En honor a un ser excepcional y exiliado por la idiotez del poder anterior embajador Gerardo Alemán
Como calientito pan salido del horno me he encontrado un opúsculo titulado El Poder de los Idiotas, del español Juan Luis Cebrián asociado al periódico El País, donde describe la inestabilidad internacional de esta época, inestabilidad social, tecnológica sanitaria, política, emocional y en la geopolítica, indudablemente. La sociedad mundial pasa por una crisis que no soñamos ni remotamente, vivimos un escenario que nos ha dejado aturdido porque no teníamos suficientes herramientas para afrontar sus retos, aunque muchos sectores lo ven como una oportunidad para emprender nuevas acciones innovadoras.
A ese propósito en La Absurda Libertad el psicólogo y filosofo existencialista Albert Camus, francés, aborda el problema de lo absurdo con mucha precisión, cuando lo sintetiza en estas palabras, que no pierden vigencia:
….Vivir una experiencia, un destino, es aceptarlo plenamente. Ahora bien, no se vivirá ese destino, sabiendo que es absurdo, sino se hace todo para mantener ante uno mismo ese absurdo puesto de manifiesto por la conciencia….
Estamos viviendo en la era actual la filosofía del absurdo, en la que imperan las desigualdades sociales permanentes y la brecha entre sectores vulnerables y ricos se abre a mayor espacio. El hombre se ha hecho egoísta y corrupta por causa de una desesperación en obtener ventajas, que de otra suerte no consiguen los actores y se pierde el sentido del honor sucumbido por la falsa palabra y la vanidad. Nos impulsa el deber de apresurar el paso en sembrar la sociedad de instituciones fuertes y el sagrado respeto a las leyes en su cumplimiento. Aun así, no dejan de aparecer Idiotas en el poder, parodiando a Cebrián, en USA, Venezuela, Filipinas, Bielorrusia, Rumania, Haití, Túnez, Ecuador, Siria, Ucrania, Turkmenistán y la República Dominicana con su pasado reciente.
Situándome en el concepto de lo Absurdo camusiano, y conociendo tal como ustedes, estoy total cierto, de que el tiempo es una maquina demoledora, que todo lo devora, caen todos los poderosos, como lo acabamos de presencial en el establishment político dominicano. Por corto tiempo, que en ocasiones crueles percibimos la pesadilla inacabada, finalmente los idiotas son desalojados y se cuecen en el amargo destino del olvido y la muerte: todos caen estrepitosamente del andamio leve del poder. y, sin embargo, creen que maltratando a nobles seres se encumbran en su vano orgullo. Atacan con todas las armas a sus oponentes porque se perciben como invencibles y hostigan a los más sencillos ciudadanos.
Veamos. No hay ser bueno o patriota sobre la tierra que no haya sufrido vejámenes e ingratitud: Duarte, Martí, Bolívar, Sucre, Sacco y Vanzetti, Manolo Tavares, Caamaño, Luperón, Gamal Nasser, Hostos, Betances, Peña Gómez, Mandela, Amílcar Cabral, Lincoln, y miles de héroes; marcados todos por un trágico destino de enfermedad, pobreza, abandono, exilio, prisión y humillación. El mismo Cristo de los cristianos, el hijo de Dios, en la cruz sacrificado según la creencia, para redimir a la humanidad. Así como los humanos, en otra dimensión terrenal, asumen el honor unos pocos en nombre de los demás sometidos, como dijera Martí.
Es el triste destino como premonición misteriosa que aguardan los buenos y nobles hombres o mujeres que luchan por un bello ideal, tan escaso en estos corruptos tiempos, donde la hierba maligna entre los humanos del poder contado por Joseph Fouché y N. Maquiavelo, reconocen en esa sentencia criminal, que el Fin justifica los Medios.
Ahora, reciente nos lo testimonia Cebrián, español, en su obra El Poder de los Idiotas. Lo peor es que algunos encaramados en el poder aun nos tratan como idiotas y abandonan su responsabilidad política y social con las nuevas directrices del Gobierno del Cambio.