La vieja frase de Ramón de Campoamor de que “…en la vida nada es verdad, ni nada es mentira, todo depende del color del cristal a través del cual se mira” es un axioma. Podemos asumir demostraciones de argumentos sólo dejando sobre la balanza lo que se desea pesar. La economía es una ciencia social y como tal la conducta humana tiene un peso específico significativo que no debe soslayarse nunca. Los aspectos cuantitativos nos muestran escenarios y tendencias que deben ser analizadas, indisolublemente, de manera conjunta.
Continuando con nuestros humildes comentarios apreciamos que el modelo básico del análisis se basó en los diferenciales de las tasas de inflación de los dos países con respecto a la inflación de los Estados Unidos, como principal socio de ambos naciones y de lo que significa analizar un modelo que evalúe el choques externos comunes, además de un modelo ampliado que implica, en adición a las variables anteriores, el precio mundial del petróleo, el tipo de interés real de los Estados Unidos, el intercambio real bilateral y las relaciones crédito / PIB del sector privado, con criterios explícitos y restricciones sobre el grado de interacción entre estas variables y estimadas técnicas estándar.
En general, para el autor, y lo entendemos como argumentos muy objetivos, las respuestas a los impactos externos indicaron que las variables externas no parecen generar patrones claros y comunes en las variables domésticas, lo que sugiere una sincronización limitada del ciclo de negocios entre los dos países en respuesta a la ocurrencia de choques externos comunes. Este es también el caso de los efectos indirectos de un país a otro, excepto en lo relativo a los impactos inflacionarios en la RD, que parecen derivarse de manera rápida en la tasa de inflación en Haití. Dada la alta dependencia de bienes de consumo masivos (Alimentos).
Esto muestra, a juicio del autor, que tanto en el análisis preliminar como los modelos de análisis más formales sugieren que en esta etapa (2010) no se satisfacen varios criterios económicos para que los dos países se beneficien plenamente de una UEM o un Acuerdo pleno. Por ejemplo, la falta de similitud en el proceso de respuesta y los choques, tanto externos como internos, pueden reflejar respuestas políticas muy disímiles en los dos países, por las naturalezas y fortalezas de ambas. Además, si los impactos no son atendidos de forma inmediata, el efecto puede ser muy nocivo para los dos países, al no contar y aplicar una política común. Esto será potencialmente más negativo para la economía que más aporta, la cual será la que también tendrá mayores posibilidades de rebasar problemas. Pero si estos problemas persisten y su ciclo es muy repetitivo, entonces el debilitamiento crecerá y las opciones de empuje se reducirán. Hoy en el 2017, esa etapa muestra variables que aún están lejos de satisfacer un proceso de acuerdo viable y saludable tanto para uno como para el otro.
A manera de conclusión, desde una óptica técnica es un análisis muy bien estructurado, sugiriendo varios criterios económicos no satisfechos para que los dos países se beneficien plenamente de una unión económica y monetaria. Pero se asumen datos no reales que al ser utilizados como base distorsionan las conclusiones. Todo a pesar de que se insiste en el carácter endógeno de la mayoría de estos criterios, asumiendo también el grado de sincronización de los ciclos de negocios, lo que le hace entender que sea necesaria una agenda, a mediano plazo, para la integración.
El Informe denota incongruencias en fechas y acontecimientos históricos, algunos tratados desde una visión muy proclive a Haití y sus intereses.
Aunque es parte fundamental de un análisis como éste, es de rigor señalar que la República Dominicana hace mucho que no sufre de incertidumbres cambiarias o monetarias, por lo que una unión lejos de ayudar puede tornase como un problema.
Por ejemplo, el caso de Alemania Occidental y República Democrática Alemana (Alemania Oriental) en el proceso de fusión de sus economías. Dada la opacidad de la Alemania Oriental, la absorción fue tal que afectó sensiblemente la economía de la Alemania Occidental. Para ese caso, la tercera economía del mundo pudo soportar el embate negativo dado el poder, versatilidad y reservas. Además, de la base, aunque distorsionada, pero bien educada y disciplinada de la otra Alemania. Esa realidad dista mucho de nuestra isla y sus particularidades.
Reiteramos que entendemos que los argumentos técnicos están muy bien diseñados y presentados, aunque con algunos datos históricos y sociales distorsionados. Definitivamente, las conceptualizaciones conclusivas no convencen ni llenan las expectativas que puedan derivarse, en su conjunto, en ventajas para la RD. Lo que sí podría mejorar significativamente es el problema migratorio, ya que se generarían más oportunidades de empleos, por el posible aumento de la inversión extranjera en Haití. Quedando pendiente lo relativo a la seguridad jurídica.
Para la RD las ventajas son pocas, aunque interesantes. Los sacrificios muchos y muy riesgosos, por lo que nos parece una propuesta, en este momento y por un largo plazo, de materialización improbable.