En  días recientes fue objeto de amplio debate la posición  expresada por mí en calidad de presidente del Consejo Dominicano de Unidad Evangélica (CODUE) en el sentido de orientar a la comunidad cristiana evangélica sobre el voto en valores, votar por aquellos candidatos identificados con nuestra fe, los valores cristianos,  culturales y los que nos definen como dominicanos.

Nuestra posición ha sido objeto de comentarios, unos a favor y otros en contra de nuestra posición, cada cual se expresa  desde el punto de vista de lo que cree y eso lo respetamos y auspiciamos, porque en eso consiste la democracia y la libertad de expresión, aunque nos han calificado en ocasiones con toda clase de epítetos.

No obstante, veo que muchos llegan a rasgarse las vestiduras como si la orientación pastoral en la comunidad evangélica es algo nuevo.  Muy por el contrario, cada pastor en su comunidad orienta a la feligresía en todo tipo de temas y eso lo hemos visto durante décadas.

El hecho de que exprese claramente que los cristianos  debemos votar por candidatos que garanticen  los valores de nuestra fe.  Es por eso el lema que he acuñado desde hace meses: votar por valores y no por colores.

Tampoco he orientado a la feligresía a votar por tal o cual partido.  Simplemente abogo por el voto para aquellos que estén plenamente identificados por lo que defendemos desde los tiempos de la Reforma.

Esto no afecta derecho constitucional alguno como han llegado a decir.  La Constitución también garantiza el derecho a la información en este caso a la feligresía que debe estar informada sobre el perfil de los candidatos a cualquier posición electiva incluyendo la Presidencia de la República.

Tenemos el derecho a la libertad de expresión, expresar nuestras ideas de lo que debe ser el ejercicio político para el bien del país y nuestros valores patrios que nos definen como nación.

Otro de los puntos es que cuando he hablado de soberanía no me refiero sólo al caso de la migración haitiana.  Soberanía también es cultura, valores y no depende únicamente de un muro físico, tal como expresé en un programa de televisión. 

Es un hecho que nuestro Padre de la Patria y fundador de nuestra nacionalidad Juan Pablo Duarte, concibió la República Dominicana sobre bases cristianas.  Eso lo podemos ver desde el mismo juramento de Los Trinitarios, y también el eterno lema de nuestro Escudo Nacional: Dios, Patria y Libertad.

La iglesia de nuestros días tiene el rol profético de pregonar los valores del Reino de Dios que son justicia, paz y gozo.  El ejercicio pleno del evangelio implica asumir el rol de nuestro Señor Jesucristo, que además de denunciar los males de la sociedad de su tiempo, incluso a los fariseos que eran doctos de la ley, nos invitaba a la acción.

Esta acción es más que ser contemplativos.  Cuando Jesucristo decía que  venía a liberar a los cautivos implicaba más que un mero ejercicio teórico.

Nuestros críticos nos endilgan el hecho de que debemos quedarnos en nuestros púlpitos, que la orientación de que votemos por candidatos idóneos eso implica meterse en política.

En cuanto dependa de nosotros, nuestra vocación pastoral de orientar va a seguir para inquietud de muchos que al parecer  no les interesa que tengamos los candidatos idóneos que la sociedad merece.