Nuestro país ha caído en la Hipercorrupción y algo más; y es, que ya las acciones de los que deberían administrar los bienes del estado están tan putrefactas que saltan el parámetro de lo normal.
Gracias a la Marcha Verde, la Nación ha recuperado un sentir y una esperanza de que "No Todo Está Perdido".
En los últimos 50 años nuestros partidos políticos, que deben existir para proteger y maximizar los bienes del estado y así generar bienestar común en la sociedad dominicana, se han dedicado intencionalmente a fabricar en la frágil cultura dominicana estilos hiperbólicos y sistemas con modelos secuenciales y parasitarios.
Secuenciales, porque hasta el día de hoy seguimos usando los nombres de aquellos que fundaron los partidos, lo usamos como prototipos y modelos a seguir, aún cuando no tuvieron resultados en sus experimentos estériles para transformar la nación.
Parasitarios, porque nos retro alimentamos del hipermesianismo, la hipercorrupción y del hiperasistencialismo, y algo más.
Para cambiar una conducta social que ha patentizado la corrupción en el estado dominicano, debemos buscar un líder sometido a la colectividad, que esté dispuesto a perder su reputación, sin importarle lo que digan o piensen de él; un líder que esté dispuesto a ver su posición como algo transitorio y que posea un destino claro y medible; otra cosa, que rinda cuentas al pueblo y a los organismos reguladores del Estado.
Además, para confrontar conductas destructivas e hiperbólicas, debemos usar el imperio de la ley con toda la fuerza, caiga quien caiga. Esto sólo lo puede hacer un presidente que aplique de forma extrema la ley, y que esté dispuesto al cambio de una nación , una nación como la nuestra, que nunca ha gozado de un periodo de oro.
Lo que deseo y escribo en estas líneas no es una utopía, es posible. La "hipercorrupción y este algo más" solo se combate con un líder que se levante con el pueblo y para el pueblo, un líder que inicie su accionar no en plataformas e ideologías que nunca han funcionado, que no mire al pobre como escalón terapéutico para ganar afectos; y que no mire al rico como los causantes de las crisis.
Un líder sensible, íntegro y firme; que tome en sus manos la navaja social para cortar y extirpar el cáncer, y crear una hiperacción que raye y corte la sociedad como un cirujano corta el cuerpo para salvar la vida de un enfermo.
Actuemos con firmeza y sin odio; atados al imperio de la ley. Es tiempo y es ahora.