Desde la década de los setenta, y antes, los difusores del pensamiento conservador han estado creando y subvencionando con miles de millones think tanks, fundaciones, centros de estudios e investigaciones, ongs, webs y etc., con el fin de tener la hegemonía en el pensamiento de la gente.
Se busca lograr que las ideas conservadoras calen no solo en sus nichos tradicionales-clases sociales propietarias y asalariados de altos ingresos- , sino que lleguen a calar en sectores que contribuyen a la reproducción de ideas y, por tanto, que conforman la socialización de jóvenes (desde primaria hasta estudios universitarios).
Posterior a la fuerte rebelión juvenil e intelectual de fines de los años 60, que tuvo su cima en “mayo del 68”, entendido como símbolo de alzamiento y rechazo de la sociedad de consumo, de la cosificación y de la alienación. Y que en los países de la periferia capitalista, se tradujo en la sublimación de la violencia armada como el “único camino” a la redención social. Todo ello con una mezcla ideológica de marxismo, leninismo, anarquismo, blanquismo, ultra izquierdismo y culto al fusil.
En los 70, después de la crisis del petróleo, se produjo una reacción anti marxista que se expresó en los llamados nuevos filósofos, los teóricos del discurso y la desconstrucción, pasando por lo que se vino a llamar posmodernismo, que rechazaban no sólo el marxismo por ser un gran relato antiguo, sino la ideas de la Ilustración y del progreso, ya que, según ellos, era una trivialidad enfocarse en los cambios sociales, ya que, como se afirmaba: lo único que hace una revolución es cambiar una dominación por otra. Y al final el individuo cae siempre en las redes de una sociedad punitiva.
En el plano económico todas las redes de socialización neoconservadoras se enfocaron en tratar de borrar del mapa intelectual el keynesianismo, ya que éste era el que proporcionó las ideas del New Deal, el famoso nuevo trato de Roosevelt, causante de una gran intervención del Estado en la economía, de impuestos muy elevados a la riqueza y a las rentas más elevadas.
La moda opuesta era el monetarismo, la economía de la oferta, bajar los impuestos a los que más tenían, el estado reducido al mínimo (salvo en lo militar, claro) y, acabar con esa “fábrica de vagos y maleantes” que son todas las políticas sociales. El que no pueda vivir que se muera o que trabaje por lo que sea. Nada de salario mínimo.
Mientras, las izquierdas dormitan y sueñan en las tomas de Palacios de Invierno y en convertirse- los jefes de la miríada de sus partidos-, en émulos de Lenin, para ser luego encarnaciones de Stalin; las derechas, siguen indagando pragmáticamente como mantener su hegemonía ideológica conservadora. Como asegurarse la mayor legitimidad posible. Porque saben que mantener un sistema de dominación implica que el mayor número posible de gente crea que éste es el mejor o el único sistema posible.
Esta necesidad se les vuelve imperiosa con los numerosos desafíos que se les presentan. El fenómeno Bernie Sanders quien, por segunda vez, en la carrera presidencial demócrata ha demostrado que con ideas demócratas socialistas, se puede llegar a millones en el país y que otra vez más, el Comité Director del Partido Demócrata ha tenido que poner toda la carne en el asador, y todas las barras en las ruedas, para que Sanders no fuera el candidato presidencial para 2020.
Conscientes de lo que ocurre, los altos estrategas del neoconservadurismo con sus expertos en análisis de inteligencia política han activado sus escuchas para reaccionar a las desafecciones al sistema establecido: la popularidad ya no sólo de Sanders sino lo que han calado sus ideas socialistas democráticas, por ejemplo, la representante demócrata de NY, Alexandra Ocasio Cortéz, AOC, le ganó con un 70% de los votos las primarias a una contendiente Demócrata pero neoliberal.
El caso de George Floyd que fue un revulsivo para el despertar del país a los abusos del racismo cotidiano, profundamente instaurado no solo en las mentes de muchos policías sino de amplios sectores de la población, que identifican piel negra con crimen, asaltos, peligros y todo tipo de felonías.
Sin embargo, es harto sabido que si bien los negros llenan las cárceles de USA, los grandes delincuentes- los que roban cientos de millones, los que defraudan, los que lavan el dinero del delito y evaden en paraísos fiscales-, son blancos y millonarios. También son ellos los que- por detentar las posiciones de poder en las empresas y otras organizaciones-, acosan a mujeres- aunque sean famosas y millonarias-. Los que las violan, so pena de ver frustradas sus carreras profesionales, y en las empresas que dirigen se convierten en los que les plantean a las mujeres trabajadoras el dilema: “you fxxk or you’re fired”.
Hoy después de la crisis de 2008, de todo lo que traerá en lo económico y social el covid-19, plantearse ganar la hegemonía o mantenerla, no es algo teórico y abstracto, es lo más práctico que hay. La derecha conservadora no descansa en su tarea de hormiga. ¿Y las izquierdas? Muy bien, gracias.