Ya lo he dicho otras veces y lo repito porque no me cabe la indignación en el cuerpo: Que es denigrante, deshonroso, aberrante, incricitante, infamante, humillante, irritante, arbitrario, desproporcionado, ofensivo, que es un agravio, un oprobio, una afrenta y sobre todo una injusticia llamar prostitutas a los jueces.

Las prostitutas venden -o alquilan- lo que es suyo, lo que les pertenece de nacimiento. Hay más dignidad, más decoro en su oficio. Infinitamente más decoro en su oficio. No hay comparación posible entre unas y otros.

Entiendo que la frustración corra por las venas a raíz del no ha lugar en beneficio del gatofélix, o mejor dicho de los gatosfélix o gatosfelixes. Pero es que sólo los ilusos se hacían ilusiones. La regla es que los gatos proliferen en libertad y se comporten como dueños de la casa, como lo que son, dueños de la casa, dueños del país. Ahí están los gatos barcinos, los gatos ladinos, el gattopardo, los gatos andinos y los gatorade. Allí está el gatonel, el jefe de la manada de los gatorados, están ahí el gatorúa y el gattonetti, la gatarita y la gatadrina, entre muchos otros.

Está la gran manada de los gatosblancos, que incluye al tiburón ballena, al gatobaba, al gatojía, al gabadía y a toda una cofradía.

Y están también los gatos de Malaguer, el padre de todos los gatos, los gatos y las gatasguer, los gatodinos, el fatídico gatorís y paro de contar porque es inútil contar las olas del mar.

La red de la justicia, dice el proverbio, tiene grandes agujeros para que se cuelen los peces grandes. A la cárcel van los ladrones de salami. O los ladrones principiantes como los que menciona en “Epitafio de un ratero” el lúcido poeta D. Mariano Rementería y Fica:

Aquí por justa sentencia

yace un ladrón principiante,

que no robó lo bastante

para probar su inocencia

Ya sé que estoy lloviendo sobre mojando, pero entiendo, repito que entiendo la frustración y la indignación de la gente porque la gente que ha perdido o nunca ha tenido la capacidad de indignación no merece estar viva.

La indignación me inspira este sifilazo, ya lo dije. Con lo que no estoy de acuerdo es con el hecho de descargar la culpa, toda la culpa, sobre las trabajadoras sexuales. Eso me duele, me duele la infamia  que se comete ante los ojos de Dios y duele seguramente a Dios:

Atendiendo al mandato bíblico ellas se ganan al fin y al cabo la vida con el sudor de su frente…, para decirlo con un eufemismo colateral.

Y otra cosa:

Se equivoca Colombo -como se equivocó Cristoforo Colombo en sus cálculos- cuando afirma que este país "se jodió".

Está jodido hace tiempo.

Nota curiosa: Los versos de Rementería los escuché por primera vez de boca del siempre bien recordado Narcisazo Gonzáles -víctima del malaguerato- durante una breve estadía en la cárcel.