1.- Reacción tardía del gobierno. Desde el primer día frente a la realidad que vivimos y padecemos, debieron señalar que encontraron un país en bancarrota, que nada quedaba del presupuesto, aunque faltaban 4 meses y medio para ser agotado, y ni había reservas del sueldo trece que debía haberse respetado por ser algo sacramental políticamente hablando, pero lo poco que podía quedar se despilfarró antes de hacer la entrega, para fuñir al futuro gobernante; y no solo eso, sino que dejaron deudas enormes por el despilfarro descomunal que hicieron. De ese modo la desesperación de sus parciales hubiera tenido que frenarse un poco. Pero es tan difícil decirle al jodido que se aguante, si sumamos a los  otros que ahora pasaron a ser viejos jodidos, por lo que la oposición al encontrar más socios ha tenido más oportunidades  en las redes sociales para criticar cosas que hicieron “a posta”, cuando se han querido resolver algunos problemas urgentes y empezar algo nuevo y diferente, para lo cual hay que rascarse el bolsillo.

A mi amigo Luis, en este mes que la Promoción de Abogados 1951-56 cumple 44 años, de la cual su padre, mi queridísimo compañero de estudios José Rafael Abinader formó parte activa, llegando a organizar varios encuentros, le conviene, pienso yo, como una idea tonta, seguir hablando y explicando  a la franca, el deterioro de las finanzas públicas para tratar de frenar en seco muchas actividades, y  poder dedicarse a atender lo básico: la salud, la educación y la comida. Con eso no se juega.

No solo hablar de esas cosas, que ya empezó a decirlo, sino a que el famoso sueldo 13 o el Doble, como lo llama el pueblo, tiene un pico muy alto: Todos esos empleados sustituidos, incluyendo los parásitos, y los nuevos, deben recibir este diciembre su Nochebuena. Amén del Covit que sigue impidiendo muchas actividades, de las amenazas de ciclones que dejaron daños graves, ameritan más atención que ninguna otra cosa.

Es maravilloso que un Presidente vaya por las provincias, vea y oiga, constate y se dé cuenta de lo que realmente falta por hacer o por concluir, y las necesidades perentorias, para hacerlo en los tres años futuros, pero en estos momentos, aparte de la salud por el Covit y alguna cosa muy urgente, la idea tontísima es la de pedirles a sus gobernados que tengan paciencia.

2. Nada de magias ni de trucos.

Por eso nada de magia. No hay trucos de conejos en el sombrero. Hay dura realidad. Verdades dolorosas. Del mismo modo que estamos confinados, aburridos y malhumorados, cualquier cosa irrita y hace explotar al más decente, motivos de más para que los aprovechados de ayer saquen su garras.

Este es un país mal acostumbrado. Al dominicano promedio le encanta violar la ley. Esta no se ha hecho para cumplirla, sino para violarla, es lo que piensa. Cuando viajo y veo torpezas conduciendo vehículos, desgraciadamente, digo: ese debe ser un dominicano. Hasta ahí hemos llegado.

Las gentes no razonan. Lo quieren todo, y ahora. Gobernar un país cerril en una casi mayoría, es duro y difícil. Sinceramente yo compadezco a mi amigo Luis Abinader por el tremendo lío que ha encontrado y al que se ha metido y no  puede salir con facilidad.

3. Unas extrañas Felicitaciones

Freddy Ortiz

Con este título, Freddy Ortiz (1947), mantiene un programa por Amé TV y en la semana pasada declaró algo que compartimos como una idea no tan tontísima: Que debemos apoyar los esfuerzos que está haciendo el presidente Abinader porque si él fracasara, más o menos dio a entender, que no habría salvación para este país. Aparte de sus calientes comentarios en su columna “El salto de la pulga” que son lectura obligada todos los jueves en el Listín Diario, ese programa debería ser visto por los gobiernistas que deseen ejercer sus funciones con decencia y pulcritud. Es nuestra última oportunidad de cambiar, y los que realmente amamos esta tierra y esperamos que las próximas generaciones encuentren, al fin, una luz al final del túnel hacia la institucionalidad, debemos respaldar los esfuerzos sanos y decentes, que no solo por sus palabras sino por sus primeros actos, ha empezado a demostrar el Presidente.

4.- Ideas tontas acerca de las críticas y del derroche de publicaciones nacionales.

Pedro Henríquez Ureña, joven

En estos días, a pesar de mi ausencia en los debates literarios, ofreciendo en cambio muestras y detalles de autores a veces poco conocidos y regularmente consagrados y clásicos ya, los jóvenes, y algunos no tanto, de provincias, sabedores de mi preocupación de siempre por lo que hacen y cómo lo hacen, me envían sus textos, y a pesar del poco tiempo de que dispongo dejando de hacer mi obra, me pongo a leerlos y comentarlos, les respondo, les envío libros, les hago sugerencias. Muchos se molestan, otros me lo agradecen. En sentido general les expongo mis ideas, que algunos consideran “atrasadas”. Para ponernos claros, vamos a exponer algunas.

Les he comentado que deben leer, sobre todo poesía, buena poesía, los clásicos especialmente, sean antiguos o modernos, porque en la actualidad hay pocas cosas que enseñen.

Segundo, que cuando hagan comentarios o prólogos, sean claros y precisos. Que expongan datos del autor que comentan en vez de irse por las ramas exponiendo sus teorías. Que recuerden los principios de la noticia: Qué, quién, cuándo, dónde  y por qué. Respondiendo algunas, como de qué se trata, si es de un libro: su título, el género literario, la edición con los datos de la impresora o la editora y la fecha. Luego de quién se habla, con los datos del autor, por lo menos de dónde es y cuándo nació, si no es muy conocido, y hasta si lo fuese; dependiendo si habla de una presentación que se hizo ya, como es una noticia, el cuándo y el dónde, luego es que viene el por qué, donde daría sus primicias teóricas demostrando con textos claros del autor y comenzando la teorización.

Regularmente el pavorealismo o el narcisismo del “profesor” o del “maestro” que se ha leído las maravillosas enseñanzas de los teóricos de moda, sale con esas cosas hasta en los periódicos, donde debemos ser más claros y sencillos, porque no estamos ofreciendo detalles a personas cultas sino a un público ignaro en su mayoría.

No importa que hayamos tenido a un verdadero maestro como Pedro Henríquez Ureña (1884-1946), preciso, y verdaderamente magisterial aunque se refería a personas entendidas, al extremo de que Jorge Luis Borges (1899-1986) lo llamara “Maestro de América” y se trasladaran, él y Ernesto Sábato (1911-2011) y otros intelectuales argentinos, de Buenos Aires a Mar del Plata, donde el sabio criollo daba sus clases, porque no le permitían dar cátedras universitarias por no haber abjurado la nacionalidad dominicana y por eso no había aceptado las nacionalidades privilegiadas que le ofrecieron México y Argentina, hecho que este país no enaltece, por encima de sus grandes méritos literarios.

Les digo con mi aldeanismo tradicional, que no niego, que hay que ser claros y precisos. Y les preguntaría: ¿qué piensan cuando leen críticas o comentarios de sus libros y en vez de hablar de ellos y del texto, encuentren un derroche de teorías del crítico o comentarista?

Entonces se darían cuenta que tengo razón.

Otra cosa son los jóvenes. Yo lo fui, por eso sé lo vacíos, las dudas y las ambiciones. Les hago sugerencias de que deben conocer y practicar lo que la retórica enseña: Deben escribir versos de verdad, medidos y rimados, sobre todo, sonetos. Hasta dominar el ritmo. Después romper todo eso si no ha salido algo decente: por eso es que deben leer poesía, porque esa prosa sin belleza, seca de elementos realmente literarios, sin asomos de filosofía o de valores morales que abruman las impresoras y las librerías del mundo, sin que aparezcan grandes y verdaderos nombres, con  grandes y verdaderas obras, está creando una crisis sin precedentes, porque muchos no  escriben buscando dejar una obra valiosa sino con el signo de pesos, buscado ganar premios.

Por eso les digo que deben volver a leer gramática normativa, porque estudiando la forma de escribir correctamente hay genios en el mundo. No se puede renunciar a lo que ha demostrado ser eficaz. O nos sometemos a algunas reglas o que siga el entierro.