Algunos sectores de la vida nacional con presencia en la opinión pública acusan a la que ellos llaman “ideología de género” como sostén del “feminismo ideado por este movimiento para promover la lucha contra el hombre y la destrucción de la familia”. Esta afirmación tiene algunos sesgos como los siguientes:
- El concepto de género como construcción cultural de la feminidad y la masculinidad no tiene su origen en el feminismo sino en el desarrollo de las ciencias sociales a inicios y mediados del siglo XX. Especialmente la Antropología Social en sus estudios sobre el parentesco y la sexualidad en sociedades no-occidentales aporta esta mirada a la cultura y su influencia en comportamientos, actitudes, prácticas y pautas de los grupos humanos entre las que se encuentran la feminidad y la masculinidad. Los clásicos de la Antropología Social a inicios del siglo XX entre los que se encuentran Malinowsy (1920) y Margaret Mead (1935) como pioneros.
- El movimiento feminista no surge para atacar al hombre ni para enfrentarlo, surge a finales del siglo XIX como demanda de igualdad de derechos entre hombre y mujer. Las luchas del movimiento feminista a nivel internacional y nacional favorecieron una mejora sustantiva de los derechos de las mujeres, lograr que la mujer adquiera sus derechos como ciudadana, acceso al trabajo, a la educación y a la vida pública es parte de las reivindicaciones del movimiento feminista.
Uno de los logros importantes del movimiento feminista en nuestro país es la ley contra la violencia de género (Ley 24-97). Anteriormente los golpes, maltratos y asesinatos de mujeres quedaban en el ocultamiento e invisibilidad. Eran considerados como “crímenes pasionales” relegados al ámbito privado. Los hombres podían disponer del cuerpo y la vida de las mujeres porque le pertenecían.
El movimiento feminista ha favorecido grandemente a la familia y al hombre en su rol de padre responsable. Una familia en la que el hombre maltrata a la mujer es una familia destruida y reproductora de círculos de violencia que afectan la sociedad. No es el movimiento feminista que destruye la familia, es la violencia de género y el machismo que la desestabilizan y deterioran.
La irresponsabilidad paterna tiene su origen en el machismo y no en el feminismo. El patriarcado hace énfasis en el rol proveedor del hombre y lo despoja de su afectividad, su conexión con el hogar- familia y su rol de padre.
El movimiento feminista favorece al hombre, promueve unas relaciones de equidad en el que puede desarrollarse integralmente como padre, cuidador de sus hijos e hijas y que tengan así la oportunidad de ofrecerle un desarrollo afectivo equilibrado.
En el momento en que el hombre asume su rol paterno y su responsabilidad compartida de las tareas domésticas, las familias se convierten en espacios de equidad y no de conflictos. Este cambio cultural hacia una nueva masculinidad debe ser promovido por todas las instituciones religiosas y no-religiosas, así se construye cultura de paz.
Este artículo fue publicado originalmente en el periódico HOY