La historia es un teatro de marionetas, un desfile de sombras chinescas y una larga pantomima. Mal hacen los que se afanan en encontrar versiones de hechos y personajes históricos que se aproximen a una especie de realidad racional. Lo cierto es que la historia siempre ha sido utilizada como un medio de control social mediante las estrategias de manipulación de masas.
La nación dominicana y su historia, tan traída por los pelos, no escapa de estos fantasmas. Ante la falta o existencia muy limitada de documentos, el investigador de nuestra historia del patio insular, le quedan dos caminos: uno, tratar de lograr una aproximación comprensiva y racional a los personajes y hechos, no ausente de la especulación; y segundo, conformarse con dudar de lo que le han contado y resignarse al asombro y la perplejidad. La gran masa humana y estudiantil se conforma con repetir como loros las narraciones con tal de no reprobar sus materias.
Acaso no exista una historia mas estafada que la de la Isla de Santo Domingo. Las leyendas del Dorado y de la intervención de la mismísima Virgen de las Mercedes a favor de los españoles invasores, y por supuesto en contra de los Tainos, son dos ejemplos palmarios de antojadiza e inaceptable manipulación de los hechos, uno en el Cono Sur y el otro aquí.
El temor y los fantasmas, ogros temibles, también son herramientas de la Historia. Estados Unidos llegó a un punto de su armamentismo, tan preocupante, en el que se vio obligada a construir demonios, a entrenar enemigos feroces, para luego destruirlos y publicarlos con amplia cobertura de medios de prensa. La historia también es un medio de disuasión geopolítica.
Con la llegada de las tecnologías de la información y las comunicaciones, se va haciendo la historia a cada segundo y en tiempo real. Cada ciudadano armado con un celular con cámara es un reportero universal. Cierto es que la locura de este mundo patas arriba, ha logrado casi matar el sentido de solidaridad. Se prefiere filmar la desgracia y subirla a las redes, que socorrer al que se está muriendo y necesita ayuda urgente. Asistimos sin duda alguna a una gran ola de atontamiento global.
El fenómeno podría verse como una ventaja por ofrecer visiones in situ de cada uno de los acontecimientos. Sin embrago lo que ha generado es mayor confusión y temor, porque el humano recibe una avalancha de información y datos simultáneos y renovables como una estampida, que no logra digerir tal bombardeo, experimenta síntomas de mareos y vómitos y enloquece, por lo cual se le dificulta mas lograr una aproximación objetiva de los hechos nacionales e internacionales. El asombro ha huido de la conciencia humana sometida a este mundo espectáculo, generando una revolución emocional de impactos insospechados ni medibles por ahora.
China ha comenzado a construir en sus principales ciudades, aceras señalizadas par uso de los zombies urbanos que caminan chateando. Como registraran los historiadores este fenómeno global, cuando se sienten a escribir la historia contemporánea, no se sabe.