Hasta este “Lado del charco” llegaron las incidencias de la huelga nacional que tuvo lugar ayer en el país y como en ocasiones ver las cosas desde fuera posibilita un análisis más objetivo de los hechos,  sería interesante reflexionar sobre algunas de las lecturas  que es posible darle a los hechos de ayer.

La validez, pertinencia y efectividad hoy día del “método huelga” para reclamar  reivindicaciones sociales y económicas abre esta “caja de Pandora”. Y es que si bien es cierto que en el pasado este era el método más recurrente por los defensores del pueblo y el pueblo mismo, en la lucha de sus derechos, hoy día uno y otros han cambiado y bien valdría la pena que el movimiento de protesta de la República Dominicana evolucione con él, so pena de morir en el más absoluto desfase. De hecho, si se analizan las últimas huelgas nacionales en el país, si bien éstas han servido para que algunas personas expresen su descontento, a nivel de política y toma de decisiones en el tren gubernamental no han tenido el impacto buscado.

A partir de este factor es posible reflexionar  sobre la efectividad o el éxito de la huelga. ¿Qué significa esto para unos y para otros? Si seguimos la lista de reivindicaciones expuestas por los convocantes de esta jornada encontraremos demandas como el revocamiento del “paquetazo fiscal”, anular el alza de un 8% en el costo de la energía eléctrica recientemente decretado, un alza salarial, la asignación del 4% del presupuesto  para la educación, rebaja de los combustibles,  entre otros.

Entonces para entender como exitosa la jornada de ayer  lo lógico sería que dichas demandas sean atendidas por los funcionarios gubernamentales. Sin embargo no es así, y tal parece que a los convocantes de la huelga, para considerarla exitosa le basta con que los comercios no abran, los vehículos no circulen y las personas no salgan de sus casas, y yo creo que es necesario más que eso.

Otros  factores a tomar en cuenta son los denominados: un gobierno “sordo, mudo y testarudo”  y apoyo a la huelga por convicción o por terror. En el primero de los casos sería bueno recordar lo que es un gobierno. Las definiciones sobran, unas más elaboradas y sofisticadas que otras, pero una forma simple de definirlo es un conjunto de personas que son elegidas para desempeñar la voluntad popular. De la interpretación de estas simples palabras se desprende que en la República Dominicana o no tenemos gobierno o tenemos uno muy malo, pues es incapaz de escuchar y dar respuestas a los reclamos que hace el pueblo.

Fue indignante y frustrante a la vez, y he aquí una luz de la huelga de ayer,  observar como amas de casas, niños, personas mayores y jóvenes salieron a las calles ayer para demandar agua, luz, comida, arreglo de calles. Es vergonzoso ver como después de 167 años de vida republicana y billones de impuestos, nuestro país, nuestro Estado y sobretodo quienes lo dirigen han sido incapaces de dar respuestas a las necesidades más básicas de una sociedad. Se habla mucho de modernidad, pero lo cierto es que la República Dominicana vive en el absoluto atraso, en el oscurantismo y que, a juzgar por las declaraciones dadas ayer a la prensa por parte de sus habitantes, desarrollo y avance son palabras huecas y vacías en Las Cañitas, en los Tres Brazos, en la Ciénaga, en Capotillo, en Gualey, en Moca, en Santiago, en Barahona y en Navarrete, entre otros muchos rincones de nuestra maltratada geografía nacional.

No obstante la manifestación de estas personas, hubo otras que declararon su desacuerdo con la jornada. De ahí que sea importante plantearse una pregunta: ¿La huelga se apoya por convicción o por terror?

Es significativo resaltar que son muchas las personas que no abren sus comercios, no acuden a sus centros de trabajo y no salen a las calles, no porque se identifiquen con la huelga sino porque tienen miedo de ser víctimas de la violencia que puede resultar de estas protestas.

Este es un factor interesante de analizar porque los miembros del movimiento popular y social dominicano  que convocan la huelga saben, o debería saber,  lo importante que es el trabajo ideológico y de concienciación para fines de la construcción de una sociedad, entonces de nada serviría que la gente “apoye” por temor. Sería más efectivo trabajar más en la convicción y no en el terror.

Por último el factor más lascivo y vergonzoso: la actitud de la Policía Nacional, la actitud del organismo que en teoría existe para garantizar la seguridad de los ciudadanos dominicanos pero que en la práctica a través de su política de “gatillo alegre” aprovechó el escenario de ayer, como ya es tradición en ella, para represalias y abusos de poder en contra de la población.

En algunos sectores populares como Capotillo se denunció que los “agentes del orden” sacaron a jóvenes de sus casas y los apresaron, mientras es conocido el caso de un señor de 52 años asesinado por la Policía supuestamente porque ignoró la orden de detenerse.

Ante actitudes como la de este organismo es que la necesidad de creatividad se impone. Las huelgas no pueden seguir sirviendo de escenario para el enfrentamiento entre jóvenes de sectores populares y policías abusadores de poder.

Cuando quemar gomas y tirar basura en medio de las calles ya no sirve para captar la atención de los gobernantes, sólo de la Policía,  es importante buscar nuevas formas de protestar. Recordar cuan exitoso fue el establecimiento de un campamento en la lucha por la preservación de los Haitises, recordar el apoyo masivo que genera vestirse de amarillo para clamar por la educación, ver como en otros países, ante el alza,  la población deja de comprar combustibles X día, o no consume algún producto,  o hacen cacerolazos.

Recordar que el derecho a protestar, a manifestarse siempre será uno de los más valiosos, pero para  preservar su validez y conseguir su efectividad es necesario salir de la comodidad que da hacer siempre las cosas de la misma manera y ser creativos y consistentes, después de todo tenemos una población que conquistar y malos gobiernos que derrotar.