La precaria situación del sistema educativo dominicano se ha estado reflejando, en diversos estudios nacionales e internacionales, que colocan al estudiantado dominicano en los más bajos índices de aprendizaje en matemáticas, lecto escritura, ciencias naturales e incluso educación cívica, esto, a pesar de que han sido muy pocas las suspensiones de docencia que se han realizado en los últimos 8 años, por parte de la Asociación Dominicana de Profesores, ADP.

Y es que el estudiantado dominicano está aprendiendo poco como consecuencia, entre otras cosas, de la precaria realidad salarial de los docentes, que les obliga a desempeñar otras tareas o trabajar tres tandas, para a penas alimentarse el mes completo.

Una realidad salarial, que les impide cubrir la canasta básica, que el año pasado rondaba los RD$25 mil pesos mensuales. Es así que acciones tales como financiarse el transporte para capacitarse, comprar libros para aumentar su acerbo cultural resultan prohibitivas para los maestros y maestras. Ya no digamos tener acceso a internet en sus casas, servicio que incrementó su costo después de la pasada reforma tributaria.

Si hoy la ADP paraliza la docencia, lo hace en defensa de su propia existencia, en términos humanos, pero también de su profesión, y es que será imposible producir un relevo de calidad manteniendo salarios de indigentes

Se habla de utilizar otros métodos de lucha que no impliquen la pérdida de docencia para el estudiantado, pero resulta que permanecer en las aulas con las actuales condiciones salariales de los docentes no garantiza mayor aprendizaje para los estudiantes.

La esperada reforma curricular y las acciones de formación docentes requieren maestros y maestras que tengan la tranquilidad de tener familias bien alimentadas, con una canasta básica cubierta y con una vida cultural que enriquezca su práctica docente.

Los maestros y maestras no pueden pasarse los próximos 4 años demandando un aumento salarial justo. Y los dominicanos y dominicanas requerimos de manera urgente el fortalecimiento de la educación pública.

A la huelga de los docentes tendrían que integrarse los padres y madres del estudiantado que acude a las escuelas públicas, que son quienes sufren las consecuencias de tener un cuerpo docente mal formado y desmoralizado.

Si hoy la ADP paraliza la docencia, lo hace en defensa de su propia existencia, en términos humanos, pero también de su profesión, y es que será imposible producir un relevo de calidad manteniendo salarios de indigentes.

Nuestros hijos e hijas merecen una educación pública de calidad, con docentes motivados, lo que pasa por un salario que les permita tener una vida digna.