El triunfo de Hipólito Mejía en la pasada Convención del PRD fue una sorpresa. Sorpresa sobre todo para los seguidores de Miguel Vargas, que daban por descontado que así como la dirección del Partido era suya los votos de los perredeístas también lo eran. Error político tremendo ya que la ecuación: Controlar la dirección del PRD = Votos de los perredeístas, resultó ser falsa.
Hipólito Mejía contaba con un gran activo a su favor: su propia persona, su carisma personal, su cercanía, de resultados contradictorios y, una labor de gobierno anterior que, aunque muy denostada por su resultado último de la quiebra de los bancos y la reelección, no fue tan negativa en todo como se ha querido pintar.
Para mi asombro no he encontrado a nadie – aunque los habrá-, que haya tratado personalmente a Hipólito Mejía, que guarde un recuerdo malo sobre él. Ese abanico va desde amigos que le conocen desde hace décadas, cuando se inició en el socialcristianismo y, que lo tienen como un amigo apreciado a pesar de los encontronazos y discrepancias políticas que ha tenido con él, como Quico Tabar, hasta personas que trabajaron con él en la Secretaría de Agricultura, muchos años atrás, siendo él joven y ellos más aún, como es el caso de mi hermano.
Cuando exponía mi rosario de críticas a su comportamiento político como presidente, estas personas, por separado, con mucho criterio propio e independencia de juicio, me concedían que quizás tenía razón en algunas de las críticas pero que el Hipólito que ellos conocían era una persona muy diferente.
Estos argumentos sobre el hombre, expuestos por individuos tan diferentes entre sí, los guardaba en el archivo de mi cerebro pero no lograban convencerme de que el hombre político necesitaba realizar un cambio profundo, si quería tener un futuro político, que en esos momentos parecía finiquitado.
Ahora que ha vuelto al primer plano y que con toda seguridad será el principal oponente al candidato del PLD –sea quien fuere-, me parece que debo expresar con toda claridad los cambios que necesita hacer él mismo, en su entorno y en sus metas políticas, si quiere lograr un éxito electoral y, si llega de nuevo al gobierno, tener éxito en su gestión.
Ya sé que todos los candidatos tienen consultores políticos y que gastan una fortuna en pagarles por sus consejos, a ellos se les supone sabiduría y experiencia y, además, suelen ser extranjeros, lo cual, con nuestro complejo de Guacanagarix les da una superioridad, a los que los nacidos aquí no podemos ni siquiera aspirar.
Para no cansar al lector ni a los políticos que lean este articulo, si alguno lo lee, ya que es sabido que no suelen tener tiempo para perderlo en "teorizaciones" o en "poesía" (que es todo lo que difiere de la concepción que ellos tienen de lo que es y cómo se debe hacer política), trataré de ser muy telegráfico, aunque pierda en matices.
1º. Hipólito Mejía tiene que convertirse en el abanderado de la unidad en el PRD. Su triunfo amplio le exige ser generoso. Pero Miguel Vargas, debe reflexionar y cambiar ya su actitud, que linda o traspasa un comportamiento mínimamente democrático. No se puede negociar sobre exigencias contrarias a la razón y a la legalidad interna de su partido. Es el momento de llegar a un acuerdo serio entre Mejía y Vargas y poner sordina a las querellas intestinas.
2º. Los que permiten ganar unas elecciones internas no siempre son, todos y cada uno, los que pueden llevar al triunfo en una campaña política para captar el voto de la sociedad dominicana. El PRD no puede ganar si no obtiene la aceptación de un amplio sector de votantes de la llamada "clase media". Hay que forjar una alianza social con los sectores que han logrado movilizar la conciencia y a las personas en torno a objetivos y necesidades sentidos por amplias capas de la población. Desde el 4% del presupuesto para la Educación hasta las políticas sociales para disminuir la exclusión social, pasando por poner fin a las políticas permisivas de la inmigración irregular masiva.
3º.Evitar las exclusiones de antiguos adversarios políticos basadas en las ambiciones personales de algunos de los miembros del círculo íntimo de Hipólito Mejía. La cooperación política y el aporte que puede representar al PRD la gran intuición política y conocimientos del medio dominicano, por ejemplo, de un Hatuey Decamps, así como de otros políticos de fuera del PRD, de dirigentes sociales y de sectores de la intelectualidad democrática y progresista, son decisivos para el porvenir, no de su candidatura sino de la buena marcha del país.
4º. El PRD e Hipólito Mejía tienen que ser conscientes de que el país no quiere una continuidad de los métodos de Leonel Fernández. No se trata de quitar a Leonel para gobernar cómo él lo hace, sino de hacer un giro radical de la política de "todo se compra y todos se venden". El país está pidiendo a gritos una "nueva manera de hacer política". La resumo en menos balaguerismo-trujillismo y más Duarte. Es decir, más valores, más honradez, más decencia. Se trata de regenerar la política, no de seguir hundiéndonos en el cieno de la corrupción y del cinismo.
5º. En esa regeneración de la política hay que asumir no un nacionalismo estrecho – estamos en la era de la mundialización-, pero tampoco hay que seguir la practicar una política en contra de los intereses de los ciudadanos dominicanos. Dentro de la mayor generosidad posible hacia los demás, la función del Estado es priorizar a los ciudadanos dominicanos. En el derecho al Trabajo, a la Salud, a la Educación. Menos asistencialismo clientelar y más políticas sociales universales para los ciudadanos dominicanos.
6º. La política del futuro no puede seguir siendo la potenciación de los factores de expulsión de los más decididos y a veces aptos para la emigración, sino que encuentren en su país las oportunidades para contribuir al desarrollo nacional. Hay que parar el proceso de des-dominicanización al que estamos sometidos.
7º. Si Hipólito Mejía quiere crear una reputación política de que ha aprendido de sus errores pasados, tiene que asegurar al país que la economía seguirá un rumbo basado en la inversión y la creación de empleo productivo y en el control de la inflación; que mejorará la competitividad de nuestra economía, y que se estimulará la producción agrícola no sólo para la exportación sino para suplir al mercado interno con productos baratos para la subsistencia. A la vez, la Administración Pública tiene que ser eficaz, ágil y sus puestos cubiertos en base al mérito y la capacidad, no a la pertenencia al partido y a sus aliados políticos.
7º. Dignificar el Estado y el cargo de Jefe de Estado. Los nombramientos se deben hacer a personas que tengan un certificado de penales limpio. Hay que llevar a cabo un combate duro y abierto contra el narcotráfico y el lavado de dinero y comprometerse a fondo en ello, aunque los resultados de crecimiento de la economía sean menos altos que durante los años del "leonelismo". Es mejor menos crecimiento y de mayor calidad, que rebajarnos a ser vistos como un Narco Estado.
8º. Defender una política socialdemócrata basada en: 1)La profundización de la democracia, regeneración política y ética de la vida política, 2) universalización de ciertas políticas sociales básicas para los ciudadanos, 3) impuestos progresivos pero equitativos, 4) promoción de los emprendedores para establecer micro, pequeñas y medianas empresas, 5) generalizar una cultura de amor al trabajo y rechazo al asistencialismo clientelar, 6) guerra abierta a la corrupción, no de palabra sino con hechos y con los tribunales actuando, 7) racionalización de la gestión y del personal de la Administración Pública, 8) una política de seguridad ciudadana basada en el respeto a los derechos humanos, donde las Fuerzas de Seguridad del Estado sean percibidas como garantes de las libertades de los ciudadanos y respetadas como lo que deben ser, agentes de la ley y el orden público democrático,9) unas Fuerzas Armadas con buen armamento, bien entrenadas y capacitadas, con una dimensión adecuada entre oficiales y tropa, educadas para defender el orden democrático constitucional, nuestras fronteras y el espacio aéreo, y, 10) promoción de la cultura, el arte, la música, el cine, el teatro y las artes plásticas, no como un placer supuestamente elitista sino difundiéndola en todo el ámbito nacional y estableciendo el estudio de estas disciplinas en la escuela y liceos del país.
9º. Hipólito Mejía debe cambiar elementos de su estilo. Administrar su "campechanismo" reservándolo para cierto público solamente. Dar más importancia y poner más cuidado en sus intervenciones y declaraciones públicas, gestionar y apreciar más sus relaciones con los medios de comunicación, evitar la tentación de creer que el gesto rural del "guapo" atrae, cuando en realidad genera rechazo a quien se supone que debe ser ejemplo para todos los ciudadanos por el cargo a que aspira. Todo ello le conviene, se vote o no por él.