Entre los múltiples paradigmas que marcan el devenir de este Siglo XXI en que nos encontramos, el cuidado de la imagen es uno de los que provocan mayor atención y preocupación tanto  a nivel personal como institucional, dejando en ocasiones atónitos a muchos estrategas quienes no saben qué hacer cuando se presenta la ocasión de una crisis inesperada a su empresa u organización. 

La tendencia es a continuar pensando que la solución se encuentra en la aplicación de las mismas técnicas y los mismos métodos utilizados en épocas pasadas, cuando las consecuencias de perder el aprecio del público era hasta cierto punto predecible, controlable y restablecido con relativa facilidad. 

Los entendidos en la materia aseguran que históricamente el tema de la imagen corporativa se ha circunscrito al área de diseño grafico, con especial atención puesta en la selección del nombre de la empresa, la tipografía, el diseño del logo, las reglas de uso del mismo, la aplicación de los colores y otros temas relacionados. Esta práctica se considera hoy insuficiente debido a que no responde a las exigencias de un mundo global sin fronteras, dinámico y de relaciones interculturales, en el cual operan hoy un creciente número de empresas y organizaciones de todo género y naturaleza. 

Ahora se requiere la puesta en marcha de una aplicación llamada "Gerencia de Imagen Corporativa", una disciplina de manejo integral que prepara a la organización, sea esta de gestión de negocios, institución no lucrativa, organización política, gobierno o de cualquier otra índole, para que pueda competir por la obtención de recursos, asociados, clientes y participación de mercado en estos años tempranos del Siglo XXI. 

La realidad es que quiérase o no cada organización tiene una imagen corporativa y cuando esta es diseñada y manejada adecuadamente, esa imagen reflejará con la deseada precisión el nivel de compromiso de la organización con la calidad, la excelencia y las relaciones con sus diversos públicos incluyendo clientes actuales, potenciales, empleados y futuros directivos, así como con competidores, socios, cuerpo dirigencial y el publico en sentido general. 

En definitiva la imagen corporativa debe ser contemplada desde la perspectiva de marketing, en lugar de una perspectiva de diseño grafico, fundamentado en la necesidad de las compañías de adecuarse a las exigencias de este nuevo Siglo. 

Se requiere un entendimiento de que esta imagen es una preocupación estratégica que pudiera tener un impacto directo en el nivel de éxito logrado por la organización mediante sus otros esfuerzos de marketing y manejo gerencial, así como la realidad de que una imagen corporativa necesita ser integrada a la organización en todos sus niveles.