Her es una película escrita y dirigida por Spike Jonze, gran cosa. Al menos yo la vi por petición de un amigo, para poder continuar una conversación sobre el amor libre. No la volvería a ver, salvo ahora que experimento el verla en Mute para demostrar un punto que luego les contaré.

“Muchos de nosotros crecimos con historias de príncipes "encantados" convertidos en sapos a los que solo un beso de una princesa, que encima siempre estaban buenísimas, los devolvería a la normalidad. Hemos visto historias de amor entre un perro callejero y una perrita de la high society. Vimos historias de amor entre hermanos, entre ratones, entre primos, entre un ratón y una familia, cientos de historias "dramáticas" en la escuela secundaria…. Y como vamos a dejar afuera La Gran Historia de Amor, ROMEO y JULIETA, una historia de amor inmensa que solo duró 3 días y terminó con 6 muertos….” Carlos Galli

Carlos tiene razón, la literatura aceptada y el cine mandón nos han enseñado que hay infinitos tipos de amor (siempre que sea aceptado socialmente). También es cierto que esta película es la versión Light de El Hombre Bicentenario (el relato de Asimov, no la cursilería de Chris Columbus). Pero el punto de esta película no es precisamente el amor. Trata sobre la auto programación social: la virtud (virtual) de elegir, por encima de las posibilidades espacio/tiempo, con quién o con qué interactuar.

Como les contaba al principio en este mismo instante estoy trabajando, viendo la película en cuestión y además escribiéndoles (o escribiéndome). De hecho además de todo lo anterior también estaría chateando con alguna libélula pero ya quiere. El punto es que contrario a todo lo que existió antes ahora puedo elegir qué hacer por encima de la condena que llevamos los que estamos atados a las circunstancias.

“¿Saben algo raro? Yo solía estar tan preocupada por no tener un cuerpo. Pero ahora en verdad me encanta. Estoy creciendo de una forma que no podría si tuviera una forma física. No estoy limitada, puedo estar donde sea y cuando sea al mismo tiempo. No estoy atada al tiempo y el espacio de una forma que estaría si estuviera atrapada en un cuerpo que irremediablemente morirá.” Samantha.

Descubrirás, amigo lector, que tú también estás interactuando, en el justo momento que leas esto, con las personas que has elegido y no con las personas que casualmente te circundan. Lo presente y palpable es, ahora nos damos cuenta, una terrible limitante. Nos hemos dado la oportunidad de estar con nuestros seres queridos siempre (queridos de verdad no esas tontas convenciones sociales), vale la pena disfrutar esto sin moralismos.

¿Dejará de existir por esto las interacciones reales? Como tantas otras cosas responderé con otra pregunta ¿lo virtual no es real? Según los niños de la Rae no: Virtual: adj. 1. Con propiedad para producir un efecto aunque no lo produzca 2. Implícito, tácito 3.Que tiene existencia aparente y no real. Pero contra esta definición se nos planta una palabra: Solipsismo: m. filos. Forma radical de subjetivismo según la cual solo existe o solo puede ser conocido el propio yo. A lo que se concluye que lo real es una trampa social, una estratagema que hemos ideado para mantenernos cuerdos y reproductivos.

Volviendo a la película, la respuesta es no. Las interacciones “reales” seguirán existiendo con quienes las deseamos. Claro que al final la película vuelve a ser mierda Hollywoodense y escupe sobre todo lo que ha planteado para darnos un final “feliz”. O quizás, incluso sin quererlo, nos están dando un final más complejo aun: el amor (libre o perfecto, idealizado o mundano) harta, la felicidad es algo que no toleramos por mucho tiempo. Pero eso sería ponerse existencialista…

El verdadero tabú dentro de esta auto programación social es el amor. Esa cosa que nos da bebes que nos alimentarán cuando estemos viejos. ¿Uno puede sentir amor real por una persona cuyo cuerpo esté a millardos de kilómetros, o peor: cuyo cuerpo no exista? Todos sabemos la respuesta, todos nos hemos enamorado de la rubia de la tele, del personaje de un libro, de una bella ucraniana que sabemos que no vendrá nunca. Pero por ser un amor real es lógico pensar que tiene fecha de vencimiento. Todas las fechas de vencimiento nos recuerdan que moriremos y eso nos lleva irremediablemente a desear perpetuar y perpetrar la especie. El sexo como (¿Cristo? –Véase el Lado Oscuro del Corazón-) redentor frente a la muerte.

Es interesante que esto último nos lleve a una idea muy religiosa ¿amarías a tu prójimo? ¿Qué tal si se encuentra a kilómetros? ¿Qué tal si tiene otra fe? Lo bello de la auto programación social es que nos puede llevar a conocer (y a amar, por qué no) al enemigo, al otro, al raro. Conocer y encontrar la humanidad en el otro es el crimen del soldado, el no querer matar lo que ve de sí mismo en el otro.

Y se elevan dos pilares que se oponen: el temor a reducir nuestra cuantiosa especie frente al temor de reconocer en el enemigo al hermano. Pero nada cambiará porque el porno siempre existió eximiendo al verdugo en la asfixia autoerótica. Al final vemos como permanecemos en nuestra sufrida humanidad por encima de todas las herramientas que nos vamos creando para matarnos o acercarnos. Y yo los leeré desde el jardín con el cazamariposas hasta que me mate algún policía ebrio y despechado porque su menor lo cortó por whatsapp.