Diversas instituciones como la Parlamentary Office of Science and Technology del Reino Unido y el Carbon Trust coinciden en la definición de la huella de carbono como “un indicador que busca cuantificar la cantidad de emisiones directas e indirectas de GEI (Gases de Efecto Invernadero), medidas en emisiones de CO2 equivalente, que son liberadas a la atmósfera debido a todas las actividades humanas”.
Estamos hablando de la huella de carbono no sólo toma en cuenta el carbono sino los distintos GEI que puedan generarse.
La huella de carbono puede medirse a través de distintas metodologías internacionalmente aceptadas, como son las normas PAS 2050 y 2060 o el GHG Protocol, tal medición permite reducir las emisiones de GEI y compensar las emisiones restantes, además ayuda a identificar oportunidades de reducción de costos e incorporar la reducción de emisiones en la toma de decisiones; en el caso de sector empresarial permite demostrar responsabilidad medioambiental así como satisfacer la demanda de información por parte de un consumidor cada vez mas sensible y exigente de referencias para tomar la decisión de compra que conlleve a un consumo más sostenible y por ende favorecer la economía eco-sustentable, ya que la huella de carbono se configura, según la opinión de distintos expertos, como “un indicador de desempeño en términos de eco-eficiencia, permitiendo establecer una línea base de emisiones y metas próximas y futuras dentro de una producción sustentable y políticas de reducción de emisiones efectivas”.
Una vez conocida la huella de carbono de carbono generada por un producto en su fabricación, transporte y eliminación, debe formularse un “compromiso de neutralización”, compuesto por dos posibles pasos: reducción (objetivo principal) y compensación, al cual se recurre cuando las emisiones no pueden ser eliminadas y deben ser neutralizadas mediante otras actuaciones. Se puede analizar la huella de carbono tanto de un producto, como de un servicio, una institución o incluso de un concierto como fue el caso de pasado concierto de Juan Luis Guerra.
Así como la medición de la huella de carbono se ha convertido en foco de atención, también lo ha hecho el etiquetado de dicha huella. Las empresas que son poseedoras de ventajas ambientales comprobadas utilizan este tipo de “eco-etiquetado” que reconoce y garantiza sus productos como fabricados con menos impacto ambiental, comprendiendo también el impacto que se genera a través de su ciclo de vida.
Para que dicho etiquetado sea válido, es necesario que existan los mecanismos de control y supervisión a fin de evitar que se promocionen cualidades irreales incurriendo así en la publicidad engañosa.
La medición, el etiquetado, la reducción y en el mejor de los casos la neutralización, de la huella de carbono, va a resultar una responsabilidad ineludible para países y empresas que pretendan competir en mercados muy sensibles con el tema medioambiental.
República Dominicana como gran exportador ha reconocido la necesidad de adaptar las exportaciones de alimentos a las exigencias de medición de la huella de carbono y a través del Centro de Exportación de Inversión, con el apoyo de la CEPAL, está desarrollando un proyecto que constituye un primer paso en todo el proceso que conlleva este asunto.