Alguna vez algún diestro novelista, ha descrito como infernal las ergástulas durante la guerra de Las Galias (invasión de Britania, entre 55a C – 54 a C), comandada por el general de la República Romana Julio Cesar, de la que posteriormente dio cuenta el propio general en unos relatos. Allí los insultos y las agresiones eran la norma del diario vivir: condición asimilada donde la peor humillación era apenas un deporte antiguo.
De otro modo no me podía figurar el escenario de la Cámara de Diputados a propósito de unas declaraciones del Dr. Hugo Tolentino, en un conocido programa matutino de Televisión llamado "el Despertador", conducido por Marino Zapete y Edith Febles, en el canal 7.
Fue una larga entrevista, donde el ex rector de la Universidad Autónoma de Santo Domingo e inspirador de la UDUAL (Unión de Universidades de América Latina y el Caribe), hacia las observaciones habituales sobre el gobierno, la corrupción, las riquezas repentinas de sus ex compañeros de partido etc…
Al margen de su responsabilidad moral, el andamio de su instancia crítica, en general las declaraciones del Dr. Tolentino Dipp, haciendo alusiones directas a la situación general que se está viviendo en el país, para lo que se yergue en la organicidad que distingue a una persona que trabaja con las ideas y el pensamiento dirigidos a ejercer la crítica política, con sentido de responsabilidad y alto compromiso ciudadano, custodiado por una trayectoria personal que genera consenso de respeto aún ante sus peores rivales.
Por estas razones, cuando la Cámara de Diputado de repente se convierte en Las Galias, nace la obligación de investigar por qué la necesidad de emular la algarabía y las miserias de palabras, de aquel lugar recóndito, hacinado, que eran los espacios sombríos de las ergástulas.
A los razonamiento del historiador en plena Cámara de Diputados, la misma que presidió y contribuyó a organizar mucho tiempo atrás, las respuestas parecían balbuceos de petardos, propios del adoctrinamiento elemental cuya divisa es el fanatismo verbal, que dispara insultos envueltos en palabras, pero que no dice nada, porque es un ABC de cartilla huera, que ya no impresiona ni a los ex alumnos del mismo silabario purpurado.
En este punto, la reflexión obliga a plantear con sinceridad una pregunta que envuelve la razón esencial de los ataques al Dr. Tolentino.
¿Tenía derecho alguno el Dr. Tolentino en ejercicio de la libertad de expresión, a preguntar sobre las supuestas riquezas de Danilo Medina?…
Mirando el video de la Cámara de Diputado y aquella discusión, daría la impresión de que hay temas que no son adecuados nombrarlos, especialmente cuando casi está en marcha una campaña electoral.
Me surge otra pregunta más sobre el tema: ¿Que sería lo inteligente, esconder la pregunta del Dr. Tolentino, o en su defecto, tratarla con la mayor serenidad y dar las respuestas correspondiente?…
Olvido que el fanatismo implementado para dar solución "parlamentaria" a la situación creada por aquellas declaraciones no puede inspirar serenidad de ningún tipo, todo lo contrario.
Creo que por más virulentas o irritantes que puedan resultar las intervenciones del Dr. Tolentino, el espectáculo filmado en aquel cuadrilátero de lucha libre de todos vs uno, fue lamentable y deplorable y es curioso que en medio del dramatismo de la situación, hayan diputados del PLD que consideren útil recurrir a la biografía de su partido, como si con ello hicieran la agresión verbal apandillada, más sublime y militante, cuando realmente lo que sale a flote es esa vieja noción autoritaria que el aliento Stalinista dejó en aquellas siglas y que suele salir como fantasma en los trópicos, de repente y no en ruso.
Tengo la profunda convicción de que el Dr. Hugo Tolentino, solito se puede defender, a nadie puede quedarle dudas al respecto, tampoco planteo el tema por asunto de edad o falta de respeto, porque en materia de las juventud de las ideas, de su generación pocos pueden exhibir la frescura y el acierto en las argumentaciones, al margen de cronologías, aunque en
un foro como aquel, ése elemento si debió de tomarse en consideración, porque forma parte de sus normas.
Lo que si me pareció penoso es que en la propia Cámara de Diputados, donde incluso hay un Salón inaugurado con su nombre, no se haya tenido el tacto para disentir, a la altura de quien con responsabilidad, hacia un planteamiento que toda mente libre para pensar, podría hacer.
Súbito, pensé en las ergástulas de Las Galias, en ropas desgarradas, en el grupo contra uno que se defiende teniendo como límite la pared. No miraba ya sacos o corbata, pensaba en vestiduras rasgadas, en griterío altisonante, donde la mayoría como jauría, embiste contra el prisionero que de modo sistemático, utiliza la palabra hasta el final, mientras el mallete verdugo, repicando, ahoga la voz para diseñar una victoria pírrica.