Como cada 12 de agosto desde que fue instaurada la fecha, se celebró el Día Nacional de las Zonas Francas Industriales establecidas en el país.  Con ese motivo tuvo lugar una misa conmemorativa con una nutrida asistencia de público, donde se reconoció tanto a los empresarios como a los trabajadores  que laboran en las mismas.

Los aportes de este importante sector fabril en términos numéricos son reveladores y no requieren de mayor ponderación. Al presente, el país cuenta con sesenta y ocho parques industriales distribuidos en distintos lugares de la geografía nacional donde se encuentran instaladas  y en operación  645 empresas.

El volumen de exportaciones que generaron esas empresas durante el pasado año equivalió al 55 por ciento del total nacional con un ingreso en divisas que alcanzó la cifra de 5 mil 493 millones de dólares.  La nómina laboral registra más de 165 mil empleos directos y aproximadamente unos 300 mil que se benefician de manera indirecta. El pago en salarios y compra de insumos locales suma un  significativo valor agregado, tanto a la economía nacional como de las comunidades donde se levantan los parques.  De igual modo, de resaltar el intangible adicional, pero igualmente importante, de la transferencia tecnológica y la capacitación del personal.

Son cifras que para finales de año serán superadas con la instalación de 28 nuevas empresas autorizadas para instalarse y la creación de ocho parques adicionales que agregarán 12 mil 797 nuevas plazas de trabajo. Para el 2018 ya han sido aprobadas y entrarán en operación nuevas empresas y otros cuatro parques que sumarán miles de nuevos empleos.

Es una tendencia de sostenido crecimiento que se repite de año en año, desde que el sector entró en un vigoroso proceso de recuperación después de la grave crisis internacional provocada por la estrepitosa caída de la bolsa de Wall Street.  En ese entonces, varias empresas de zona franca requirieron y recibieron apoyo estatal para continuar operando, e inclusive el subsidio por el gobierno de parte de la nómina laboral, a fin de evitar la amenaza de cesación en sus puestos   de varios cientos de trabajadores.  Miles de millones de pesos fueron destinados a este fin.

Un detalle importante es que la producción de las empresas de zona franca que en sus primeros tiempos se concentraba en su mayor parte en la confección de textiles, hoy muestra un patrón de diversificación que va desde equipos médicos hasta componentes electrónicos y otros renglones de avanzada tecnología.  De esta forma se incrementa su nivel de competencia.

Haciendo un breve repaso por la historia de las zonas francas industriales en el país, recordemos que la primera, promovida por la Gulf and Western, propietaria entonces del central Romana, se instaló en esa ciudad en 1969.  La segunda, cuatro años más tarde, en San Pedro de Macorís, surgió bajo los auspicios del sector público a través de la Corporación de Fomento Industrial.

Paralelamente, ese mismo año, 1973,  fue creada la Zona Franca Industrial de Santiago, la de mayor extensión del país, que ocupa un área superior a un millón de metros cuadrados. Este complejo fabril fue iniciativa de un grupo de  emprendedores empresarios agrupados en la Asociación Pro Desarrollo de Santiago, presidida por Víctor Espaillat Mera, cuyo nombre fue otorgado al parque en honor a su memoria.

A partir de esos inicios, las zonas francas industriales iniciaron un proceso de vigorosa de expansión que al presente va en continuo aumento, donde es de justicia reconocer el trabajo de promoción que llevan a cabo las autoridades para atraer nuevos inversionistas en un mercado regional de tan elevada competencia.

Al saludar la celebración de su día conmemorativo,  es oportuno resaltar la importancia que revisten las zonas francas industriales en continuo proceso de crecimiento.  Ellas son fuente generadora de exportaciones, divisas y empleo.  Y al igual que el pujante sector turístico, constituyen uno de los principales puntales de la economía nacional.