Se ha resaltado que Danilo logró una votación “histórica” con el 62% que le asigna Roberto Rosario, superando el 59. 53% conquistado por Juan Bosch en las elecciones de 1962, y el 57.11% ganado por Leonel Fernández en 2004.

Independientemente de que la oposición documentó el martes, con datos de la JCE, que Medina fue “elegido” en base a un fraude descomunal, para explorar cuán “histórica” pudo ser su victoria, hay que ponderar los contextos en que se produjeron las tres elecciones.

Ajusticiado Trujillo, Bosch convenció al país -dividido entre trujillistas y antitrujillistas-, de que  garantizaría la paz y la unidad, a lo que unía un esperanzador discurso desarrollista y reivindicador.

Gran orador, profundo conocedor de la idiosincrasia criolla, Bosch encantó a la alta sociedad y al pueblo llano.

Coronó su campaña en un debate con el padre Láutico García que concentró la atención del país. No sólo le ganó al cura sino que dejó convencida  a la mayoría de que era el hombre a elegir.

A Leonel lo convirtió en el segundo mandatario más votado la crisis bancaria de 2003 que disparó la inflación hasta en un 500% en los precios de productos de la canasta familiar, al punto de que a las góndolas de los super la gente los llamaba “El Muro de las Lamentaciones”, crisis que al estallarle en las manos al gobierno de Hipólito Mejía, favoreció ampliamente a Fernández.

En ambos casos el contexto impulsó un sentimiento nacional favorable. Pero ¿y a Danilo? ¿Cuál factor determinante pudo llevar a que el electorado lo eligiera con tan alta votación?

Ninguno. Están ahí sus fracasos frente a la delincuencia desbordada, el desbalance entre ingreso real y un costo de la vida dolarizado. El desastre hospitalario y las deficiencias en la Seguridad Social. No aprovechar la inversión del 4% del PIB para darle calidad al sistema educativo.

El endeudamiento público insostenible. No aprovechar los bajos precios del petróleo para mejorar la calidad de vida popular. No cumplió con los pactos fiscal, educativo y eléctrico.

Desconoció la Constitución de 2010 para comprarse una reforma a la medida de su ambición, lo cual le quitó apoyo y produjo resistencia hasta en su propio partido.

Otro handicap  fue la traída al país de Quirino  para sacar a Leonel de la competencia por la nominación presidencial a las pasadas elecciones,  definida como un “linchamiento moral” perpetrado contra Leonel, percibido en el pueblo como un acto de ingratitud personal de Danilo en perjuicio del hombre que lo llevó a la Presidencia en 2012.

Y están la corrupción y la impunidad campeando sin que en ningún caso exista castigo ejemplar.

Mientras Bosch y Leonel contaron con muy favorables condiciones para ganar con amplio margen, Danilo llegó a las elecciones bajeado por mil fracasos e incumplimientos.

De no ser por los scanners de Roberto, las trapisondas y violaciones y el apañamiento mediático, el proyecto de Danilo jamás podría estarse ufanando, de manera enfermiza, de que superaron las votaciones de Bosch y de Fernández.