La razón principal para eliminar la reelección indefinida en este país, aún sea la no consecutiva que establece la Constitución de 2010, es que los ex presidentes dominicanos no saben retirarse de la contienda política con dignidad en el momento oportuno.
Felipe González se refirió hace algún tiempo a los ex presidentes como jarrones chinos, valiosos que nadie sabe dónde colocar. En el caso dominicano, ellos mismos se colocan en el epicentro de la competencia política. Aspiran y aspiran hasta terminar derrotados en las peores condiciones. Recordemos a Balaguer, un anciano en su novena postulación derrotado poco antes de morir.
La democracia necesita alternancia porque el pueblo se cansa de las mismas figuras políticas, aunque tengan adeptos que vitoreen, y porque siempre hay muchos aspirantes a ocupar las posiciones públicas. El sistema democrático debe generar nuevas expectativas y oportunidades.
Hipólito Mejía y Leonel Fernández, los únicos ex presidentes que tiene el país en este momento, no aceptaron oportunamente que debían retirarse y ceder el paso a otros aspirantes. Resultado: el PRD está dividido y el PLD enfrenta su mayor crisis.
Felipe González se refirió hace algún tiempo a los ex presidentes como jarrones chinos, valiosos que nadie sabe dónde colocar
Imaginemos: si Hipólito Mejía no se hubiera repostulado en el 2012, Miguel Vargas hubiese sido el candidato y hubiese perdido por segunda vez (perdió en 2008). Con dos derrotas, hubiera recibido mucha presión partidaria para abandonar sus aspiraciones del 2016, generándose así (quizás) una transición sin ruptura.
Pero Vargas se sintió traicionado por Mejía y lo expulsó después de la derrota en 2012, creándose una crisis insalvable por las confrontaciones. Que el PLD azuzara las tensiones fue producto de la incapacidad del PRD para resolver sus problemas internos.
Desde 2009, Vargas no suelta la presidencia del PRD porque asume que perpetuándose asegurará la candidatura presidencial mientras la desee, aunque las encuestas muestren su bajísima aceptación electoral. Por su parte, Hipólito Mejía perdió la convención del PRM 70 a 30. Procedía su retiro digno en 2004 en vez de seguir como un gladiador buscando nuevas postulaciones. El balance posterior es negativo para él y para su organización.
Leonel Fernández tampoco ha asumido bien el papel de ex presidente. Salió del poder en el 2012 con la intención de volver en el 2016, limitando así las posibilidades de otros aspirantes. Eso lo saben los pre-candidatos presidenciales del PLD, y todos se han volcado contra él de una manera u otra. La tapa al pomo la puso el Comité Político con su decisión de reformar la Constitución para permitir la repostulación de Danilo Medina que goza de alta aprobación y augura mayor éxito electoral.
Si Fernández se hubiese distanciado de la lucha política a partir de agosto de 2012, sin pretensión de volver en el 2016, hubiese recibido menos críticas porque no hubiese sido un competidor activo.
Pero creyente de que su liderazgo es superior e insustituible, que la antorcha es suya y la pasó temporalmente a Medina, Fernández no da muestras de entender el momento político ni de acatar las decisiones partidarias que van contra sus aspiraciones. Sigue atrincherado como un gladiador en busca de una cuarta postulación. Con 12 años de presidencia procedía el retiro digno en 2012.
Independientemente de lo que suceda con la reforma constitucional, Leonel Fernández es un perdedor en la confrontación actual. Su presidencia en el partido es inoperante y su candidatura presidencial en el PLD para el 2016 difícil. Tiene ahora dos opciones: aceptar la derrota y ayudar a que el PLD prosiga con Medina u otro candidato, o descarrilar el PLD con su insistencia de volver a postularse. He ahí su desafío.
Artículo publicado en el periódico HOY