El cine es conocido como un método de contar historias, tal vez la forma más famosa que existe hoy en día. Con el pasar del tiempo el cine y la tecnología nos han dado un sinnúmero de avances para poder ver el mundo. Comenzando por el sonido, el color, la alta definición, el 3D. Sin embargo, aunque los métodos mejoren y los artistas se ingenien nuevas formas de contarnos cuentos, estos cuentos son todos las mismas historias repetidas.

Tomamos a Romeo y Julieta de William Shakespeare y lo podemos encontrar en más de 5000 películas hechas; “el chico que se enamora de la hija del enemigo”, Titanic, Twilight y (para poner un ejemplo dominicano) Cristo Rey son  ejemplos comerciales de esto. Si nos sentamos a pensar no hay una historia original. Son una serie de repeticiones de aproximadamente 20 historias en el mundo. Pero no es la historia lo más importante. Ésta es solo el medio que usamos, junto al tema humano que nos hace relacionarnos sentimentalmente. Lo importante es el mensaje.

Hace unos días vi por primera vez la película “Tren nocturno hacia Lisboa” del director Bille August.  Una película no muy famosa pero con un mensaje pesado.   Raimund Gregorius (nuestro protagonista) es un profesor universitario suizo que abandona su vida monótona para investigar la vida de un joven revolucionario portugués fallecido llamado Amadeu de Prado. Amadeu fue un joven intelectual oligárquico en el tiempo de la dictadura portuguesa de Oliveira Salazar que se opuso a los pensamientos de la dictadura para proteger la igualdad del pueblo.

Si nos ponemos a investigar el personaje de Amadeu de Prado es una réplica del poeta español Federico García-Lorca. El joven de la Oligarquía que se echó su mundo en contra para poder hacer al pueblo entender que Igualdad, Justicia y Libertad son más que palabras, son perspectivas.  Amadeu de Prado, el joven que pidió que en su tumba escribieran “Si dictadura es la realidad, Revolución es un deber” hizo a Raimund Gregorius entender que se hace en la vida lo que se sienta correcto y se protege esa decisión con la muerte.

Lo significativo de las películas no es la historia, es el mensaje que viene con ella.

El mensaje de igualdad, de la libertad, de sacrificio, de amor. Podemos transmitir una causa patriótica o un sentimiento religioso, podemos llevar fe como podemos hacer perder esperanza. Podemos manipular las masas, como también llevarles la verdad. Lo importante es que el mensaje siempre toque el corazón.