(Apuntes para un manual de sociología barata)

Los indicadores de pobreza señalados en este escrito están más allá de parámetros económicos; incluyen: hábitos y valores. 

El desorden

Al momento de resolver dificultades, limita la racionalidad  y la lógica. Es una atmósfera propicia para la violencia, crea confusión, abuso de poder y falta de eficacia respecto al manejo del tiempo. Y lo que podría resolverse bajo la estructura de procedimientos, en el desorden se soluciona apelando al esquema de la “corrupción,” tráfico de influencia y gastos económicos innecesarios.   

La delincuencia social

No es solamente un producto de la pobreza material, contiene otros ingredientes relacionados a una estructura corrupta, instituciones difusas o disfuncionales (familia, escuela,  iglesia y Estado) Entiéndase como disfuncional: “hecho o fenómeno que produce consecuencias contrarias al buen funcionamiento de un determinado sistema social.” 

La corrupción

Cuando la corrupción es un virus que permea la cultura política, económica y social de un país, deforma la función del Estado y sus instituciones, empobrece a una nación porque se chupa el dinero del erario público destinado a la inversión social. Crea un modelo de sálvese quien pueda. Establece una cultura cotidiana dañina donde estafar o sacar ventajas se convierte en hábito cotidiano. Y es en esa atmósfera donde delinquir se convierte en un acto social-natural. 

La violencia social 

Es unos de los grandes flagelos de las sociedades modernas “tercer “mundista”. Sus causas están vinculadas a sociedades donde la  “marginalidad” social es estructural.  Se verifica con mayor intensidad en sociedades muy desiguales en sentido étnico, económico y socio-cultural.

La violencia social no es “delincuencia social”, contiene otros componentes: sociedades con instituciones públicas inoperantes y una población de “bajo nivel educativo.” Estos factores afectan la  convivencia y la comunicación; y, casi siempre crea atmósfera conflictiva que obvian los mandatos legales.  La violencia social se podría estudiar como una transferencia de clase en sociedades donde los más desposeídos no saben dónde ir ni qué hacer frente a un conflicto cotidiano. 

El fanatismo religioso

Este malestar está vinculado a la “ignorancia ancestral”, contiene reminiscencias medievales, se fundamenta en la pobreza material y de espíritu, no por casualidad encuentra sus mayores adeptos en sectores y sociedades empobrecidas y desiguales. 

El hacinamiento

Es de los peores males de la pobreza, enajena la percepción individual. Crea promiscuidad social, aturde la conciencia porque se actúa como parte de una masa que come, defeca y duerme, o sea, un multitud lejos de reconocer y respetar valores ciudadanos.

La chapucería

Es un ingrediente de la mediocridad, indicador A uno de la pobreza, no “consiente” que el individuo vea en los detalles. La chapucería es ausencia de calidad, las cosas se resuelven de forma general, sin profundizar en la integridad de la acción.

El sucio

El sucio y la pobreza son aliados inseparables, mientras más pobre es un país o sector es más sucio. El sucio nubla la visión del individuo,  crea una cultura de chapuceros,  personas mediocres  que no aprenden a diferenciar la pocilga del “paraíso.”

La mentira

Mentir como acto cotidiano es típico de personas y sociedades irresponsables donde la palabra no tiene ningún contacto con la acción. Son excusas y explicaciones falseadas de la “realidad”, sobre todo cuando no se ha cumplido de forma honesta y honrosa con el sentido del deber.

El abuso de poder

Está estrictamente vinculado a sociedades poco equitativas y “sub-desarrolladas” donde el que menos puede es el que menos tiene. Donde el tráfico de influencia y el dinero está por encima de los procedimientos legales.

La ostentación

Es un muñeco gigante lleno de aire, típico de sociedades que asocian derroche material y obras aparatosas con desarrollo y modernidad. Es una exageración superficial exhibicionista.  Es pobreza simbólica que confunde forma con esencia, asocia la integridad de la riqueza con el derroche de dinero.