“Yo estaba en ese negocio desde los 13 años que me fui de mi casa porque me daban muchos golpes, me maltrataban. Ese hombre llegó al negocio y duró un tiempo teniendo sexo conmigo hasta que quiso casarse conmigo. Le pagó a la dueña del negocio para que dejara que me llevara con él, me honró.  Nos casamos, yo tenía 15 años y él tenía 29 años. Hace unos años que murió y nunca he visto a ningún otro hombre”.

Esta cita la extraemos del estudio “Trata Interna de niños, niñas y adolescentes en la República Dominicana” que realizamos para OBMICA/AECID y fue publicado el pasado mes de marzo.

“La compra en matrimonio a trabajadoras sexuales que trabajan en negocios o en las calles se presenta en los diálogos informales como un fenómeno muy antiguo. Muchas mujeres que están hoy con parejas fijas “casadas” fueron “honradas” pero se niegan a reconocerlo. El término de “honrado” tiene que ver con el estigma hacia la trabajadora sexual, a cuál se considera como una mujer “sin honra” “sin vergüenza” o “sin honor”. Al momento en que el hombre paga al negocio por la mujer ésta cambia de estatus, como bien relatan las mismas mujeres y/o personas de las comunidades estudiadas”.

“Algunas de las mujeres entrevistadas vivieron la doble trata. Huyen de sus casas para entrar a condiciones de explotación sexual y luego son honradas por un hombre. En algunos casos los “maridos” siguen reproduciendo las condiciones de “secuestro” y “esclavitud” que vivían cuando estaban en los negocios. No las dejan salir, no las dejan trabajar, el sistema de control de sus vidas es muy estricto y cargado muchas veces de maltrato”.

Honrar en Matrimonio es un matiz de lo que se denomina como Matrimonio Servil. El Matrimonio Servil es una de las modalidades de Trata de personas muy arraigada en nuestra sociedad que se muestra en el Estudio. Otro matiz del Matrimonio Servil es el que se muestra en la siguiente cita también extraída del estudio citado:

“Una tía mía me negoció a un hombre de 70 años, sin yo saberlo. Yo era muy joven, tenía unos 18 años. Se supone que yo iba a trabajar con ese señor en su negocio, un bar, para atender el bar. Él me dijo que no hizo contrato de trabajo con mi tía, sino que él le dio dinero a mi tía para que yo me casara con él. Que yo iba a ser su mujer. Yo hablé con mi tía indignada y ella me dijo que no había acordado eso con él. Después resulta que mi tía me engaño dos veces, ella había cobrado por mí 20,000 pesos a ese hombre”.

El uso del matrimonio como mecanismo de esclavización de las adolescentes y mujeres se muestra en dos perspectivas. Una perspectiva que es el matrimonio como la “honra” para las mujeres y adolescentes en trabajo sexual pero que se convierte en explotación y compra de las mismas, y la otra perspectiva que es el matrimonio servil-forzado en el que encontramos casos de mujeres que en su adolescencia fueron vendidas a hombres adultos por familiares y el caso de adolescentes que son sobrevivientes de violación-abuso sexual pero que su familia las obliga a casarse o ellas entienden que tienen que casarse porque “ya son mujeres”.

Estas formas de matrimonio están sustentadas en las representaciones presentes en la cultura popular en la que se supone que la niña o adolescente que tiene relaciones sexuales deja de serlo para convertirse en mujer independientemente de su edad (Vargas 1998). Por lo que aun el sexo haya sido fruto de una violación sexual el hombre o joven debe asumir la responsabilidad económica de ella porque “vivió” con ella.

La práctica de expulsión del hogar hacia la niña-adolescente que sea activa sexualmente es parte de la visión machista que niega los derechos sexuales y reproductivos al sexo femenino y establece la propiedad del hombre sobre la mujer o adolescente con quien tuvo sexo.

Este articulo fue publicado originalmente en el periódico HOY