Toda la concepción sociológica de Eugenio María de Hostos se construye a partir de lo que él entiende como el orden social, de tal manera que la experiencia histórica, la vida colectiva del ser humano, su comportamiento, adaptación y relación implica el orden experiencial y educativo. De ahí que en Hostos, según la reflexión de PHU, el método asumido sea el inductivo-deductivo y su verdadero procedimiento sea el experimental. (Vid. p. 115)

Según PHU, Hostos “formula seis leyes fundamentales: Sociabilidad, Trabajo, Libertad, Progreso, Conservación y Civilización o Ley del ideal, que son productoras, cuanto las leyes de las leyes positivas de la sociedad están en correlación con ellas, del verdadero orden social.” (Ibídem.)

¿Cómo divide Hostos la Sociología? Según Henríquez Ureña, el maestro puertorriqueño:

“…divide la Sociología en teórica y práctica; al esbozar el objeto de la primera, define la sociedad como ser u organismo viviente cuyos órganos son seis: el Individuo, la Familia, el Municipio, la Región, la Nación y la Humanidad.” (Ibídem.)

Agrega Henríquez Ureña que en su definición y explicación Hostos “…analiza brevemente las teorías sociológicas conocidas en aquel momento: la individualista y la socialista, demasiado exclusivas; la sociocrática de Comte, que condena por apriorística, y la orgánica, que propone como la más aceptable, con reservas, y que es totalmente diversa del organicismo de Spencer.” (Ibíd. loc. cit.)

Según PHU:

“Hostos aparece en el Tratado fundamental de Sociología –del cual excluyó la historia de las ciencias y la discusión de las teorías- aún más original e independiente que en el primer esbozo.  Desde luego, gusta de las designaciones organicistas, y aún de los procedimientos del organicismo apellidado naturalista y fisiológico; pero nada más:  define la sociedad como ser viviente –concepto que cabe dentro de la idea general de organismo- sin buscar sistemáticamente analogías con los seres biológicos ni precisar la diferenciación de órganos, pues los cinco que describe (desde el individuo hasta la Nación) ejecutan indistinta y simultáneamente todas las funciones.” (Véase pp. 116-117)

En efecto, Hostos asume la sociabilidad como ley fundamental del estudio sociológico, pues la misma hace que el sujeto social cobre valor de relación, acción y derecho en su conglomerado.  Lo que se explica en tanto que sociabilidad es un condicionante y a la vez el operante que ayuda a construir lo social.  De ahí que como afirma Henríquez Ureña:

“La ley fundamental de la sociología hostosiana es incontestable:  la sociabilidad, cuyo origen busca el más en la necesidad que en el admirable concepto de la “conciencia de especie” desarrollado por Giddings y ya antes esbozado por Darwin, que ve en la simpatía la base del instinto social, base a su vez del sentido moral.” (Ibídem.)

Después de explicar en su estructura sistemática la concepción del Tratado de Sociología y su base teorética llega a la conclusión de que “Hostos da a las leyes sociales un fundamento de necesidad: aun a la que podría parecer menos necesaria, la del Ideal, la relaciona con la armonía universal, y afirma que de la observación de esta armonía derivará el hombre, siempre  y forzosamente, una enseñanza directriz de su vida.” (Ibídem.)

La influencia de Hostos en PHU se hará legible aún más en el ensayo titulado “Ciudadano de América”, publicado en el periódico La nación de Buenos Aires, el 28 de abril de 1935.  Véase la referencia completa como travesía de reproducción en Nota al calce del ensayo, en Pedro Henríquez Ureña: Obra Dominicana 1988 (citada). Su admiración por Hostos se deja leer en la siguiente afirmación:

“Pero no sólo arde en Hostos la fe en la verdad: arde con más alta llama, la pasión del bien, pasión de apóstol.  Porque Hostos vivió en los tiempos duros en que florecían los apóstol. Porque Hostos vivió en los tiempos genuinos en nuestra América.  Nuestro problema de civilización y barbarie, en quienes lo afrontaban, vocación apostólica.  El apóstol corría peligros reales, materiales; pero detrás de él estaba en pie, alentándolo y sometiéndolo, la hermandad de los creyentes en el destino de América como patria de la justicia.” (Op. cit. p. 452)

Un punto importante que se explica en el retrato y en la etopeya de Hostos define a plenitud el intelectual que fue Eugenio María de Hostos.  El ensayo biográfico-genealógico y sobre todo moral que hará PHU del maestro puertorriqueño se convierte en un trazado de su personalidad, pero también del primer hostosianismo caribeño y latinoamericano:

“A Eugenio María de Hostos (1839-1903) el ansia de justicia y libertad lo enciende para la misión apostólica.  Al nacer en Puerto Rico, abre los ojos sobre la injusticia como sistema social: desde la situación colonial de la isla frente a tantos pueblos emancipados de Europa, que trabajosamente aprendían a ser dueños de sí, hasta la institución de la esclavitud.  Antes de la adolescencia va a España, donde permanecerá hasta cumplir los treinta años.  Allí comprende la esencia de los males que atormentan a todo el mundo hispánico, en la patria europea y en las patrias desgarradas de América…” (Vid. pp. 452-453)

Nuestro intelectual relata como vivencia la travesía de Hostos luego de su partida de Santo Domingo hacia Chile:

“Luego de marcharse del país vive en Chile por diez años  (1889-1898), en tranquilidad, dedicado a la enseñanza y difusión de sus ideas sobre moral, educación y justicia.  Retorna a Santo Domingo en 1900, “a reanimar su obra”.  Lo conocí entonces: tenía un aire hondamente triste. Trabajaba sin descanso, según su costumbre. Sobrevinieron trastornos políticos, tomó el país aspecto caótico, y Hostos murió de enfermedad brevísima, al parecer ligera. Murió de asfixia moral.” (Vid. p. 455, Op. cit.)

La travesía biográfica y axiológica de Hostos narrada por PHU describe  lo que era la sociedad dominicana de comienzos de siglo XX; pero también destaca los diferentes trayectos de este ciudadano de América que por lo mismo se hizo universal desde el pensamiento crítico y educativo.  La idea hostosiana de porvenir y justicia influyó decisivamente en la búsqueda humanística y social de PHU.

Como biógrafo y admirador de Hostos Henríquez Ureña plantea una problemática altamente crítica sobre el país, pero también de toda América en movimiento y contexto.  Las rutas espirituales, políticas, existenciales e intelectuales de Hostos y PHU se encuentran en una historicidad crítica y moral, patente y cardinal en sus vidas dedicadas a refundar un espacio cultural, educativo y social de sujetos y obras en contacto y movimiento.