Cuando con alaridos de odio nos expulsaran de nuestra cuna,  los EEUU, y su  pueblo acogedor, se convirtieron  en  la patria de quienes en ella criamos familias, vencimos discriminación y barreras culturales, y triunfamos. Por ese amor a patria nueva,   angustia los odios, temores, y rencores corroyendo  la nación.

Veo con desasosiego a jóvenes americanos temer a la policía, como nosotros la temíamos años ha.  Con creciente perplejidad,  noto como las masas y sus élites aplauden  mentiras, ignorando a propósito los  fact checks.   Siento las tensiones arraigadas  en  raza, etnia, desespero, religión, género, y pobreza apabullando la razón.  Aflige la concentración del ingreso en unos pocos mientras los muchos miran la comparsa pasar.

Como diplomático  luche junto a mis colegas por años  para  proyectar los valores del Sueño Americano en lejanas costas; detesto ver como ensalzamos a los Putin, a los Netanyahu y sus Saudís, o al líder sin equanon Xi Jimping.

Me entristece ver a  nuestra generación de inmigrantes  (aquellos quienes llegamos entre 1958 y 1972) aplaudir a  Trump, al margen de su manchada reputación, su volátil temperamento,  su aparatosa prevaricación,  o legendaria  corrupción. 

Hoy, las encuestas dan un pequeño margen a mi candidata en el   estado de La Florida.  ¿Mas, darán los cubanos  al  "Cisne Negro ("black swam") de la política americana ese estado?  ¿Pagaremos con esa moneda  la generosidad, el apoyo, y el progreso brindado generosamente por esa gran nación cuando no teníamos ni donde caer muertos? 

No.  Alegría y orgullo dan  los cubanos-americanos, en el archí-conservador estado, quienes, arriesgando  represalias económicas y sociales y  campañas de oprobio por  una bien financiada campaña mediática,  valientemente se oponen al demagogo y apoyan  una capaz y valiente mujer a la presidencia de los EEUU.

Con ellos, Hillary tiene mi apoyo.  Sus críticos alegan esta candidata es un bofe, no tiene gracia, no sabe como proyectar sus logros ni ocultar sus defectos.  Aunque rechace ese perfil,  bofe o no,  la Dama triunfó en la nominación (empinada cuesta para una mujer en los EEUU) del Partido Demócrata y, aunque  ese capítulo siga abierto, le ha sobrado lo que hace falta para controlar  al díscolo. 

Conozco a Hillary personalmente.  Una constante en su vida:  erradicar la pobreza y enfermedad  infantil y materna, y crear oportunidades para los jóvenes.  Presencie su comportamiento al mas alto nivel diplomático en la India y la acompañe en visitas peligrosísimas  en el  destruido  Haití.  A pesar de enemigos domésticos y extranjeros, en Washington era y es  temida. El tamaño de las manos marco el inicio de esta campaña; en ese norte, la candidata "los" tiene de "tanley teel"   (stanley steel pronunciado por recién llegados cubanos).   

El Congreso y  políticos han acusado  su aguda inteligencia.  Su equipo es bien afilado y disciplinado.    En  años recientes, desde Eisenhower  (53-61), solamente George  H. W. Bush (padre) (89-93) pudiera haber estado tan bien calificado para la presidencia. Biden no va  lejos.  Mas  no hay duda, la  hija de la clase media está bien calificada  y, altamente deseable,  con 3,500 cabezas nucleares  en juego,  horchata corre por sus venas  (por eso de bofe).

Su profunda capacidad intelectual y  madurez gerencial compensa con creces su carencia del carisma de Bill (93-01),   la sonrisa de Obama (09-16), o  el encanto de "six pack" Joe  del presidente (01-09) por golpe de estado en La Florida  quien, con su sonrisita cervecera,  nos metió en un laberinto con elusiva salida.

Hillary, mujer, es el líder mejor capacitado en esta contienda.  Su capacidad nos hace falta en la Casa Blanca.  La alternativa da pavor.