La Real Academia Española, define la transición como "Acción y efecto de pasar de un modo de ser o estar a otro distinto". Hoy podemos decir, que estamos dentro de esa transición política, finalizando la gestión de los gobernantes actuales, con el comienzo de líderes donde lo fresco y moderno es ahora la generalidad, teniendo un inicio formal el 16 de agosto del actual año. Efecto de unas elecciones donde el orden, el cuidado de todos nosotros y la transparencia prevalecieron.

Elecciones donde la Junta Central Electoral, demostró ser al final una entidad de palabra y con grandes obstáculos, pero nunca dejando de resaltar el carácter de la capacitación, para celebrar unas elecciones en medio de una pandemia. Desde el amanecer de aquel domingo hasta ese anochecer que concluyó con una plural decisión, se presenció un digno comportamiento ejemplar tanto del partido gobernante como de los partidos de oposición, quienes fueron ejemplos de lo que sería un momento histórico, de gran significado para cada dominicano y dominicana.

La Resolución No. 66-2020, declara los ganadores de las candidaturas del cargo a Presidente y Vicepresidente de las Elecciones Extraordinarias Generales Presidenciales. Como fruto de esta Resolución, resultaron electos Luis Rodolfo Abinader Corona y Raquel Peña Rodríguez, con un 52.52%, porcentaje que refleja una mayoría absoluta y como dice nuestra Constitución en su artículo 209, numeral 1: "Cuando en las elecciones celebradas para elegir al Presidente de la República y al Vicepresidente ninguna de las candidaturas obtenga al menos más de la mitad de los votos válidos emitidos, se efectuará una segunda elección el último domingo del mes de junio del mismo año". Finalmente, pudiendo apreciar, un escenario donde no fue necesaria una Segunda Vuelta Electoral.

La transición política, ha sido manejada de manera extraordinaria, donde el Presidente de la República como también el Presidente Electo, han podido dejar a un lado sus características de soberbia y orgullo, convirtiéndolas en enlaces y recibimiento. Esto es muestra de que la solución a este sin fin de crisis, de situaciones que actualmente son de necesidad básica, es velar por la salud de cada ciudadano y juntos trabajar arduamente por el éxito colectivo y no particular.

Tenemos el decreto 238-20, resolución que sin lugar a dudas es un modelo a seguir, por su coherente planificación y por lo tanto una debida transición, que deja a un lado los intereses personales y por fin se sienten las decisiones que no pierden de vista el desarrollo que venimos buscando desde hace años.

República Dominicana, nación donde lo que se propone se logra, donde la omisión es una constante atención, pero sobretodo, el pisoteo es un despertar. Sigamos caminando con la frente en alto y enfrentando las dificultades que nos van dañando, con el fin de ser un país en que cada estudiante reciba una educación de calidad, el sector de la salud sea uno cualificado y como producto tengamos hospitales de gran potencial, obras gubernamentales de las cuales cada uno de nosotros nos sintamos orgullosos de verlas prosperar, donde los derechos constitucionales no sean mencionados como una eventualidad y por último, pero no menos importante, un Estado que a partir de la pandemia crezca de manera social, política, económica y finalmente con una crucial reflexión.