Debido al entusiasmo en la recuperación de documentos importantes para el conocimiento de la vida nacional, nuestro historiógrafo no se pudo detener en el estudio de algunos materiales que aún hoy necesitan de un reordenamiento y un tratamiento crítico más direccional. Muchos libros de Emilio Rodríguez Demorizi se publicaron sin ser debidamente anotados ni dispuestos en un contexto de elaboración crítica sustentado en la precisión informativa y documental.

En este sentido, se impone una re-edición de muchas de sus obras que deben ser retomadas y establecidas por un equipo de especialistas, críticos textuales, historiadores  areales que puedan completar, limpiar, corregir, enderezar y constituir nuevas ediciones cuidadas de su obra. Por ejemplo, obras como Poesía popular dominicana (1939); Del romancero dominicano (1943); Vicisitudes de la Lengua Española en Santo Domingo (1944); Discursos históricos y literarios. Contribución al estudio de la Oratoria Dominicana (1947); Refranero Dominicano (1950); Seudónimos Dominicanos (1956); Cuentos de política criolla (1963); Riqueza mineral y agrícola de Santo Domingo (1965); Hojas de Servicio del Ejército Dominicano, 1844-1865, 1968, Vol. I; Cronología de la Real y Pontificia Universidad de Santo Domingo 1538-1970, (1970) Pintura y Escultura en Santo Domingo (1972); Música y Baile en Santo Domingo (1971).

Pero no sólo estas obras mencionadas merecen estudio, revisión y puesta al día. Otras obras de carácter diplomático, político, biográfico y artístico merecen ser establecidas desde mejores criterios bibliográficos y crítico-editoriales (España y los comienzos de la pintura y la escultura en América, 1966; Sociedades, Escuelas, Gremios, Cofradías y otras corporaciones dominicanas (1975); Lengua y Folklor de Santo Domingo (1975); Enciclopedia Dominicana del Caballo (1966); Familias hispanoamericanas, (Vol. I, 1959); Relaciones domínico-españolas (1844-1859) (1955); Cronología de Trujillo (1955); Bibliografía de Trujillo (1955), entre otros títulos.

Una observación puntual se hace necesaria llegado este momento. Para el período en que Emilio Rodríguez Demorizi constituyó su proyecto de indagatoria histórica o historiográfica, tanto las ciencias sociales como las ciencias humanas no habían avanzado en la perspectiva metodológica que desde los años 60 hasta hoy podemos observar tanto en contenido crítico como en conocimiento de interés y proceso. Las herramientas de la investigación alemana, francesa, británica, italiana, austriaca y suiza no tenían en el país una presencia en los marcos de búsqueda que se daban en nuestro ámbito académico y educativo, debido a restricciones editoriales, comunicativas, bibliográficas e intelectuales.

La discusión política, científica, metodológica e historiográfica entre 1910-1930 y 1930-1961 en República Dominicana, no presentaba avances significativos en el marco de lo que empezó a conocerse como el nuevo discurso de las ciencias sociales y la revolución planteada por un nuevo discurso de las ciencias humanas, en lo que atañe a dominios científicos como la lingüística, la  antropología, el análisis del discurso y la ciencia de textos y documentos.

Estos límites en el cuadraje de la investigación en ciencias sociales, ciencias humanas y ciencias del lenguaje no permitieron en el caso dominicano un mejor desarrollo de espacios culturales. Sin embargo, hacia finales de los años 60, el uso de nuevas herramientas empezó a presentar formas más confiables a nivel latinoamericano y caribeño. Los intelectuales protagonistas en el período 1930-1961 desconocieron los grandes aportes que desde 1929 se empezaron a conocer en la línea de la investigación histórica e historiográfica. Dichos aportes no se sintieron en las elaboraciones históricas, teóricas, críticas y textuales dominicanas ni siquiera en la década de los sesenta y setenta  del siglo XX.

Lo que el historiador Peter Burke ha denominado La revolución historiográfica francesa. La Escuela de los Annales: 1929, 1989; (1999), no ha tenido aún consecuencias positivas en el marco de estudio de la historia y la historiografía en República Dominicana. Así como tampoco ciertas aplicaciones del Análisis del discurso han tenido incidencia en el análisis, investigación y estudio diacrónico de la historia dominicana contemporánea, salvo algunas excepciones.

De ahí que aunque el aporte de Emilio Rodríguez Demorizi sea un buen punto de partida para el estudio de la República Dominicana en todo su trayecto histórico, la metodología asumida por este maestro de la historia dominicana resulta hoy desfasada, insuficiente y en muchos aspectos y líneas, insostenible.

No obstante estos límites, normales en el caso de la investigación y los investigadores históricos dicha obra, así como la obra de otros historiadores que le sucedieron a la mayoría de compañeros de su generación, hacen que los nuevos historiadores, con mejores referencias teóricas, críticas y metodológicas aporten y refuercen la práctica de la escritura de la historia en el orden de una investigación (interdisciplinaria, intradisciplinaria y  transdisciplinaria) segura y específica.

Nuestro trabajo se dirige, en este sentido, a proponer un estudio general y direccional de la obra de Emilio Rodríguez Demorizi, como continente y recipiente de un cuerpo y varios cuerpos textuales y documentales, cuya significación encontramos en el ámbito variado de la historia dominicana contemporánea y sus diferentes cardinales de proceso, progreso y pesquisa. Entendemos que una obra como esta merece una atención particularizada por aspectos, formas, sucesos, dirección, especies, diacronías, espacios intelectuales y sobre todo permanencia en tiempo y lugares de la interpretación.