En primer lugar, quiero aclarar que no estaremos haciendo referencia a los hijos que presentan alguna discapacidad congénita o adquirida, sino que nos referiremos a los hijos que sin justificación comprensible no desempeñan labores productivas en el hogar o en la sociedad.

Muchos padres actuales han estado mostrando una tendencia negativa al criar a sus hijos y es que sin darse cuenta los convierten en inválidos. Postulados como: “no permitiré que mi hijo tenga dificultades o riesgos”, “le daré todo lo que quiera”, “no trabajará tanto como yo”, etc., a primera vista parecen propósitos muy hermosos, pero en la práctica pueden destruir al hijo y al no poder entenderlo, le echarán la culpa al “sistema”.

Si alguien que amas no tiene piernas y lo cargas para llevarlo a algún sitio es un hermoso gesto, pero si teniendo piernas te mantienes cargándolo, sus piernas se atrofiarán y lo convertirás en un verdadero inválido. 

Podemos ver madres con muchas ocupaciones, pero asumen todas las actividades del hogar, siendo incapaces de asignarles responsabilidades a sus hijos porque “ellos tienen que estudiar”. En ocasiones los hijos son más fuertes y hábiles que la madre, pero ésta los cree limitados. Evidentemente quien carga el peso ajeno además del propio, se desgasta de forma acelerada, y curiosamente, esos hijos en ocasiones se convierten en los peores críticos de los padres, considerando que no están haciendo bien su trabajo.

En ocasiones las actividades del hijo llegan a eliminar las vidas sociales de sus progenitores, contribuyendo a que éstos progresivamente pierdan sus actividades personales. Obviamente siempre ha existido también el caso contrario de quienes podrán ser padres biológicos porque engendraron, pero nunca serán verdaderos padres.

Hemos visto el problema enfocado desde los padres, pero ahora lo veremos desde los hijos, quienes es posible que piensen que sería una vida maravillosa el poder mantener una existencia parásita, sin responsabilidades, pero realmente llevan la peor parte.

Nosotros desarrollamos aquello que ejercitamos. Si ejercitas tus músculos serás fuerte, estudiar aumenta tu capacidad intelectual, al cultivar tus relaciones humanas mejoras tu adaptación social y si aprendes a realizar las tareas del hogar aumentarás tu capacidad de vivir independiente. Pero esos jóvenes al ser exonerados de su oportunidad de desarrollarse se atrofian, se mantienen limitados, dependientes, inmaduros y en ocasiones llegan a odiar a sus padres porque creen que fueron los culpables de su invalidez. Algunos presentarán una autoestima muy baja, otros desarrollarán un ego inflado que cuando se enfrenta a la realidad, les genera crisis importantes.

Se ha propuesto el término de hijos NINIS, que es un neologismo que surge del inglés NEET (no employment, education or training). Es el caso de los hijos que adoptan una actitud totalmente pasiva, no queriendo trabajar, estudiar ni superarse. Como consecuencia se sienten insignificantes, débiles, inseguros, totalmente dependientes y no se atreven a emprender absolutamente nada (trabajo, estudios, entrenamientos ni relaciones sociales). Es el grado extremo de anulación que puede generar la sobreprotección paterna, pero que no excusa a los hijos, porque siempre tienen la opción de impedirlo y superarse.

Cuando el hijo se hace adulto los padres no “tienen” que darle comida ni techo, aunque lo hagan con amor. Si está en estudio o entrenamiento, el ser apoyado hasta completar su capacitación, deberá agradecerlo como un regalo. El hijo tiene el compromiso de estudiar y los padres también tienen sus propios compromisos, pero si no se le asignan tareas hogareñas no podrá hacerse adulto.

Es importante que no inutilices a tus hijos, porque el reto que ellos tienen por delante es más complejo que el que tú tuviste. Ellos sólo necesitan apoyo para hacer su trabajo, pero no que tú se lo hagas. Aunque los creas débiles, incapaces o tontos, vinieron equipados con un potencial muy superior al que puedes imaginar y lo único que necesitan es que los ames, confíes en que pueden, les des oportunidades de asumir riesgos razonables y los estimules a desarrollar su potencial. Aunque a veces les parezca cómodo hacerse los torpes para mantenerse inactivos.

Hay que entender que no necesariamente tienen que asumir tu mismo estilo de vida. Las orientaciones o consejos a los hijos mayores de edad pueden ser muy útiles, especialmente cuando ellos te lo piden, pero a veces necesitan tener la opción de equivocarse y prefieren que no los orientes, debes respetar eso.

El padre no es sirviente del hijo ni viceversa. La regla es apoyar al miembro de la familia que lo necesite sin distinción. Si tus hijos adultos no pueden vivir sin ti, los malcriaste. Los hijos inválidos les gustan los deberes de niños, pero con los derechos de adultos, por lo que exigen ser tratados como adultos, pero con responsabilidades de niños. No importa la edad que tenga un hijo, su autonomía o independencia es lo que establece su nivel de maduración como adulto, no su forma de hablar.