Mamoudou Gassama, joven de 22 años, procedente del pueblo de Yaguine (Mali), llegó a Francia en septiembre del 2017. Ha pasado de ser un indocumentado marginal, viviendo en una residencia sobre poblada de inmigrantes, a un honorable ciudadano residente, un héroe venido de lejos. En menos de 30 segundos, escaló un inmueble parisino para socorrer a un niño de 4 años, suspendido en el vacío desde el balcón de un cuarto piso, tras ser dejado solo por el padre, que había salido a hacer compras y se quedó entretenido con Pokémon Go, un popular juego virtual de smartphone.
Esta acción de rara solidaridad del pasado sábado 26 de mayo ha conmovido la sociedad francesa, dando cuenta la prensa y las redes sociales de que fue un joven ilegal maliano quien salvó al niño. Fue recibido este lunes por el presidente francés Emmanuel Macron en el Palacio del Elysée, dónde le fue entregado un diploma reconociendo su “acto de coraje y devoción”. El héroe, hasta entonces desconocido, visiblemente emocionado, declaró a la prensa que sólo siguió su deseo de ayudar: “Yo no pensé en nada, yo solo pensé en salvarle y lo salvé”.
Este gesto que recuerda a la sociedad francesa, y a todos los que conocemos la noticia, los valores esenciales que han inspirado esta sociedad (el bien común) – y a muchos seres en el mundo que, al conocer la noticia, recuerdan que hay que hacer un esfuerzo para el bien de todos; que el ser humano tiene necesidad del otro ,de los otros; que en definitiva, todos estamos inter relacionados; y que uno nunca sabe cuando un simple gesto surgirá para venir hasta nosotros, incidiendo de manera beneficiosa para él que lo recibe, y para él que lo produce, como ha sido el caso del Sr. Gassama.
Su gesto le ha valido legalizar su condición de irregular, recibiendo el permiso de residencia para permanecer en el país, en horas. Y pronto, será premiado con la naturalización, que le fue ofrecida por el presidente Macron. Además, será integrado al servicio cívico de bomberos franceses,que “están encantados de recibirlo” .Consciente que este evento le transformó la vida, no sólo a él, sino a muchos, ya que pone en una dimensión diferente la presencia de extranjeros y sus aportes a las sociedades receptoras. Gassama también recibió la llamada personal del presidente de su país, que lo considera “un héroe que honra todo Mali”.
Tan aleccionador evento nos lleva a pensar en cómo también los seres humanos en un breve instante, somos capaces de arruinar toda una vida, con un gesto, una palabra, una acción inapropiada, banal, que nos coloca del lado de la desgracia. Cómo son esos gestos cotidianos, insensatos, que traen nuestras calles, que llevan a acabar con el otro en segundos, porque “nos rosó el carro”, o “se estacionó frente a mi casa”, o “nos robo el parqueo”, etc.
Las sociedades están necesitadas de héroes anónimos, como Gassama, salidos de las profundidades de las limitaciones sociales en sociedades individualistas, venidos de lejos con otras nociones de solidaridad y amor al prójimo, seres a los cuales las luchas existenciales no les han robado las ganas de ayudar y servir, capaces de cambiar vidas y cambiar sus vidas en segundos, que nos llevan a reflexionar en torno a la que tenemos necesidad del otro, que todos estamos expuestos a eventos existenciales, que nos necesitamos los unos a los otros, y que en esa interacción de dar y recibir incondicionalmente, hay un soplo de energía, un misterio que se instala, que nos eleva a una dimensión desconocida, mágica tal vez, capaz del hacer milagros.