensayo de lo que puede ocurrir en el país en sentido general si salen a brote todas esas indignaciones que tienen las comunidades frente a decisiones que adoptan las autoridades, lo mismo que frente a los abusos que se cometen contra determinados sectores nacionales y personas físicas.
No es que los indignados en la Patria de Duarte vayan a sumar el 99% de toda la población, parodiando la consigna que enarbolan sus similares en Estados Unidos, pero sí que mucha gente puede sumarse a esta lucha, incluso que simpaticen con el régimen de turno, pero que tengan diferencias frente a determinados hechos, o temas.
Aquí la gente está más que indignada no solo por el reclamo del 4% a la educación y porque haya mejores perspectivas en la economía. La indignación de los dominicanos tiene que ver debido a la falta de educación que hay a todos los niveles, por la opulencia con que se maneja la burocracia parasitaria en el Estado, porque aquí se están robando todo y de todo, por el auge del narcotráfico, pese a que todos los días dizque se está confiscando droga, a nivel nacional y a todos los niveles.
Pero también por las miles de personas que cobran sin trabajar en las distintas instituciones del Estado. Por la carestía de los productos de primera necesidad, sin que nadie mueva un dedo en busca de soluciones. También, porque los diputados y senadores aprobaron el Presupuesto General sin tomar en cuenta la voz del pueblo que los eligió.
De igual manera, porque en este país hay cientos de miles de niños que no tienen garantía de techo seguro, alimentación, salud, educación, y mucho menos diversión.
La gente está indignada por las tantas muertes violentas que se registran en el país, y muy en especial en contra de los odiosos "intercambios de disparos" entre civiles y miembros de la Policía.
Por la corrupción que se da en las instancias policiales, pero además por los míseros salarios que perciben los agentes de la Policía.
Por los funcionarios de la administración pública que se apoderan de los recursos que son de todos los dominicanos.
Por las tantas promesas de los candidatos de los principales partidos, que ellos mismos saben que en caso de ganar el poder no podrán cumplir.
Por el deterioro de las obras públicas (carreteras, puentes, acueductos, suciedad en los elevados, edificaciones, parque vehicular, etc) y sin que exista un efectivo plan de mantenimiento.
Por convenios que ha suscrito el país pero que la población nunca ve resultados tangibles.
Por las abusivas importaciones de alimentos y otros rubros, en desmedro de la producción nacional; porque se robaron gran parte del patrimonio que quedó tras la quiebra del CEA, y nadie fue metido tras las rejas.
Porque la jerarquía católica, pese a hacer denuncias valientes en determinadas circunstancias, se hace de la vista gorda en muchos casos en que se maltrata a la ciudadanía y, por ende, a la sociedad dominicana.
Por el mal manejo que a nivel oficial se da al tema de la migración, pese a haberse aprobado recientemente el reglamento migratorio que rige en la materia.
Pero estamos más que indignados porque la contaminación y la sobreexplotación de las empresas constructoras y las granceras, lo mismo que empresas mineras, están provocando la desaparición de ríos, arroyos y cañadas. Y a eso no escapan nuestros recursos marinos.
Hay mucha indignación entre la población porque el Sistema Familiar de Salud, que se anunció con bombos y platillos de que sería la panacea en su área, hasta ahora funciona en medios de grandes inconvenientes.
Porque no hemos tenido ni liberación nacional, ni revolución social, ni mucho menos reforma al mejor estilo social cristiano, tal y como se identifica por sus nombres los tres partidos tradicionales del sistema.
En resumidas cuentas, la inmensa mayoría de la población dominicana tiene una indignación de la que no ha dado muestras de sacar a flote. Y en caso de que lo haga, los resultados no se harían esperar.