Yo ‘toy vivo gracias a esa mujer –expresaba con esfuerzo- Le debo más que la vida, porque mire que la he hecho sufrir, saliendo con mujeres y yéndome de parranda, y sin embargo míreme hoy, aquí tirado, vivo porque me llevó a tiempo al hospital, sino ya estuviera yo muerto. -Verlo hablar era doloroso, por el jadeo que sucedía cada frase, lo cual resultaba incómodamente contagioso, y los parchos infectados en sus labios, yagas resultantes de un deficiente sistema inmunológico, cansado de luchar contra la leucemia.
Año y medio más tarde, portando una gran cicatriz que le divide el cráneo en dos, una delgadez propia de quien recibido quimioterapia, pero con la vitalidad del que vence el mal, el hombre se pasea de un lado a otro. Saludó distante esta vez y con la misma prontitud, desapareció. La razón de la visita a su casa fue para conocer a la recién nacida. Si, la vitalidad había resurgido tanto como para agregar un nuevo miembro a la familia, pero lamentablemente, también trajo consigo mala memoria y olvido. El mismo hombre que postrado en cama reconocía lo afortunado que era de poseer por esposa a una mujer valiosa e íntegra, la cual merecía de él no menos que su apreciación y respeto, ahora, sin embargo, andaba con el ego inflado y el machismo de un pavo real privando en gigoló.
Está terrible –decía la mujer obviamente decepcionada, pero manteniendo la sublime nobleza que la caracteriza- Se ha tirado a la calle, tiene no una, sino varias mujeres, de distintas edades, que lo buscan para sacarle dinero y que las lleven a bailar. Después, dígame usted qué le ven, si parece un esqueleto ambulante. Y pensar que ahora son tres niñas las que tenemos, ¿Y para qué? Para vivir una mentira, para que vean en su papá un hombre irresponsable, que reparte lo de ellas a locas de la calle. –Pero él había dicho que si Dios le daba un chance y lo dejaba vivir, te iba a demostrar lo agradecido que estaba y lo mucho que te valoraba. Yo no me imaginaba que las cosas estaban así. –lamenté-.
Le dije que se fuera de la casa, que no lo quiero más aquí. Yo lo lamento por las niñas, porque es su papá, pero ya para burlas está más que bueno. Ese teléfono no para de sonar, usted lo ve con el misterio y en el Facebook es que hay cosas, distintas mujeres diciendo que tienen una “relación” con él. Imagínese, si así es como quiere vivir, que se vaya y sea feliz. Si Dios le dio un chance, no fue para que volviera a ser el mismo de antes, sino para que aprendiera a valorar lo que es en verdad importante. Pero ya ves que, algunos nunca aprenden. Vamos a ver si cuando vuelva a echar para atrás, va a decir que Dios esto y Dios lo otro, o si alguna de esas mujeres se lo van a echar encima.
Pasados dos meses volvimos a visitar a la bebe. Lo encontramos tirado en la alfombra de la sala disfrutando de una telenovela. Está mejor la cosa? Pregunté en voz baja. –Ahhhhh! Murmuró ella, sin negar ni afirmar. Se fue de la casa y después volvió pidiendo otro chance, dizque por las niñas. Ellas estaban muy tristes, pero yo no le tengo confianza. No me inspira la verdad. De repente, nuestros susurros fueron abruptamente interrumpidos por los gritos del hombre: Bótala a esa desgraciada, mira que te engaña y no te respeta! Le decía al hombre en la telenovela, como si aconsejara a un amigo, del cual él sabe un secreto. –Eso es lo que quiero, dejarte! Decía el actor e plena acción. …pero no lo hago por el niño que estás esperando. ¡Ella no está preñada! –gritaba desde el suelo el hombre, convencido de que con ello enteraba a su “amigo” del engaño del cual era objeto. Esa buena traidora, no merece para nada que seas tan bueno con ella! -finalmente murmuró cual si fuera un juez justo, cuya moral le da derecho a sojuzgar. La esposa y yo nos miramos atónitas. ¿Acaso estamos viendo a un burro decirle a un conejo que sus orejas son grandes?
Lucas 17: 11-19Yendo Jesús a Jerusalén, pasaba entre Samaria y Galilea. Y al entrar en una aldea, le salieron al encuentro diez hombres leprosos, los cuales se pararon de lejosy alzaron la voz, diciendo: !Jesús, Maestro, ten misericordia de nosotros!Cuando él los vio, les dijo: Id, mostraos a los sacerdotes. Y aconteció que mientras iban, fueron limpiados.
Entonces uno de ellos, viendo que había sido sanado, volvió, glorificando a Dios a gran voz,y se postró rostro en tierra a sus pies, dándole gracias; y éste era samaritano.
Respondiendo Jesús, dijo: ¿No son diez los que fueron limpiados? Y los nueve, ¿dónde están?¿No hubo quien volviese y diese gloria a Dios sino este extranjero?Y le dijo: Levántate, vete; tu fe te ha salvado.
¡Bendiciones!