Lo que se ve fue hecho de lo que no se ve. Para bien o para mal, lo que concebimos en lo interior es materializado en lo exterior. De manera que podríamos argumentar que lo que se hace es producto de lo que se piensa.
Análogamente, los hábitos son producto de patrones de comportamiento que a su vez definen el carácter y porvenir de una persona o grupo de personas.
Predecir el futuro acertadamente no es, a final de cuentas, una tarea imposible. Basta considerar el pensamiento y modo de proceder de determinado ente social para vaticinar su destino; prístino o profano, el mismo ha de ser idéntico a su propietario.
Ahora ¿qué determina cómo pensamos?
¿Será lo que escuchamos, lo que vemos o lo que deseamos?
Evidentemente el grado de correspondencia entre lo que se difunde masivamente en los medios de comunicación y el comportamiento de esta generación es sumamente significativo.
Analizando texto, contexto y subtexto podríamos catalogar mucha de la música popular como música amoral. Lo mismo se puede decir de las carteleras de películas que se sirven en bandeja de plata, atractivas y entretenidas, pero de contenido podrido y desnutrido; fatal para la materia gris aunque al verlas uno se sienta feliz como una lombriz.
Pero sentirse feliz es bueno ¿no?
Desde luego, siempre y cuando el sentimiento de felicidad no este seguido de una resaca corporal, intelectual y/o espiritual. Por eso es preciso diferenciar entre sentirse feliz y estar gozoso.
Pues por un lado el sentir es, en efecto, efímero. El estar, en cambio, puede llegar a ser perenne. Eso es así como el interés y el compromiso; el instinto y el principio; la rapidez y la velocidad.
El interés y el compromiso
En sentido general todos los seres humanos estamos interesados en bajar de peso y/o tonificar el cuerpo, ganar mejor sueldo, y tener una mejor relación con nuestras cónyuges, familiares, amigos y compañeros de oficio.
Todos estamos interesados en esas preciadas cosas, pero una cosa es estar interesado y otra es estar comprometido a pagar el precio para obtener el preciado premio.
A diferencia del interés, el compromiso se ejerce independientemente de cómo uno se sienta; el compromiso es un estado de 'ser' no de 'sentir.'
De hecho, el compromiso, no el interés, es el modo de vivir que se corresponde con nuestra naturaleza humana en su estado original pues somos, en esencia, seres humanos no sentimientos humanos.
¿Qué quiere decir esto? ¿Qué los seres humanos no tenemos sentimientos?
De ninguna manera. Los seres humanos sí tenemos sentimientos, el problema está en permitir que los sentimientos nos tengan a nosotros. Si permitimos tal cosa nos constituimos en seres incapaces de vivir una vida de compromiso; nos convertimos en seres que sienten y mienten.
¿Cómo así que sienten y mienten?
Bueno, un ser humano poseído por sus sentimientos puede fácilmente confundir el 'sentir' con el 'estar.' Es por eso que muchos dicen estar enamorados cuando lo que en verdad están es meramente interesados. Tales personas después de congraciarse y experimentar con la parte que le interesa, la desecha y prosigue sin compromiso hacia otro sitio, proyecto y/o relación de su interés.
Los instintos y los principios
El hombre que vive instintivamente sin supeditar sus deseos marginales a un conjunto de principios centrales está destinado a ser un hombre inconstante, sin columna vertebral; uno con el cual el prójimo no puede contar a la hora de la verdad.
Muchos practican ese estilo de vida guiado por estímulos. Tal modus operandi es fácil de llevar pues lo tenemos todos por 'default.' Los principios, en cambio, se adquieren por medio de la educación y del conocimiento y revelación de la Palabra de Dios.
La rapidez y la velocidad
En ciencias físicas se nos enseñó que la rapidez es la frecuencia con la cual un cuerpo cambia de posición. La velocidad es, en cambio, rapidez con dirección. De modo que la dirección es, si se quiere, la que le da propósito de destino a la rapidez.
Por lo tanto, amigos, os exhorto a vivir una vida de interés con compromiso, utilizando los instintos dentro del marco de los principios, a pasos firmes y veloces no rápidos y precoces procediendo como el que da coces contra aguijones.
Para logar esto es menester considerar lo que vemos y escuchamos en función de lo que queremos cosechar, mejorar o eliminar en nuestras vidas.
En el proceso, tengamos nuestras expectativas claras. No esperemos resultados diferentes a los que hemos obtenido anteriormente si seguimos haciendo lo mismo constantemente.
El libro de Proverbios dice que "como el perro que vuelve a su propio vómito es el necio que repite su necedad."
Es hora de dejar atrás las necedades y mocedades que por tanto tiempo han obstaculizado nuestra plenitud espiritual, éxito empresarial y estabilidad familiar.
Es hora de forjarnos un presente y un futuro preñado de bendiciones las cuales damos a luz para ser bendecidos y al mismo tiempo servir de canal de bendición a las naciones.
¡Hasta la próxima!