¿Cuál es la medida desde donde parte el vocero de la presidencia para afirmar que el actual gobierno es el más honesto que hemos tenido? Sin duda, parte de una comparación, pues utiliza un adverbio comparativo. Implica, que entre gobiernos deshonestos son los "menos deshonestos": menos que el de Leonel, el de Hipólito, el de Salvador, el de Guzmán, o el de Balaguer – administraciones cómplices, en mayor o menor medida, de enriquecimiento ilícito.
Podemos decir, que la declaración oficial admite deshonestidad, aunque menor, al contraponerla con corrupciones de mandatos anteriores. Serían menos corruptos, supongo, siguiendo resultados de auditorías realizadas por actuarios, economistas y contables palaciegos, quienes manejan tablas de estándares de corrupción, gráficas de cogiocas, y montos de saqueos por cuatrienios.
De ser esa, como se deduce, una confesión indirecta, aplaudimos la sinceridad de palacio, síncrona con la documentada y reiterada corrupción de ministerios, funcionarios, y dependencias estatales; y siguiendo el convencimiento ciudadano sobre la deshonestidad gubernamental (recordemos que el gobierno está constituido por el ejecutivo, el conjunto de ministros, las llamadas instituciones descentralizadas, y demás dependencias estatales). ¿Acaso la OISOE es una sucursal de la Ferretería Cuesta, o la CDEEE una oficina de la General Electric?
En cuanto a la particular bonhomía de nuestro presidente, "que a nadie hizo mal, a nadie mató…", tenemos que pensar en el poder que ha sustentado en los últimos tres lustros: miembro del Comité Central del PLD, líder y codueño del mismo, presidente de la cámara de diputados, dos veces secretario de la presidencia en tándem con Leonel Fernández, y Jefe del Estado. Sin perder de vista ese magnífico poder, repasemos nuestro código penal, que tipifica el delito por omisión. Entonces sí podríamos sacar conclusiones sobre la honestidad del mandatario.
"…. la omisión es un concepto normativo, porque presupone la existencia de una norma (no necesariamente jurídica). Lo característico de la omisión es que no se lleva a cabo la conducta exigida por una norma de mandato".
"… la mera omisión de una acción que el ordenamiento jurídico ordena que se realice en aras, ciertamente, de la protección del bien jurídico. También son denominados delitos de inactividad."
"… Un mismo delito puede ser realizado tanto por acción, como por omisión."
"… pudiendo consistir el comportamiento del sujeto, que puede ir desde no hacer nada, hasta realizar otra conducta distinta a la prescrita por el mandato…"
"…el autor tiene asimismo un total dominio del foco del peligro que amenaza con producir el resultado."
"… el sujeto habría podido evitar el resultado, si hubiera realizado la acción a la que estaba obligado…"
"…De acuerdo a esta concepción, para que un sujeto pueda responder de un delito de comisión por omisión, es preciso que la conducta a él exigida hubiera evitado con toda seguridad, o al menos, con una probabilidad rayana en la certeza, la producción del resultado…"
Al terminar de leer estos siete párrafos, el dictamen no le favorece. Y es que no se puede vivir como los tres monos japoneses, que ni ven, ni oyen, ni hablan – teniendo el poder para evitar, actuar y castigar. Ineludiblemente, se termina siendo cómplice y delinquiendo. Deduzco que por eso no pasa la imagen santurrona del candidato reeleccionista. Es insostenible cualquier proclama de honestidad. No cuela, pierden el tiempo.