Al conmemorase el octogésimo aniversario del asesinato de Federico García Lorca, el hispanista irlandés Ian Gibson (1939), en un despacho de prensa, se preguntaba cómo, quién y por qué, asesinaron al poeta Federico García Lorca, el más alto representante de los poetas españoles de la Generación del 27.

Según Gibson, García Lorca fue detenido «…en Alfacar, al sur de Granada, el 16 de agosto de 1936 por Ramón Ruiz Alonso, ex diputado por Granada de la CEDA (Confederación Española de Derechas Autónomas) y autor de un manual fascista publicado en plena guerra [civil], y conducido al Gobierno Civil» (Lorca-Dalí. El amor que no pudo ser. La apasionante y trágica amistad de dos colosos de la España del siglo XX. Madrid: Plaza Janés, 1999, pp. 268-69).

El hispanista precisa que el asesinato de Lorca se produjo la noche del 17 al 18, o 18 al 19, de agosto de 1936, pero hasta ahora no se ha establecido si fue Ruiz Alonso u otra persona quien ejecutó el crimen de Granada.

Federico García Lorca

Aunque sin precisar la fuente, pero deduzco que ese dato pudiera haber sido extraído de la bibliografía que el autor cita al final de su pequeño ensayo, Michel Larivière, investigador francés especialista en la homosexualidad de los grandes intelectuales, en su libro de 2016 da por cierto el fusilamiento sumario de Lorca el 19 de agosto de 1936 (Los amores masculinos de nuestros grandes hombres. – “Federico García Lorca”. Les amours masculoines de nos grands hommes. De Jules Cèsar a Michel Foucault, 66 portraits d’homesexuels et bisexuels célèbres. Paris: La Musardine, 2016, p. 341).

Volviendo a Gibson, este afirma en su libro que según “Miguel Rosales, testigo presencial, Ruiz Alonso alega que Lorca ha hecho más daño con la pluma que otros con la pistola.» (Lorca-Dalí, p. 268). Pero Gibson especula que quizá la memoria de Rosales falló, porque «más contundente es el testimonio impreso del marqués de Merry del Val, publicado en una revista londinense en 1957, al comentar los fusilamientos llevados a cabo por los nacionales.» (Lorca-Dalí, ibíd.).

Según el autor irlandés nacionalizado español, el referido marqués dijo lo siguiente: «Los abogados ‘socialistas’ (léase mejor comunistas) J. A. Manso, Rufilanchas y Ladovre, así como el poeta García Lorca, cuyo mérito quedaba muy por debajo de su celo político, eran peligroso agostadores que abusaban de su talento y educación para conducir a las masas ignorantes por malos caminos, exclusivamente en su propio beneficio.» (Lorca-Dalí, ibíd.). Hasta aquí los datos.

Pero el asesinato de Lorca fue al mismo tiempo que político, más homofóbico que cualquier otra motivación. Se deduce también porque Larivière estima como un pretexto la acusación de “rojo”, es decir, comunista: «El poeta es ya célebre cuando en 1936 España se hunde en la guerra civil. En julio, Lorca va a descansar a su casa paterna de Granada. ¡Qué lástima. En ese momento mismo en la ciudad cae en manos de los partidarios del general Franco. Lorca no había jugado ningún papel político, incluso tenía muchos amigos en la Falange, el partido nacionalista, pero sus simpatías por los republicanos en el poder en Madrid y su homosexualidad eran conocidas. ¡Fue denunciado como “rojo” porque escribió una sátira en contra de la Guardia Civil en el Romancero gitano! No fue más que un pretexto: de hecho, “el orden moral” fascista no toleraba a este intelectual que no escondía su homosexualidad. Lorca fue detenido por el gobernador de Granada. A pesar de la intervención de algunos amigos franquistas, fue fusilado sumariamente el 19 de agosto de 1936.

Federico García Lorca

¿Cómo sabemos que Lorca no disimulaba su homosexualidad? En el trance en que se encontró Lorca aquella noche de su detención, ni siquiera su pertenencia de clase a la burguesía ilustrada de Granada pudo salvarle. Y ese odio homofóbico del franquismo, y de la Iglesia católica que tuvo su parte de responsabilidad en este asesinato, ya se vio que fue menos político, el poeta lo escribió desde el momento en que asumió, no sin gran desgarramiento, su homosexualidad. Trató de eludir su culpabilidad a través de los viajes por el continente americano: Estados Unidos –su libro Poeta en Nueva York–, por Cuba –recuérdese su poema cantado Ana Belén acerca de su llegada a Santiago en un “coche de aguas”, así como otros escenarios. Pero de vuelta a su patria, recaía en la vieja culpabilidad.

Y esa homosexualidad, es la tesis de Larivière para todos los escritores que eligieron esta opción sexual, no puede ser entendida al margen de la obra de tales escritores y poetas, ya sean sus textos ideología o transformación de ideologías de época, donde reside el valor como ritmo.

Y en uno de los primeros poemas de Lorca durante su estancia en la Residencia de Estudiantes en 1919, Lorca le declara su amor a Dalí, fragmento citado por Larivière, que traduzco literalmente:

Oh Salvador Dalí,

Canto, a tu dardo, la recta dirección,

La comunión que nos une en las horas oscuras,

Nuestra luz no es arte, sino la esgrima del

amor. (Larivière, 339).

Cuando Dalí invitó en 1927 a Lorca a su casa familiar de Cadaqués, se encendió la pasión. Pero el pintor, atraído por las luces de París abandonó al poeta y este, como una forma de rechazo a su propia homosexualidad, entró en noviazgo con Ana María, la hermana del pintor, pero esta relación fue rota rápidamente por el poeta, según atestigua Larivière. (Larivière, 340).

Ante este fracaso y el sentimiento de culpa, Lorca emprende en 1929 el viaje por el continente americano, luego del éxito de su drama María Pineda y su colección de poemas trágicos titulado Romancero gitano. A propósito de este viaje, Larivière dice que, ante la imposibilidad de asumir públicamente su homosexualidad, a causa de los tabúes de la época, el poeta llega a Nueva York, Larivière escribe: «Deprimido, Lorca para en los Estados Unidos en 1929. Ofrece una conferencia en Nueva York, y su voracidad sexual por fin liberada le inspira Poeta en Nueva York. Se le descubre fascinado por los jóvenes viriles de Harlem. Pero continúa la vividura de su homosexualidad en el dolor y la culpabilidad. En su oda a Walt Whitman, él realiza un extraño declive: la glorificaron de leñadores, conductores de tranvía y otros obreros, amantes viriles del poeta americano, y la condena de las “tías afeminadas”.»  (Larivière Lorca-Dalí, 340):

No levanto la voz contra los hombres de mirada verde,

Que aman el hombre y queman en silencio sus labios,

Sino contra vosotras tías del mundo entero, asesinas

de palomas,

Esclavas de la mujer, perras de su tocador […]

Sin banderas, a muerte.

Y ante este fragmento de poema de Lorca, el especialista francés dice que «no hay necesidad de ser un gran sicoanalista para adivinar que está feroz sátira está dirigida a la “tía” que habita en él mismo. Puesto que el escritor es complejo. Él se identifica a las mujeres que describe en su obra. Allí se halla el deseo exacerbado del macho, pero es hacia el español viril, el legendario torero que se vuelve su deseo y que él asumirá con los jóvenes torerillos a su regreso a España.» (Larivière, 341).

Es ya el final de Lorca. Ante la angustia de la muerte, solo él ante tantas imprecaciones, amenazas, insultos, quién sabe cuáles fueron sus últimos pensamientos, si de perdón o de rabia. Únicamente el testimonio de los asesinos, dormido en algún archivo polvoriento o de los estantes de la burocracia judicial, desenterrado por algún investigador, nos muestre la historia de aquella noche lúgubre e interminable para aquel hombre que sudaba en capilla ardiente, condenado como el personaje de Kafka, sin testigo, ni defensa ni sin ser oído: «Un de los verdugos [de Lorca] pronunciara esta atroz oración fúnebre: “acabamos de matar a García Lora, le disparé dos balas en el culo porque era maricón.» (Larivière. 342).

Nuestro especialista francés informa que «su último amante, el bello Rodríguez Rapùn, de catorce años menor que él, combatirá los franquistas y morirá en el bombardeo de Santander, un año, día por día, después de la muerte de Lorca.» (Larivière, 342).

Y, fatalidad de los familiares que nunca estuvieron a la altura de las circunstancias, la vergüenza por práctica social de sujetos, les llevará a censurar a su propio hijo, a un estado de negación del hermano por los hermanos, mientras a Dalí, «la desaparición de su excompañero le causará una profunda depresión. Y no dejará de proclamar su amor pasado y de elogiarle: Lorca era el más extraordinario de los poetas españoles.» (Larivière, 342).

Y finalmente, a 80 años de la muerte de Lorca, el autor de este retrato del gran poeta nos deja estas conclusiones: 1) la obra póstuma de Lorca, Sonetos del amor oscuro, el poeta confiesa francamente su pasión por los hombres: «Pero al censurar la obra –con la aprobación de sus herederos– el primer editor español eliminará el adjetivo “oscuro” y los versos demasiado abiertamente homosexuales, para fingir al lector que los poemas están dedicados a una mujer.» 2) que la «censura existe todavía: en 1998, a raíz de las ceremonias que fueron celebradas con motivo del centenario del nacimiento de Lorca, el premio Nobel de Literatura y la reina de España mismo protestaron contra la evocación de la homosexualidad del poeta, y la presencia de asociaciones homosexuales  en las conmemoraciones.» Y 3) En la actualidad, «solamente la traducción francesa en la edición de la Pléyade está completa. En las ediciones vendidas en España y en América Latina, la censura de la homosexualidad de Lorca perdura. Por ejemplo, su pieza póstuma El público, sátira de la sociedad homofóbica, ¡existe únicamente en la traducción francesa!» (Larivière, 342).

Y mi conclusión es la siguiente: mientras esta censura persista, y mientras que se asuma la lectura de la obra poética de Lorca como inseparable de su homosexualidad, los estudiosos, los críticos, los profesores universitarios que enseñan a los estudiantes a analizar los poemas de Lorca dirán lo que saben de Lorca, pero no sabrán lo que dicen. Estoy seguro de que los herederos universales de Lorca, es decir, sus familiares directos, cobran los derechos de autor del poeta asesinado, pero no aceptan su homosexualidad, inseparable del valor de su obra. 

Bibliografía adicional de Michel Larivière:

  1. Mujeres de homosexuales célebres. –Femmes d’homosexuels cèlébres. 16 portraits de femmmes ayan êpousê un homosexuel. Paris: La Musardine, 2016.
  2. Los amores masculinos. Antología de la homosexualidad en la literaria. Les amours masculines. Anthologie de l’homosexualité dans la litérature. Preface de Dominique Fernàndez. Editions Lieu Commun, 1984.
  3. Diccionario de homosexuales y bisexuales célebres. –Dictionnairee des homosexuels et biseswexuels célèbres. Préface de Pierre Bergé, dessins de Jean Cocteau. Éditions Delétraz, 1997.
  4. Por todo el amor de los hombres. –Pour tout l’amour des hommes. Anthologie. Préface de Bertrand Poiarot-Delpech. Editions Deléraz, 1998.
  5. Al pelo y pluma. A poil et à plume. –Éditions  Régine Deforges, 1988.