Muchos recordamos aquellas famosas “ideas tontas” en algunos editoriales de don Rafael Herrera Cabral (1912-1894), en el Listín Diario, como cuando dijo que el mejor mercado era la vecina Haití, y nadie le hizo caso. Ya comprobamos que no era tan tonta, ni lo sería ahora coordinar el encuentro con todas las islas y repúblicas caribeñas, tratándolas como iguales, con presencia de las autoridades, incluyendo el Presidente que habla algunas lenguas de las suyas, donde el Mar Caribe sea frontera incluyendo los países de Centro y Suramérica, pero haciendo énfasis en las islas inglesas, holandesas y francesas que amén de los 14 votos en la OEA, son también útiles para intercambios comerciales y estudiantiles y médicas, y rutas de turismo, no solo aéreas, como las hay, sino marítimas, como fueron siempre. De eso hablaremos en otra oportunidad extensamente.
No. 1. Prisa gubernamental y delitos del pasado gobierno. En estos días, mientras vemos el aluvión de nombramientos y cancelaciones del nuevo gobierno (escobita nueva, dice el pueblo) como si fuera un festival, pensamos que todo lo demasiado llega a molestar; que a veces hay que ser prudentes y meditativos, aunque la urgencia de los parciales demuestren que realmente “no se fajaron por el país, sino por algún carguito o algún cargaso”, y en este último caso, el que ellos eligieran y no el que les ofrezcan. Se cometen con esa prisa muchos errores, aunque siempre se aprende de ellos. Esperamos que esta vez, el ritmo baje y las cosas se hagan metódicamente. Son ideas tontas, lo sé, pero es peor lo de la oposición que pensaba eternizarse en el poder. Un político que llegó a las altas instancias, nos dijo un día: “Para gobernar en este país solo se necesita dinero, dinero y más dinero”, y no pudo reelegirse. Olvidamos que fue “palabra divina” poco más o menos, aquello de estar arriba hasta el 2044, y por eso tenían licencias de corso; y como piratas del poder al fin, despojaron las finanzas públicas mientras nos llenaban de deudas impagables, y si acaso perdían, como perdieron, acabar con lo poco que quedara para que al otro se lo llevara el diablo, sobre todo en medio de una pandemia infernal; haciendo todo lo posible y hasta lo ilegal para esconder “las plumas de las gallinas robadas” con trampas tan sucias y evidentes como despojar de pruebas al nuevo gobierno, con desaparición de documentos, o la más asquerosa, por ser tan moderna: la sustracción de discos duros que pertenecían a las instituciones, y por lo tanto, la idea tonta es que son acusables de sustraer bienes gubernamentales, urgiendo una ley que condene como acto criminal de lesa patria esconder, destruir o dañar documentos del orden que fuese de una institución pública o privada cuando haya un cambio de gobierno o de dueños o de personas.
Moraleja: Con la prisa de unos y la mala fe de los otros, nos desnudamos en público. Sensatez y mesura de una parte, y reposición de lo robado, por la otra. Sé que sigue siendo una idea tonta, pero el pueblo observa calladamente y luego condena o salva de la misma manera que lo hizo el 5 de julio.
No. 2. Depósitos en Bancos de dineros públicos. Entre otras cosas, tenemos una propiedad que adquirimos de Bienes Nacionales, la idea tonta es que los pagos podrían hacerse a través de algunos bancos como se hace con los impuestos, y los recibos remitidos por internet; así nos evitarían el viaje obligatorio y habría un control sobre las entradas y salidas, si se quiere pulcritud, sobre todo, por la situación actual, y por problemas de parqueos.
No. 3. Una isla sin pescados, donde se cometen tantos pecados. Otra casi estúpida es el asunto de la pesca. Somos uno de los pocos países que tenemos un océano y un mar cubriendo toda la república y los pescados y los mariscos son los más caros del mundo. Además, tenemos lagos, ríos, no miles ni tan caudalosos como los que viera fray Bartolomé de las Casas (1474-1566), ese adorable exagerador; esteros, arroyos, ciertamente contaminados por la irresponsabilidad ciudadana, ya sea por falta de educación, o por la oficial, que no castiga a quienes cometen esos actos, y no separan en contenedores lo orgánico de lo inorgánico, ni han propiciado y facilitado una flota pesquera que deje de vender la pesca en alta mar. Además, no hay escuelas ni institutos, ni becas para que se formen los futuros profesionales. Idea tontísima también es decir que en cuanto a la pisicultura, tenemos un atraso de siglos.
No. 4. Falta de un nuevo cabotaje. Ya que hablamos de eso, recordemos que antes de las carreteras, eran los cabotajes, cuya cartelera era tan importante que dio nacimiento al Listín, o sea, a la Lista de barcos y de las horas de salida y llegada. Precisamente el sábado 29 vi en la televisión francesa un extenso reportaje sobre Guadalupe; antes habíamos ido a Culebra y a Vieques en ferris pequeños, y mi hija Taiana que ha vivido y viajado por esas islas hermanas del Caribe, me dice que es frecuente que haya ferris para ir de isla en isla, sobre todo las de la misma lengua y tradición. Mucha gente ha pedido uno para Samaná–Sabana de la Mar, empero, pensando en el turismo internacional y el criollo, sobre todo de los que viven fuera del país o los que no nos cansamos de ir por los pueblos que solo conocemos desde tierra. Agregamos otra idea tonta descomunal que es la siguiente: Si hiciéramos, como nos indicaron en el Ministerio de Turismo de México en 1987, que cuando empezaron a poner las bases turísticas, el gobierno comenzó a hacer lo que se necesitaba, y cuando hubo éxito, las pasaron al sector privado; al actual Ministro nuestro, un día le dije que creía en él, siendo como creyentes casi en nada, nos ha sorprendido hablando de hacer cosas en combinación con el sector privado. Eso cuadra. Si adquiriéramos de gobierno a gobierno a precio de vaca muerta algunos ferris ya viejos, pero funcionales, podríamos en vez de Samaná, salir de Las Terrenas, pasar por Samaná y sus lugares interesantes, de ahí a Sabana y seguir a Las Cañitas, Miches, Nisibón, Uvero Alto, Bávaro, Punta Cana, Yuma, Bayahibe, La Saona, Catalina y La Romana con paradas en distintos pueblos e islas. En el sureste se partiría de La Romana, pasarían por San Pedro de Macorís, Juan Dolio, Guayacanes, Boca Chica, Andrés, Punta Caucedo con el Aeropuerto Las Américas, hasta Santo Domingo
Hacer lo mismo desde Pedernales a Santo Domingo con las islas Beata y Alto Velo y paradas en Oviedo, Barahona, Azua, Baní, algunos puertos como Las Calderas y Las Salinas, los de San Cristóbal y Haina. De Las Terrenas hasta Montecristi o Dajabón pasando por Matancitas, Nagua, Cabrera, Río San Juan, Gaspar Hernández, Yásica, Jamao, Cabarete, Sosúa, Puerto Plata, Maimón, La Isabela, Estero Hondo, Montecristi y Dajabón, y así, con los contactos, habría trasbordos y uno se podría pasar varios días yendo por los pueblos… y de vez en cuando harían sus paseítos por las islas del Caribe. Claro, son ideas descomunales como anunciamos.
No. 5. Lo de los trenes y las guaguas de la Omsa. Cuando un líder político sacó cuentas y recomendó que en vez de gastar en el Metro hubieran distribuido ese dinero en diversas provincias ¿sería lo mismo?
Hay ideas más tontas, la de un tren moderno de Santo Domingo por toda la media isla si no hubiera lo marinero. Pero eso solamente lo podría facilitar China y ahora trumpiando o trompiando, da lo mismo, esto sería imposible; ya se lo advirtió el expresidente Jimmy Carter (1924) al actual, que por estar buscando pleitos por el mundo han descuidado hacer lo que los chinitos han hecho en la tecnología y sobre en los trenes expresos en Europa, en África y Oriente. Por la experiencia del Metro sabemos que sería un palo, pero nadie le puede poner el cascabel al rabioso gato gringo, que ni siquiera lo ha hecho en su país, como dijo Carter.
En cuanto a la Omsa, conviene que haya una dirección realmente a favor del pueblo: Me explico. No hay horarios. Ningún letrero en las paradas indica las horas posibles que coincidan casi rigurosamente (calculando los tapones) con los horarios, tanto de estudiantes como de empleados públicos y privados, y en las tardes y noches, las salidas o entradas a estos lugares. El Metro es un éxito, la Omsa un problema. Urge una solución decente y adecuada. Ahora todo es solo asunto de las vueltas que deben dar los choferes. Eso es un absurdo y un abuso de un instrumento que debe estar solo a favor del pueblo.
No. 6. Bases de concursos y miembros de los mismos. En cuanto a los concursos, tanto el Nacional como los Anuales del ministerio, las ideas tontas son las siguientes: Los jurados no deben ser los rectores de las universidades ni figurar más nadie del gobierno que no fuese el Ministro de Cultura. Solo deberían ser escogidos los 3 necesarios de los ganadores de los premios, más el voto de la casa que patrocina el mismo: la Fundación Corripio, S. A.
En otros países los gobiernos pensionan a los ganadores, y si ya están pensionados, se les aumenta.
En cuanto a los concursos de literatura, la idea tonta es que los concursantes puedan lo mismo enviar obras publicadas e inéditas, pero estas últimas diagramadas. Ya no estamos en el reino de la maquinilla, eso de envío de tantas copias a dos espacios, etc., es ridículo sencillamente. Además, en vez de un CD, se enviarían por internet las obras diagramadas, tanto las impresas como las inéditas, de modo que si el ministerio quisiera reeditarlas modificando solo los datos correspondientes podría hacer la primera edición sin problemas.
En el caso de concursantes de pobreza extrema comprobable (si luego se comprobase no serlos, perderían premio y dinero), que podrían enviarlos en Pdf y Word y diagramarse en el Ministerio e imprimirse las copias para los jurados.
Sumamente importante es que el Ministerio tenga uno o varios correctores de estilo y los encargaran de seleccionar las obras que cumplan con las bases del concurso, y solo entregar estas a los jurados. Lo importante de un concurso no es la cantidad de concursantes, sino la calidad de las obras presentadas, por lo cual si alguna es tan excelente como la premiada, se debería publicar.
Tampoco son importantes la cantidad de actos, sino la calidad de los mismos.
Además, deben limitar la concurrencia en un género determinado si resultara ganador más de una o dos o tres veces. Hay autores muy gandidos. Hay que darles oportunidades a los jóvenes en todo.
Otra idea tonta es que el Estado, para ayudar a los escritores y a otros artistas, para que el pueblo y la juventud preocupada culturalmente puedan conocerlos personalmente, haga como se hacía en España (no sabemos si lo siguen haciendo), patrocinando conferencias y recitales, pagando las estadías y algunos emolumentos, sobre todo en las escuelas o colegios, y en las Casas de Cultura y otros centros, en pueblos y ciudades, en las universidades e institutos.
7. El asunto del turismo interno. La idea es que este turismo debería estar dirigido desde una Subsecretaría o una Dirección General de Turismo Interno en el Ministerio de Turismo (si lo hubiera, no se hace sentir), que podría auxiliarse con los profesores de las universidades para cursillos de hotelería, especialmente gastronómicos, en combinación con delegados del ministerio en provincias, los alcaldes y las gobernadoras, provinciales.
Ese turismo interno, tan útil y necesario, podría tener todo un proyecto para que hubiera acceso a los sitios de interés: de curiosidades históricas, playas, ríos, etc; y sobre todo la gastronomía regional o local. En fin, revolucionar totalmente ese renglón, incluyendo las rutas de guaguas desde todos los rincones del país, a falta de ferris o trenes.
Una idea tontísima, es la de una ayuda especial a los hoteles de los pueblos que pertenezcan a personas serias y honestas, con una simple inversión para que tengan habitaciones modestas bien equipadas con anexos a sus casas, algún confort y comidas regionales, con énfasis en las frutas y productos de la estación.
La Dirección de Turismo Interno y las sanitarias en combinación, tendrían control de los hoteles, moteles y lugares de huéspedes que no sean de alto rango internacional en cuanto a la higiene, el respeto a las leyes, la calidad de las comidas y bebidas. En los barrios campesinos donde haya atractivos, podría haber paradores o sitios para huéspedes de fines de semana o de vacaciones con pequeñas cabañas, sujetas a las mismas reglas de las hoteleras.
Eso, por ahora. Cuando se nos ocurran otras, volveremos ideando zoquetadas.
