En su obra “La Iglesia católica y la política del poder en América Latina”, en la que presenta el caso dominicano en perspectiva comparada, Emelio Betances, sostiene que la participación del clero en el movimiento de la independencia dejó el legado de su influencia en la Constitución de la República Dominicana de 1844. En ese sentido, recuerda que la Asamblea Constituyente tenía 29 miembros, ocho de los cuales eran sacerdotes y que el presidente de la asamblea, Manuel María Valencia, se consagró sacerdote católico cuatro años más tarde.
Como una demostración de la influencia de los sacerdotes en los debates y en la redacción de la primera Constitución dominicana, el referido autor pone como ejemplo que la comisión responsable de los aspectos ideológicos estaba compuesta por cinco miembros, tres de ellos sacerdotes, los cuales tuvieron un importante papel en asegurar que la católica fuera la religión oficial del nuevo Estado independiente.
Desde entonces, la Iglesia Católica ha jugado siempre un rol de primer orden en los hechos más trascedentes de la nación. En ese sentido, es innegable la extraordinaria influencia de quienes les ha correspondido encabezar la iglesia católica, desde el vicario general, Tomás Portes (1830-1848), hasta el actual arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria.
A lo anterior se suma, como una muestra del poder político que ha llegado a concentrar la Iglesia, el hecho de que los destacados arzobispos metropolitanos de Santo Domingo, Fernando Arturo de Meriño y Adolfo Alejandro Nouel, llegaron a ocupar el cargo de Presidente de la República.
Esta notable influencia política de la Iglesia Católica fue consolidada en el año 1954, con la firma del concordato con el Vaticano, que convirtió a la República Dominicana en el primer país latinoamericano, seguido por Colombia en 1973, en firmar este tipo de acuerdo con la Santa Sede.
La Iglesia Católica fija su posición oficial sobre los diversos temas que son de su interés, entre ellos los relacionados con la administración pública y la política, en la influyente Carta Pastoral de la Conferencia del Episcopado Dominicano, que es una institución de carácter permanente, que de conformidad con el derecho canónico constituye la asamblea de los obispos de la República Dominicana.
Sin embargo, otra reflexión muy importante, esperada no solo por los fieles católicos, sino por toda la opinión pública, es el Sermón de las Siete Palabras, que cada Viernes Santo pronuncian igual número de sacerdotes, casi siempre en contra de las desigualdades sociales y las malas prácticas de los gobernantes.
¿Se referirán los sacerdotes el Viernes Santo, en el Sermón de las Siete Palabras, a los planes reeleccionistas externados por algunos colaboradores cercanos del presidente Danilo Medina? Es muy probable que si, además de tocar otros males que agobian al pueblo dominicano, como consecuencia de los malos gobiernos del Partido de la Liberación Dominicana.
Con su advertencia de este lunes de Semana Santa, sobre el riesgo de caer en una dictadura, todo parece indicar que el arzobispo Metropolitano de Santo Domingo, monseñor Francisco Ozoria, después de 15 años consecutivos de gobierno peledeista, fijó una posición, a favor de la alternancia en el poder, que solo culminará en las elecciones del 2020.