En las elecciones del 2004, el expresidente de la República, Hipólito Mejía, sufrió una estrepitosa caída de la que muy pocos creyeron volvería a levantarse.
Sin embargo, ocho años después, en el 2012, se puso de pies e inició una las más intensas y sorprendentes carreras en busca del poder, la cual lo llevó a vencer, contra todos los pronósticos, al presidente del Partido Revolucionario Dominicano, Miguel Vargas Maldonado, quien además de haber sido el candidato de las anteriores elecciones, tenía el control de casi la totalidad de los organismos, las alcaldías y los legisladores de la organización.
Las encuestas no le daban ninguna posibilidad, pero ganó las internas con un cincuenta y cuatro por ciento, al extremo de que su adversario lo calificó como el candidato del tres por ciento, hasta que llegó el día inevitable de las primarias, en el que la realidad desplaza la percepción y provoca que las encuestas, desenmascaradas por el voto de los militantes y simpatizantes del partido, rueden por el suelo fangoso de la manipulación electoral.
Convertido en candidato, al ritmo de llego papa, inició la nueva y decisiva carrera hacia el Palacio Nacional, en las elecciones más inequitativas del presente siglo. Sin embargo, para poder vencerlo el presidente, Leonel Fernández, llevó al país a un déficit cuasi fiscal de alrededor de 200 mil millones de pesos.
Temerosos de que el abusivo e ilegal uso de los bienes del Estado no fuera suficiente para frenar al popular líder opositor, los oficialistas solicitaron y recibieron la ayuda de los gobiernos de Venezuela y Brasil, al tiempo que utilizaron al controversial senador de la provincia de Peravia, Wilton Guerrero, para acusarlo, de la manera más vil, de haber ido a Sinaloa a reunirse con el entonces rey de los capos, Joaquín Guzmán Loera (El Chapo).
A pesar de todos los infames recursos utilizados en su contra, el incansable, Hipólito Mejía, fue vencido por apenas tres puntos porcentuales. La campaña sucia, diseñada por el ahora convicto brasileño, Joao Santana, que lo vinculó al Chapo, le arrebató seis puntos y le garantizó la retención del poder al Partido de la Liberación Dominicana.
El PLD se robó las elecciones y el pueblo indignado se preparó para lo peor. La democracia pasó a depender de la voluntad de Hipólito Mejía, quien puso en manos de los principales dirigentes de su partido, sin ningún resultado, la elaboración del histórico discurso de esa tarde de mayo. Ante la delicada situación, decidió sacrificarse para no llenar de sangre y luto a la nación.
Como el candidato demócrata Al Gore, que pronunció el concession speech o discurso de concesión, a pesar del rechazo de los intelectuales que le apoyaron durante la campaña, cuando en el 2000 ganó las elecciones y la Corte Suprema favoreció por cinco votos a cuatro a George W. Busch, el expresidente, Hipólito Mejía, que será el presidente del 2020, actuó como un líder responsable, cuando expresó lo siguiente: “…ante la realidad de que más de dos millones de dominicanas y dominicanos, desafiaron el poder absoluto y depositaron su voto a favor de nuestra candidatura, asumo mi rol de líder de la oposición en defensa del interés nacional y la preservación de la paz y la tranquilidad de la familia dominicana”.