Según el Diccionario de Uso del Español de María Moliner la “congruencia” expresa “la relación lógica entre dos acciones o dichos”. La “incongruencia” expresa la falta de acuerdo, relación o correspondencia entre acciones o relatos, refiriendo el diccionario a los términos desacuerdo, ilógico, incoherente e incompatible.
Cada día nos enfrentamos a incongruencias diversas. Anoté algunas de las que más me han llamado la atención en los últimos días.
Una de ellas es permitir que el portavoz oficial del gobierno proclame, desde propio el Palacio Nacional, que hay un sentir nacional por la reelección cuando tal posibilidad está expresamente prohibida por la Constitución.
Las otras las enumero a continuación.
Empezar a construir la casa por el tejado hablando de “revolución educativa”, cuando las bases o fundamentos de esa revolución están por verse.
Realizar una campaña millonaria financiada con fondos públicos para demostrar que el carbón es una energía limpia cuando se trata del combustible fósil más contaminante y que más contribuye al calentamiento global.
Recurrir a la desgastada teoría del complot para justificar la no obtención del financiamiento para las plantas de carbón en vez de reconocer que los grandes organismos internacionales de financiamiento han definido políticas contra el carbón por su carácter contaminante.
Defender la sentencia del Tribunal Constitucional sobre la nacionalidad y desacatar el fallo del Tribunal Superior Administrativo sobre la licitación de las plantas de carbón.
Luchar por la preservación de Loma Miranda y mirar para otro lado con las plantas de carbón.
Que en un ministerio de Medio Ambiente no se sepa que en las áreas protegidas no se retiran los árboles quemados o abatidos en ningún país del mundo.
Esconderse detrás de la incapacidad o irresponsabilidad del Ministerio Público para justificar la no actuación frente a la corrupción.
Decir que se va a hacer lo que nunca se ha hecho y mantener en sus cargos a personas que siguen haciendo lo que siempre han hecho.
Afirmar que se rechazan los privilegios y mantener y beneficiarse del inconstitucional barrilito.
Confundir la opinión pública a golpe de estadísticas enredadas sobre pobreza y vulnerabilidad.
Destruir la clase media con medidas fiscales insostenibles.
Censurar por obscena la presentación de una artista extranjera en un lugar cerrado y permitir que los más vulgares espectáculos se presenten a cualquier hora por las televisoras nacionales.
Querer estar bien con Dios y el diablo.
La lista podría extenderse. Me detengo aquí con la seguridad que cada uno de los lectores de ya estará pensando en muchas otras incongruencias que le han chocado en estos últimos días.