Homenaje a Bertolj y Gabriel (1). Y con ellos a todos los niños y niñas en orfandad por feminicidios.
Tengo unos sobrinos que me ha regalado la vida, amorosos, bellísimos y con unas ganas de vivir espectaculares; hijos de una gran amiga que lamentablemente han pasado por una travesía en la que nadie debería verse envuelto. Contando Bertolj con 6 años y Gabriel con 4, fueron testigos presenciales del feminicidio de su madre, ejecutado de forma vil y terrible. Cuentan las personas, testigos presenciales del hecho que, de repente salió Eva, corriendo desde su casa intentando salvar su vida y, detrás, el asesino, pistola en manos, la perseguía; y los niños detrás de él también corrían, pidiéndoles que dejara a su mamá tranquila.
Después de perseguirla por una cuadra; el asesino la alcanzó. Eva se arrodilló en medio de la calle y le imploró que no la matara, le recordó que los niños verían todo, pero al feminicida no le importó, le disparó y la mató.
Bertolj y Gabriel cuentan la historia de cómo una vecina los agarraba y tapaba, con tal que no vieran a su mamá llena de sangre; que luego vino la policía y una ambulancia y se llevaron a su mamá, ya muerta, luego de que su propio padre la hubiera asesinado.
Mi amiga, tía de los niños, desde que pasó el hecho decidió apoyarles económicamente.
Los trasladaron a la casa de la abuela en Elías Piña donde, como es natural, había mucho dolor y mucha rabia. El cuadro que habían presenciado y la situación en la que estaban viviendo, les estaba generando una gran sensación de inseguridad y de abandono. Habían sido testigos presenciales de la violencia de su padre hacia su madre; y ahora eran parte de conversaciones con expresiones de que había que “salir a encontrar y matar a ese abusador”. Y atendidos por una abuela deprimida porque le habían matado la hija. Estaban perdidos y sin mucho apoyo emocional.
Esa realidad permitió que los niños se identificaran en la tía que se preocupaba por ellos y, en mi interpretación de la historia, ellos la escogieron como madre antes que ella los escogiera como hijos.
Mi amiga es una mujer que ha dedicado su vida a la sanación del cuerpo y el alma de muchos seres humanos. Posiblemente sin darse cuenta, hace cuatro años asumió su obra cumbre al acoger como suyos los hijos de su prima víctima de feminicidio.
Cuando Eva, fue asesinada estaba en recuperación de su salud, hacía tres meses que la habían operado de un tumor en el cerebro y se había ido a Elías Piña a recuperarse. Luego de pasar por un proceso tan fuerte como ese, entendió que debía separarse ya que el que posteriormente se convirtiera en su asesino, era muy violento, la trataba muy mal y le pegaba con frecuencia. Dicen que ella estaba feliz pensando que había logrado operarse y superaría su situación de salud, y podría reconstruir su vida.
En su primer viaje a Santo Domingo luego de la cirugía, fue a su casa a recoger sus cosas y las de los niños, pensando radicarse en Elías Piña al menos hasta que estuviese bien recuperada y pudiese continuar su existencia alejada de ese hombre.
El asesino la encontró en la casa y decidió que ella no podía irse a ningún lado, que se quedaba ahí, con él, aguantando todo lo que él quisiera; para eso ella era “su mujer”. Cuánto dolor, cuanta tristeza, cuanta indignación.
Si el caso es espeluznante, también lo es saber que el feminicida está libre, es un secreto a voces que hace vida en Pantoja, pero no han podido apresarlo. Este hombre no es rico así que no parecería que está pagando por su libertad. Dicen por ahí que es “amigo” de personas con “poder”, que le están protegiendo y permitiendo la impunidad en el asesinato de Eva. Quiero confiar que ahora que el caso ha sido denunciado y mi amiga colgó un video en las redes invitando al feminicida a entregarse, las autoridades lo “encontraran” y procesaran.
En este mes de diciembre, que decidí que mis artículos serán para reconocer vidas, le rindo homenaje a Bertolj y Gabriel, que, a tan corta edad, les tocó vivir y estar presentes cuando su madre fue vilmente asesinada mientras rogaba de rodillas por su vida. Ellos son un gran ejemplo, su resiliencia es admirable: son niños con un deseo de vivir impresionante, que fueron capaces de identificar una nueva madre amorosa que los acompaña en la búsqueda de la sanación y que los acogió desde la felicidad.
Como dice mi amiga, es una conexión que trasciende lo físico. Definitivamente hubo una intervención del orden divino, que ha permitido que las energías se organicen y trabajen hacia el bien de estos chiquitos tan maravillosos.
Desde hace 4 años estudian en un Centro Montessori, van a clases de artes marciales, natación y guitarra; aunque ahora mismo su pasión es el béisbol y con lo grande que están y los cuerpos que tienen no me extrañaría que al menos uno, si sigue interesado, deje su marca en las grandes ligas.
Han contado con asistencia sicológica, han recibido terapia de juego y bioenergética, en un plan diseñado para trabajar los cuerpos y liberar energías por la vía del movimiento, ayudándoles a lidiar con todo ese dolor. Han tenido momentos de baja, pero para su gracia y la felicidad de quienes estamos a su alrededor, lo están logrando.
Mi amiga dice que la trilogía son una familia compacta, sólida, y amorosa. Aunque es cierto que todavía ellos buscan obtener “seguridades”; en esto la estrategia ha sido tratar de que su cotidianidad transcurra en la tranquilidad de saber que ella está ahí, que no los va a dejar, y que sea desde el amor que pueden liberar ese miedo a quedarse desprotegidos.
Les aseguro que, si los conocen y comparten con ellos, encontrarán a dos niños alegres, abrazadores, siempre encantados de recibirnos en su hogar y cantar y bailar con nosotras, ese ejercito de tías postizas que gozamos de su compañía.
Lo mejor para ellos es que su padre no fuese el asesino de su madre, pero, lamentablemente, ese hecho es irreversible. Ahora lo mejor es que cuenten con un espacio de amor y de paz. Así deberían tenerlo todos los niños y todas las niñas, que les toque vivir tragedias tan terribles.
Como sociedad hagamos conciencia de esta situación, trabajemos para que no siga pasando y para que, si pasa, haya atención oportuna, pertinente y amorosa.
Bertolj y Gabriel, deseo que la vida se encargue de recompensarles por tanto dolor y que ustedes se conviertan en dos hombres felices, en paz y comprometidos con una sociedad donde la violencia no tenga cabida.
Nota:
(1) Nos han recomendado cambiar los nombres de los niños, por el proceso judicial abierto. Disculpas por los inconvenientes que esto pueda ocasionar. La madre adoptiva y esta tía por amistad, actuamos de buena fe, pero, puede ser imprudente.