En nuestro país no es posible hablar del cuidado del corazón, sin destacar la labor del Dr. Héctor Mateo. Dedicó más de setenta años a orientar a los dominicanos sobre cómo mantener un corazón sano, y prevenir la hipertensión. Más de un tercio de los mayores de 18 años padece de hipertensión arterial y sólo la mitad lo sabe y la trata.
Miles de corazones laten todavía, agregado muchos años de vida saludables y productivos, a dominicanos de todas las edades y clases sociales, gracias a las orientaciones de este maestro insigne de la medicina, y filántropo por convicción. Y sin dudas, su legado, adicionará muchos años más de salud y tranquilidad a las futuras generaciones. Con más de 90 años se mantuvo actualizado y activo, encabezando y participando, en febrero de cada año, en las tradicionales caminatas del corazón.
Consciente de que los problemas coronarios castigan por igual a pobres y ricos, y conocedor de las limitaciones del sistema público de salud, fundó la Fundación Dominicana de Cardiología y el Instituto Dominicano de Cardiología, junto a otros médicos meritorios. Con humidad y entrega, desde esas instituciones, prestó incontables servicios al país, sin discriminación ni exclusión.
El doctor Mateo fue un abanderado de los programas de promoción masiva de la salud y de la prevención de los problemas cardiovasculares mediante hábitos de vida y alimentación saludables. Además, las instituciones que dirigió ayudan a manejar y controlar la hipertensión arterial, tan común en estos tiempos. Enseñó, escribió y disertó sobre cardiología, con énfasis en la epidemiología de las enfermedades cardiovasculares y en las malformaciones congénitas del corazón.
Por su capacidad, ejemplo y persistencia recibió muchos reconocimientos: Médico Distinguido por el Senado; Orden de Juan Pablo Duarte en el grado de Caballero; Profesor Emérito de la UNPHU; Medalla de Honor de la Cardiología Panamericana; Fellow del Colegio Americano de Cardiología; Medalla de Honor en el Congreso Interamericano de Cardiología en Lima-Perú; y Miembro de American College of Cardiology, de la Academia Americana de Pediatría y del American College of Angiology, entre otras distinciones.
El Dr. Mateo recibió clases del Dr. Nicolás Pichardo y tuvo la influencia de notables cardiólogos como el Dr. Manuel Tejada Florentino y el Dr. José Fernández. En el Hospital Juan Pablo Pina trabajó con el Dr. Agha Emam Zade, cardiólogo de origen persa, y durante décadas recibió la colaboración de los Dres. Guarocuya Batista del Villar y Ángel Chan Aquino, entre otros.
Cada tarde, mientras me ejército en la caminadora, recuerdo con admiración y simpatía a ese médico, cuya sencillez, abnegación y valentía continúa inspirando y estimulando a decenas de miles de hombres y mujeres de todas las edades a hacer ejercicio para conservar su salud. Que perdure su ejemplo, y continúen las caminatas de febrero.