El reporte que indica que el 98.6% de los estudiantes que participaron en las Pruebas Nacionales reprobaron es alarmante.  Y debe serlo, pues sabemos que los cambios necesarios para lograr una sociedad justa y equitativa, con estabilidad economía  y social dependen, esencialmente, de la educación de sus ciudadanos.

El problema es que la educación, además de garantizar la sostenibilidad de la nación como tal,  amenaza la continuidad del status quo y la supervivencia de los partidos políticos y sus candidatos, quienes son los llamados a garantizarla.

Ante este dilema, los partidos y candidatos inseguros de sus habilidades y del arrastre político que poseen, deciden usar la demagogia para aparentar que gobiernan en favor de la educación mientras hacen todo lo posible por estancarla.

Las pruebas están escritas en los gobiernos del PRD, PRSC y el PLD.

Por ejemplo, en su discurso del 5 de febrero del 2001 al introducir la política social de su gobierno, el Presidente Hipólito Mejía declaró que “la educación es la vía esencial que tenemos para librarnos permanentemente de la pobreza. Es también la vía para alcanzar el crecimiento económico con equidad que conduce al desarrollo integral.”

Leonel, después de declarar en el 2005 que “la educación dominicana está en una crisis preocupante”,  y en su afán por convertir el país en un “Nueva York Chiquito”, prometió actualizarla ofreciéndole al país computadores en todas las escuelas públicas, educación “bilingüe” en todos los rincones del país y educación “obligatoria” y gratuita hasta el bachillerato.

Recientemente, en el 2013,  el Presidente Danilo Medina, siguiendo los pasos de sus antecesores declaró, descaradamente,  que va  a “empezar a enderezar el rumbo de nuestra educación, tan mal calificada por las evaluaciones internacionales.” Y digo descaradamente, pues el Presidente sabe muy bien que tanto él como Leonel y el PLD son parte de los responsables de la calamitosa situación en la que  ellos, los políticos, han hundido nuestro sistema educativo.

Danilo Medina, en su discurso del 27 de febrero, anunció su “lucha contra la pobreza y la desigualdad.” Y aunque la parte de desigualdad es fresca,  la lucha contra la pobreza desde los centros educativos no es nada nuevo, y hoy, el resultado de esas luchas pueden leerse en el sombrío y decepcionante reporte de la Fundación Pensar y Crecer, que, irónicamente, preside un exministro de Educación; el Señor Melanio Paredes.

A los que todavía tienen  fe en el sistema, puede resultarle extraño que después de tantos discursos, después de tantas luchas, después de tantas declaraciones en favor del saneamiento educativo nacional, la situación, en lugar de mejorar, ha empeorado llegando a niveles vergonzosos.

Sin embargo, a las víctimas del nefasto sistema no les resulta nada extraño. Ellos son y han sido víctimas del abandono y de la apatía de las autoridades educativas. Ellos han vivido la denigrante experiencia de educarse en condiciones insoportables y con un currículo irrelevante y desconectado de la realidad.

Muchos de los jóvenes citados en el vergonzoso reporte ven, rodeados por familiares y amigo con títulos universitarios  y sin empleos, como los beneficios de una buena educación se desvanecen detrás de las diabólicas cortinas del nepotismo, tráfico de influencia y corrupción.

Además, ¿por qué pretendemos que el Ministerio de Educación sea un ejemplo digno a seguir si ésta, al igual que los demás Ministerios, está bajo la influencia de los mismos políticos que venden, entregan o desfalcan los bienes del Estado?

Solo basta comparar el sistema educativo con el sistema carcelario, con  el de salud, el de vivienda, el de energía, el vial,  el de trabajo, el de pensiones, el de alcantarillado, el pluvial, el de agua potable o con cualquier otro sistema público para entender que nuestro problema no es exclusivo del Ministerio de Educación.

La mayoría de estos servicios son horrendos e inaceptables. Tan inaceptable como lo son el salario de los maestros, el currículo, los libros integrados, las condiciones de los recintos escolares, los equipos de laboratorio y el material gastable,  la preparación de algunos maestros, la influencia política, el desfase entre los exámenes y lo enseñado y en fin, la falta de participación de la comunidad en sus escuelas, la pobreza, la ignorancia y/o la dejadez de algunos padres.

Como se puede notarse, nuestros problemas son muchos pero, la mayoría de estos, se resolverían fácilmente, o se aliviarían, si resolviéramos el problema de educación. Sin embargo, resolver el problema educativo requiere la participación del pueblo, pues es un problema de clase, de dominación y de sistema político.

Pero, ¿por qué el pueblo no reacciona? o ¿por qué, los que reclaman sólo exigen que se atiendan elementos que por sí solos no resolverán el problema?

Sencillamente porque el problema es de clase, es de dominación, es de sistema.

El aumento de salario a los maestro, los cambios en el currículo, las tanda extras, los uniformes, las computadoras en las aulas, etc., por sí solo no resolverán nuestro gigantesco problema educativo.

¿Necesita el pueblo más pruebas para comprender por qué, los problemas que afectan nuestro sistema educativo no han sido, no son, ni serán resueltos por ningún gobierno salido de  las entrañas del mezquino y empobrecedor sistema capitalista?

Nuestro problema educativo no es del 4% o del 8 % del PIB.

¡Nuestro problema es político, es de clase y este sólo se resuelve, como están las cosas, en las urnas y con un pueblo concientizado!

Pero, basado en lo anterior, ¿qué  gobierno lo va a concientizar? ¿Cuándo?

Sólo las organizaciones de izquierda que entiendan lo delicado de la situación podrán desbordarse, con el mensaje en la mano, para concientizar y des-educar a los millones de dominicanos que, por ignorancia o por necesidad, deciden apoyar, electoralmente, a los responsables de sus calamidades.

Una vez lograda esta difícil pero alcanzable meta, un gobierno elegido por y para el pueblo no tendrá dificultad para ejecutar las medidas necesarias para mejorar nuestro malogrado sistema educativo.

Estas medidas y el orden en que deben ser aplicadas pueden ser:

1.  Eliminar la política y a los políticos

Cerrarle las puertas a la política, al partidismo y a los intereses económicos y grupales.

2. Rescatar el valor de la educación.

Es importante educar al pueblo acerca de la importancia de la educación. Ver la educación como algo importante es casi exclusivo de la clase media alta y los ricos del país.

3. Rescatar los recintos educativos.

Muchas de nuestras escuelas son refugios de gangas, otras carecen de servicios sanitarios y algunas hasta de techos.

4. Rescatar la profesión de maestro.

En nuestro país ser maestro es una “deshonra”. Tan bajo nivel de respeto hacia los maestros ha alejado a profesionales capacitados del magisterio.

5. Rediseñar y actualizar el currículo.

El sistema educativo debe adaptar su currículo de forma que satisfaga las necesidades, en recursos humanos, de la nación.

6. Material didáctico apropiados

Producir nuestros propios materiales didácticos, eliminando las corporaciones del proceso de aprendizaje.

7. Programa Deportivo

Institucionalizar un programa deportivo en los diferentes niveles que ofrezca la oportunidad de competir a nivel local, regional y nacional.

8. Actualizar las herramientas indicadoras de resultados de forma que sirvan de control de calidad y de base para reajustar las variables necesarias con el propósito de obtener el resultado deseado.