Los estudios sobre iconografía del pasado motivan, en el caso de la República Dominicana, una historia reveladora que contribuye al conocimiento de determinadas etapas políticas, religiosas, económicas, demográficas, artísticas y culturales. De la misma manera que la imagen cultural y artística traduce los elementos propios de la diversidad, y sobre todo induce al encuentro de los elementos identitarios, hace posible su reconocimiento a través de formas, tipos, modelos y fórmulas visuales posicionadas en la tradición moderna dominicana.

Numerosos temas plasmados por artistas visuales dominicanos, recuerdan acontecimientos de nuestra identidad-historia. Así las cosas, pinturas, esculturas, murales, dibujos y otras expresiones artísticas sobre La Trinitaria, La Filantrópica, La Independencia Nacional, La Independencia Efímera, Los Héroes Restauradores, La Batalla de Palo Hincado, Batalla del as Carreras, Cachimán y otros  registros históricos y sociales, se convierten en motivos de una iconografía con específicos grados y niveles de significación histórico-cultural..

Como ya hemos visto, las figuras de Duarte, Sánchez, Mella, Luperón, contienen valores en la historia de la iconografía nacional, los símbolos patrios, los emblemas nacionales, las imágenes de comienzo, de mitad y finales del siglo XX que documentan momentos de la historia política, constituyen el material y el motivo de las imágenes artísticas e históricas reveladoras  de ciertos niveles de desarrollo o crisis de la conciencia nacional.

En la historia moderna dominicana, observamos que las imágenes traducen determinadas acciones de la vida cotidiana, así como experiencias críticas sobre  elementos propiciadores de soluciones, desde un eje visual y estético significante mostrativo de los diversos modos de vida del país. Algunos paisajes pintados por Yoryi Morel, Federico Izquierdo, Juan B. Gómez, Cándido Bidó, Ramón Oviedo, Elsa Núñez, Plutarco Andújar y Justo Susana, entre otros, constituyen el testimonio visual de una época y sus personajes populares locales, siendo así que a través de su ojo, su mano y su paleta, el artista revela sus formas imaginarias desde el lenguaje de la pintura y su propia concepción del pintar.

La iconografía local basada en materia histórica y geopoética, traduce también las visiones de un mundo en transición, así como también de un sujeto social integrado a la naturaleza y la cultura en sus diversas manifestaciones.

Tal como podemos observar en las creaciones de Jaime Colson, Darío Suro, Clara Ledesma, Noemí Mella, Ada Balcácer, Gilberto Hernández Ortega, Eligio Pichardo, Paul Giudicelli y José Ramírez Conde, los diferentes registros imaginarios adquieren su fuerza visual mediante el idiolecto o la forma de los diferentes signos y símbolos del espacio cultural dominicano, asumidos o incorporados a la práctica comunicadora de cada creador visual.

Una colección de imágenes históricas titulada Imágenes del ayer, y Más imágenes del Ayer, ambas publicadas por el historiador Bernardo Vega, revela un cuerpo visual que documenta, como registro iconográfico y fotográfico, la vida de la República Dominicana desde el pasado  hasta comienzos del siglo XX. Los detalles de este tipo de imágenes particularizan momentos importantes de una etapa de la vida social y política nacional.

La visión que la iconografía-lenguaje traduce en la relación entre arte y sociedad, aquello que induce a crear los vínculos necesarios entre imágenes, tipos de imágenes, relaciones de superficie y profundidad entre imágenes, estructuras significativas, y formas mentales propias del país.

Tal y como hemos señalado, la iconografía dominicana presenta algunos rasgos significativos ligados a su productividad artístico-cultural. Esta orientación figural o propiamente iconográfica, asimila elementos de la tierra, el medio ambiente, el paisaje urbano o rural y  otros motivos que facilitan una comprensión del sujeto dominicano en su historia, en sus registros cromáticos, temáticos, sensibles y sobre todo signográficos.

El sentido de la iconografía dominicana se deja leer también en las particularidades de su específica significación y en sus derroteros artísticos, siendo así  que artistas como Celeste Woss y Gil, Dionisio Pichardo, Iván Tovar, Silvano Lora, Jesús Desangles, Alonso Cuevas, Vicente Pimentel,  entre otros, han creado verdaderos mundos visuales y cuerpos iconográficos representativos de etapas diversas del arte dominicano del siglo XX.

Sustrato indígena, hispánico, africano, oriental (chino, japonés, árabe), constituyen determinadas cardinales que definen mezclas culturales e identidades convergentes, visibles y legibles en los nuevos modelos iconográficos dominicanos. Si observamos algunos niveles híbridos de iconicidad en el arte actual, estos permiten posicionar un orden expresivo basado en modelos visuales que parten de una historia cultural donde el encuentro de identidades se pronuncia como cuerpo sociocultural.

Las nuevas trayectorias que acogen el dibujo, pintura, fotografía, escultura, mezclas y remezclas iconográficas, plantean el estudio de una memoria visual cuyos conformantes o líneas reales, definen su incidencia y lenguaje de creación. Todo este proceso incide en el espectador y a la vez implica un conocimiento y un reconocimiento de formas imaginarias visibles en el contexto del producto y la productividad artístico-visual dominicana.

La diferencia iconográfica que se pronuncia en toda la producción artístico-visual dominicana en el momento actual, presenta elementos visibles de formas diferenciadas en lo que concierne a estilo y composición. Esta  línea de creación implica también una estrategia expresiva pronunciada, en tanto que la misma temática  resignifica la idea del mundo expresivo que cada creador visual resignifica en  sus respectivos modos de creación artístico-visual.