Nunca tuvimos ese juguete en casa, aunque recuerdo el momento que lo conocí al mudarnos a la calle La Cantera. Pasó fugaz por mis manos, esperando un turno junto a los niños del barrio, queriendo descubrir por breves minutos las maravillas que escondía. Antes de la alfabetización, las imágenes son las consonantes y la música las vocales de los niños chiquitos.

Me ibas comentando lo que me mostraba el visor mientras pulsaba el obturador, que con cada giro revelaba agradables sorpresas. En esa, como en otras ocasiones de descubrimientos, no siempre gratos, has estado siempre a mi lado, a pesar de que migraste desde hace décadas lejos de casa; y yo, hace poco, a un tercer punto distinto del solar que nos juntó al crecer.

Si mi memoria no me traiciona, el dispositivo visualizador de discos de imágenes era propiedad de nuestra querida vecina, y tu compañera de aula, Miguelina Coronado; siempre tuvo fantásticos juguetes y un generoso corazón para compartirlos. Esa noche, frente a su casa, estábamos la pandilla completa, los Ginebra, los Bonnelly, los Mitchell y los Noboa, queriendo echarle mano al juguetito de Miguelina.

Imágenes en view-master

La rueda de la vida se repite como las diapositivas estereoscópicas de aquella noche. Por las treinta y cinco vueltas alrededor del sol que siguieron a tu salida del país, ser uno de los hermanos de Amandita nos ha colocado, donde sea que vayamos, en la fila de obsequiados momentos de las personas. Como los juguetes de nuestra niñez, la gente que te quiere nos ofrenda su afecto. Es su modo de seguir cerca de ti.

Ese —dile a Amandita que yo le mando recuerdos— acompañado de un semblante alegre, me dice que algo grato se proyecta en la mente de esas personas cuando me hablan de ti.  Como yo, la noche en que tomé los anteojos de ese juguete, andan mirando en su cabeza cosas increíbles vividas a tu lado.

Cada niño y niña de nuestro viejo cul de sac, del colegio, de la extensa familia Noboa y los menos en número, pero no en intensidad, primos Pagán, que llegaban a casa a compartir, tenía un cariño especial para ti.

Tu liderazgo temprano para los deportes, las veladas musicales o los juegos de mesa, hacían al tímido atreverse y al osado respetarte. En el caso de los adultos, te resultó sencillo ganarte su confianza porque te afanaste en entenderlos hasta convertirte en un reflejo práctico de su autoridad. Fue especialmente tierno tu vínculo con tía Afaba (Isaura Noboa Herasme, EPD).

No sé en qué momento pasó, si entre los viajes por la carretera polvorienta que nos llevaba hasta el pueblo fronterizo natal de papi o las trepaderas por las lianas de los árboles de nuestra calle, con los traviesos los primos "paganes", ataste un lazo fuerte con cada una de esas personas, grandes o chiquitas.

Tu lejanía no lastimó esa alianza, en especial con nuestra querida prima Guille, tu casi hermana y ni hablar de tus grandes amistades del colegio Jazmín, Olguita, Teresa, Muriel, Paula, Pily, Sandri y otras más, que quedaron en Santo Domingo.

De los cuatro hermanos, Leticia es la mayor, soberana de buenos fueros y tu gran aliada. Sin embargo, en un entendido sin palabras, papi y mami advirtieron tu vocación temprana para incentivar, enseñar, dar ánimo o seguridad, en especial a los que éramos hermanos y primos más menores. Tu papel de guía de Pietro y Edgar, hijos de nuestra adorada Afaba, ida a destiempo, fue para mí una lección de amor.

Te dejaron ser nuestra primera ministra. Sin necesidad de aprobación de los papás, teníamos y todavía tenemos una plena confianza en tu buen juicio, incluida Leticia y nuestra querida Ángela, a pesar de ser mayores que tú.

Hoy, eres la concellieri. No hay sobrino que no haya pasado por tu mesa de asesoría, desde la mayor, Alicia, hasta la pequeña Vero, incluidos los de mi casa.

Tu rol en momentos de inocente travesura sin la presencia de los padres, es el mismo que ocupaste con la llegada de su vejez y finalmente, su desaparición física. No importa dónde estés, te llamamos e involucramos en la solución de nuestras adversidades. No queremos tampoco que te pierdas ni una de nuestras alegrías, las que te compartimos en imágenes fotográficas.

No he recordado ese juguete por el hecho de que nunca lo tuvimos. Nuestros Reyes Magos de clase media, con sueldos chiquitos, nos dieron los que su economía les permitió; y con ellos, valiosas anécdotas de sus respectivas historias de infancia de menos abundancia. Entendiste al vuelo esa enseñanza y desde temprano le diste un relativo valor a los teneres.

Leticia va a decir que me invento estas cosas, pero fue cierto que un Día de Reyes en que tía Leticia, su tocaya, llegó con regalos, yo de malcriada lloré porque me gustaba más la sombrillita que te dejaron en su casa, que la muñeca que me tocó. Ya sabes, desde niña me gustaban colgarme accesorios y barajitas. Sin pensarlo ni dos minutos me la regalaste, sin pedir nada a cambio.

Ese desprendimiento conmigo y con otros es una constante de tu carácter. No he conocido otra mujer menos interesada en las tenencias que tú. Eres acaudalada en el gozo de disfrutar lo que no se asienta en inventarios patrimoniales, que las pertenencias llegan a estorbarte. Te he visto regalar un montón de cosas, para andar como eres, cada vez más ligeramente feliz por la vida.

La inspiración que me ha hecho recordarte junto a las imágenes en el view-master, son las fotos y videos que casi a diario me compartes de tu primera nieta y envidiable muñeca de carne y hueso Isabel Grace (Izzie), a través de WhatsApp. Te la quisiera robar igual que aquella sombrillita.

Ella, la primera bisnieta, en su atmósfera candorosa, jugando y sonriendo a la cámara, trajo en su mirada profunda como la tuya, la más reciente visión que completa mi juego con los giros de los días y los años.

Esa noche en el barrio, con muchos niños queriendo agarrar el view-master para ver por breves minutos ciudades, océanos, autos, planetas y animales, me ibas explicando lo que veía rápidamente, antes de agotar mi turno. La rueda de la vida ha seguido tornando aprisa. Todo pasa pronto, solo nos sirve disfrutar y aprender lo que se nos presenta.

Lo asombroso ha sido tenerte en toda ocasión cerca para comentarte mi visual. También alcanzar a ver la tuya. En la de este año te veo rodeada de Jorge, Marcos, Lindsey, Marcel, Maty y la pequeña Izzie, plena y feliz.

Y como a ninguno de los que te conocemos nos sorprende, dedicando el nuevo tiempo libre, luego de encaminarlos a ellos, para estudiar, certificarte y servir como career transition & leadership coach y entusiasta activista de la campaña Biden-Harris, para ayudar en tu comunidad urbana. ¡Esa es mi hermana!

El riel de la realidad no siempre es grato como las filminas del view-master. Como hermana grande, no has pretendido tener sabidurías para explicar los nuevos episodios del carrete. Tú has estado ahí para que nunca esté mirando sola a través de un hueco oscuro; para que no me atreva a retirar la mirada a las vueltas del ser y estar; y, para que, ni por un segundo, deje de seguir rotando el obturador y descubrir qué sigue. Celebro esa dicha.

Felices sesenta giros alrededor del sol a mi view-master e irrepetible Amandita.